domingo, 25 de septiembre de 2011

VOLVERÁ A PASAR…

A colación de los sucesos vividos por varios agentes del C.N.P. en Madrid el día 14 de los corrientes, mi amigo J. Moreno, funcionario en activo del referido Cuerpo, ha redactado estas palabras que hoy participio a todos los lectores de este blog. Sobre el mismo suceso ya publiqué yo, en la fecha del caso, un artículo de opinión al respecto.


Moreno suele estar cargado de razones justificadas y razonadas —valga la redundancia—, cuando se pronuncia sobre actuaciones corporativas o de la propia Administración. Me gusta lo que ahora dice, y aquí os lo dejo.

Ernesto Pérez Vera.

Ley Orgánica 2/86 de Fuerzas y Cuerpos de SEGURIDAD.

Art 5.2
a
.En el ejercicio de sus funciones deberán actuar con la decisión necesaria, sin demora cuando de ello dependa evitar un daño grave, inmediato e irreparable; rigiéndose al hacerlo por los principios de congruencia, oportunidad y proporcionalidad en la utilización de los medios a su alcance.

Solamente deberán utilizar las armas en las situaciones en que exista un riesgo racionalmente grave para su vida, su integridad física o las de terceras personas, o en aquellas circunstancias que puedan suponer un grave riesgo para la seguridad ciudadana, y de conformidad con los principios a que se refiere el apartado anterior.

La Jurisprudencia del Tribunal Supremo sobre la Legítima Defensa (entre otras: Sentencias de la Sala 2ª las de 11 de marzo de 2005 num.322/2005, 21 de julio de 2006 num. 823/2006, 16 de octubre de 2006 num.1025/2006, y de 20 de noviembre de 2006 número 1131/2006), establece los siguientes razonamientos para la aplicación del art. 20,4º del Código Penal: requisitos

i. La existencia de una agresión ilegítima, actual o inminente y previa a la acción defensiva.

- La necesidad racional del medio empleado para impedir o repeler la agresión (necesidad de defensa y necesidad del medio empleado)

- Falta de provocación suficiente por parte del propio defensor.

ii. Por agresión debe entenderse toda creación de un riesgo inminente para bienes jurídicos legítimamente defendibles. Puede ser un acto físico o de fuerza, o acometimiento material ofensivo, pero también puede ser cuando el defensor percibe una actitud de inminente ataque (actitudes amenazadoras). La agresión no se identifica siempre con un acto físico, sino que también puede provenir del peligro riesgo o amenaza, a condición de que todo ello sea inminente.

iii. La necesidad racional del medio empleado abarca dos aspectos: de un lado la necesidad de defensa, de otro la necesidad del medio empleado, pero no como un juicio de proporcionalidad objetiva entre el medio utilizado en la agresión y el empleado por el defensor, sino atendiendo a todas las circunstancias concurrentes, tanto en relación a la agresión como a la situación del que defiende y a la forma en que lo hace, todo ello bajo la perspectiva de lo que en el caso podría considerarse una reacción eficaz.

iv. Aspectos subjetivos, como la perturbación del ánimo del defensor, o cuestiones relacionadas con la exigibilidad de otra conducta distinta, no dejan de tener su relevancia en el ámbito de una causa de justificación como la legítima defensa, naturaleza que no pierde, pues en definitiva se trata de una reacción necesaria contra una conducta ilícita.

v. El medio empleado también está relacionado con datos objetivos del agresor, como puede ser la mayor envergadura física del autor de la agresión ilícita.

vi. El juicio de proporcionalidad debe efectuarse en las concretas circunstancias de tiempo, lugar y urgencia; debe ser racional y razonable, no matemático, teniendo en cuenta tanto el aspecto objetivo —semejanza de armas e instrumentos— y el subjetivo —situación concreta de los contendientes—

vii. También hay que tener en cuenta la posibilidad de un salto cualitativo e inesperado en la agresión. El Tribunal debe examinar con detalle las circunstancias del caso, pues es posible que la riña se iniciara precisamente por una agresión ilegítima, o que en un momento determinado de su desarrollo el empleo de medios agresivos desproporcionados, valorables como un inesperado salto cualitativo puedan dar lugar a otras consideraciones sobre el particular.

Artículo 142.del Código Penal
1.
El que por imprudencia grave causare la muerte de otro, será castigado, como reo de homicidio imprudente, con la pena de prisión de uno a cuatro años.

2. Cuando el homicidio imprudente sea cometido utilizando un vehículo a motor, un ciclomotor o un arma de fuego, se impondrá asimismo, y respectivamente, la pena de privación del derecho a conducir vehículos a motor y ciclomotores o la privación del derecho a la tenencia y porte de armas, de uno a seis años.

3. Cuando el homicidio fuere cometido por imprudencia profesional se impondrá además la pena de inhabilitación especial para el ejercicio de la profesión, oficio o cargo por un período de tres a seis años.

Apunte: volverá a ocurrir lo de siempre, porque la legislación como se ve es abierta ambigua interpretable y el castigo bestial sobre todo si te cae un inhabilitación especial que de facto te expulsa de tú trabajo.

Que nos quieren decir con la célebre proporcionalidad, la cual es mal interpretada por muchos jueces y no pocos policías de la calle y sobre todo mal entendida por todos los jefazos policiales que lo que no quieren es líos y lo primero que dicen es: ¡que coño ha hecho ese loco! Eso sí, lo dicen sentados en sus despachos, donde desde hace tiempo inmemorial descansa la pistola en un cajón.

Proporcionalidad es: por armas blancas mueren la mayoría de las personas que encuentran la muerte de forma violenta en España, con lo cual queda demostrado que son un medio eficaz para producir la muerte.

La congruencia y la proporcionalidad, así como la racionalidad que tanto se proclama, son cojonudas viendo la tele, pero como ni siquiera se molestan en saber qué cambios físicos y psíquicos experimenta una persona agredida…siguen sin enterarse. Y sentados en un sillón, en el mejor de los casos muchos años después de producirse el suceso, se dedican a desgranar una actuación policial. Porque la primera reacción, la inmediata a los hechos ocurridos, suele ser ir a degüello con el policía cuando de armas blancas hablamos.

Da la sensación de que los conocimientos sobre armas de fuego que tienen son los que les aportan las películas, donde vemos como un revólver dispara, sin recargar, cien balas y todas ellas mortales de necesidad.

Unamos a lo anterior lo que radiomacuto nos cuenta cada día en nuestros puestos de trabajo, donde gente sin ganas ni conocimientos se dedican a adoctrinar a la “parroquia” con aquello de: “…la mejor intervención es la que no se hace… las armas las carga el diablo (sobre todo si el diablo es gilipollas)…para lo que me pagan, con vestirme tengo bastante…la pistola ni tocarla, hace años que no la saco de la funda…”

Sigamos uniendo cosas: los entrenamientos a los que somos sometidos no son realistas, sino que son inverosímiles. Así se hacen los entrenamientos: “cuidado con la pistola, tomate tu tiempo… ¡que pasa has venido a quemar munición o a hacer lo que te diga!... venga os voy a dar diez segundos para que desenfundéis con la funda desabrochada y la mano puesta en la empuñadura… tenéis que realizar dos disparos y los quiero agrupados” ¡Para llorar y salir corriendo!

Dejemos para lo último los medios con los que trabajamos, no hay fundas antihurto, no hay chalecos antibala, no hay munición adecuada para usar en espacios urbanos. Ni hablar de nuevas tendencias como los Taser: “somos muy humanos, y eso lo han inventado los americanos que están locos…”

Veamos el factor humano: compuesto en su grueso por gente que solo buscaba un sitio, en la vida, donde le paguen un sueldo. No se dan cuenta que aquí se trata con lo peor, y cuando tratas con lo peor hay que ir al mil por mil o te comen. No hay que ir pensando ¡que coñazo, a ver que quiere ese! o “a ver si acabo pronto que tengo cosas que hacer… voy a hacer unas actas y me justifico, y cuanto antes las haga más tiempo para perrear..."

Lo anterior no quiere decir que al policía meticuloso y entregado no le pasen cosas, pero seguramente le pasen más al que hace las cosas a efectos de inventario o estadístico. Porque señores, al malo malote el uniforme no le intimida, al revés: le pone.

Ernesto, por eso seguirán pasando estas cosas. Estoy seguro que la gran lección que habrán aprendido muchos policías, de los sucesos de Madrid, es que es mejor no llevar cartucho en recamara, y así si te quitan la pistola no te disparan y por supuesto que para que coño vas a identificar a nadie de motu proprio, ¡mira en los líos que te puedes meter! Un saludo compañero yo por lo menos no voy a cambiar, y hechos como estos solo me sirven para demostrarme que estoy en lo correcto: seriedad, preparación y coraje.

José Moreno.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Sigue pasando: Policías heridos con armas blancas…

Por: Ernesto Pérez Vera

14 de septiembre de 2011 y ha vuelto a pasar: 3 funcionarios del Cuerpo Nacional de Policía han resultado heridos en Madrid, mientras identificaban a un sospechoso. ¡Lo ven…ESTAS COSAS PASAN AQUÍ TAMBIÉN!

Situación rocambolesca: cuando una pareja de agentes uniformados identificaban a un varón de nacionalidad nigeriana, de cierta corpulencia física, este arremetió con un arma blanca a uno de ellos, y desarmó al otro. Como resultado final, el agente acometido, varón de género, recibe cortes en la cabeza, hombro y escápula. El otro funcionario, una chica en prácticas, “pierde” su pistola. El arma de ella queda en poder del agresor, que huye del lugar a la carrera.

Segundos después, otra pareja de policías del mismo cuerpo intercepta al subsahariano. Se repite la historia: agentes heridos y desarmados. El delincuente se hace con una segunda pistola reglamentaria, e hiere a los funcionarios a machetazos. Ahora, además, dispara contra ellos. Por suerte, y sin que esto sea lo habitual en nuestro país, los agentes portaban chalecos antibalas seguramente de adquisición particular y no reglamentaria—. Ambos agentes son alcanzados por los disparos, pero las protecciones blindadas funcionan y hacen su trabajo. Los impactos producen leves contusiones en los cuerpos de los policías, algo propio al recibir el impacto con el chaleco puesto. No redundaré en algo obvio: con determinados tipos de fundas, como las que entregan en los cuerpos estatales, el desarme o pérdida del arma es muy sencillo.

Finalmente otra tercera unidad policial, compuesta también por dos policías patrulleros y uniformados, detiene al homicida “tentón”.

Pocos segundos, poca distancia y muchos heridos y sangre derramada. En realidad, demasiado de todo. Esto recuerda un poco al suceso acaecido el 13 de febrero de 2009, también en Madrid, cuando un ciudadano de Ghana hirió a un PL y a un miembro del CNP, en el instante en el que ambos trataban de detener al africano. Para colmo el agente del Estado, por error, disparó en el pie a su compañero de la PL. Cortas distancias y situaciones no entrenadas y asimiladas, y todo por ser formados bajo planes de entrenamiento desfasados y arcaicos. Por tener miedo a decir la verdad y entrenar en función de esa mentira. ¡Qué leches, TAMBIÉN POR NO ENTRENAR…! Pero la culpa no es del funcionario casi nunca, sino de la administración y de sus técnicos: superjefes.

No voy a decir lo que yo hubiera hecho o dejado de hacer en esa calle próxima al tanatorio de la M30 de Madrid, pues ni estaba allí ni tengo idea de como llegar siquiera al sitio. Tampoco voy a decir lo que yo hubiera hecho de haber estado allí. Es muy sencillo, hay que estar allí para saber qué hacer, y la verdad…casi nunca sale lo que uno quiere hacer o sabe hacer: no controlamos más que nuestros actos —a veces ni eso— y allí siempre hay terceros con otras predisposiciones mentales y fisiológicas. “…PUEDO HACER ALGO BUSCANDO UN RESULTADO POSITIVO Y EFECTIVO…PERO POR CAUSAS AJENAS A MI, Y MOVIDAS POR TERCEROS, EL RESULTADO PUEDE SER OTRO TOTALMENTE DIFERENTE...”. Mientras no comprendamos eso, y los jefes, jueces y fiscales lo sepan…seguiremos con el miedo a defendernos con los medios a nuestro alcance en ese momento que uno quiere que nunca se presente.

Lo que sí que voy a decir es esto: las cosas pasan señores, y pasan siempre a estas distancias, a las del: “…hola caballero…me da su documentación por favor…” ¿A cuántos han entrenado en esto, en sus academias o plantillas…? No me llamen loco, o sí me lo llamen, como quieran: ¿cuántos hablan con su silueta…?

Un amigo mío dice que el problema de esta actuación de Madrid es de intervención y no de manejo de armas, y es cierto, es de intervención, pero no hablaré de que posición debía tener cada actuante y con que misión. No entro en eso, aunque el problema o fallo, si es que lo hay, es de intervención. Yo me centro en el asunto de otro modo: dejo cuestiones en el aire y que cada cual piense un poco y obtenga una idea o conclusión. Todos alcanzarán la misma.

Yo creo que el temor a usar el arma, por miedo a la Justicia, es el foco del tema. Mucho miedo a muchas cosas. El miedo viene marcado a fuego, casi siempre, desde la propia institución. No se inculca tanto miedo al hecho de verse apuntado por un arma, como al hecho de responder ante el juez o jefe. Sí, eso creo. Unido a eso, y de la mano, viene el escaso y débil entrenamiento que se posee como norma general: también esto genera dudas, miedos y temores en quien debe hacer uso de algo que sabe que no sabe usar con eficacia…

A ver: de los 6 actuantes en la intervención comentada, 3 resultan heridos y dos desarmados. Mala suerte, pero como siempre digo, esa mala suerte la tiene el que saca billete para ello: el que está en la calle, donde se hacen las detenciones y se juega uno el tipo. Me pregunto yo, a tan corta distancia que se produjeron los hechos —es corta porque todos los heridos tienen cortes de arma blanca de puño, de las que se usan a distancia de contacto—, ¿ninguno de los 6 actuantes pudo o supo desenfundar y disparar…? ¿Por qué no supieron o pudieron? ¿Se acordaron de aquello de la mal explicada y mal comprendida proporcionalidad de los medios de defensa…? ¿Acaso dispararon y fallaron…?

Y al hilo de la proporcionalidad en los medios de defensa. Hace poco he sabido que un instructor de tiro policial, amigo mío, ha podido cumplir uno de mis anhelos profesionales: mostrar la realidad del enfrentamiento armado a jueces y fiscales. Algunos de esos juristas asistentes a la jornada celebrada en la galería de tiro del cuerpo, eran poseedores de la codiciada Licencia de armas clase B. Eran personas que sin previa formación técnica —jurídica toda—, habían adquiero armas cortas de fuego, armas que siempre portan bajo sus ropas. Entrenar, según me cuentan, entrenaban poco o nada. Conocer el correcto funcionamiento del arma…menos aún.

Algunos solamente habían disparado a distancias y tiempos de tiro de precisión: 25 metros de distancias del blanco. Otros, los que más soltura tenían, o creían tener, habían sido invitados a entrenamientos de “elite” en galerías de tiro de otros cuerpos: habían efectuado uno o dos recorridos de tiro muy divertidos y simpáticos. En cualquier caso, todos se creían poderosos y seguros con sus armas pegadas al cuerpo… ¡Preparaos pa mata!

Todo cambió de pronto. Los asistentes, poseedores o no de licencia de armas, fueron atacados en simulaciones realistas: distancias cortas y con gran celeridad. A todos les fueron producidas en sus prendas, trazas de tiza con el cuchillo de entrenamiento y ninguno pudo alcanzar su arma en menos de unos pocos segundos. Muchos segundos: todos gravemente heridos o muertos. Alguno manifestó: “…macho…ahora que hago yo. Hasta hoy me creía seguro y poderoso…nunca me planteé estas situaciones…”

Así es, sus señorías, con todos mis respetos, no tenían ni idea de algo que después, llegado el caso, tendrían que interpretar, comprender, asimilar y juzgar. También admitió alguno de los presentes, que creía que las cosas eran como en los recorridos que antes les habían mostrado en otras galerías, y que tan divertidos eran. Pensaban que las cosas eran como en realidad nunca son… ¡Qué cosas…! Para más colmo aún, admitían que nunca veían justificados los disparos de arma de fuego contra ataques de arma blanca: ILUSOS…

Sigo con el hilo del artículo. Yo entreno a mi gente —además de en otras técnicas de distancias cortas— en esas distancias tan “íntimamente” cortas y de contacto, e incluso les hago que hablen con la silueta (que simulen una identificación, sólo eso). Muchos de los que se ponen en mis manos me admiten, casi en confidencia, que tienen miedo a disparar a tan corta distancia, y eso que el papel no suda, ni grita ni ataca. Les pido que desenfunde y disparen a medio metro del objetivo, con el arma “pegada” al cuerpo, y dicen NO. Incluso alguno cree imposible disparar a una mano…y acertar. Eso sí, una vez convencidos de la eficacia y nula posibilidad de accidente —si se obedecen las indicaciones claro—, todos pasan a usar la técnica en sus entrenamientos personales periódicos. ¡Hay que abrirles los ojos! Tras comprender esto, el camino está abierto a mejorar la eficacia y confianza propia.

¡Ah! otra cosa. A los míos nos les oculto una triste verdad: a estas distancias, si el malo ataca…NOS TOCA y nos lesiona o mata, pero seguro es que nos alcanza. Lo que pasó hoy, en parte, es lo normal. Incluso personal bien instruido podrá ser alcanzado a esas distancias, la diferencia puede estribar en que el bien formado casi siempre repele la agresión con cierto grado de eficacia. Es normal que nos den: es el agresor el que decide cómo atacar y cuándo hacerlo, por eso es el malo y nosotros los buenos. Los buenos nos defendemos, ergo hemos sido ya agredidos.

Por cierto, aún siendo yo partidario de las armas de pulsos eléctricos, como el TASER, que nadie crea que la solución en la actuación que hemos tratado pasa por su empleo. Decir eso y defender esa teoría, no hace más que reforzar la tesis arcaica y errónea de que al armado con cuchillo, aún a corta distancia y ya acometiendo, no se le puede disparar “fuego”. El TASER antes. Antes de llegar a eso el letal ataque— es cuando hay que usarlo. Una vez el ataque letal está en marcha y prosigue…HAY QUE DETENERLO CON CONTUNDENCIA, ¿o vamos a dejar que siga apuñalando mientras el TASER llega al lugar en la cintura de otro compañero…? O incluso siendo portado por el acometido.

Dicho todo lo anterior: espero de todo corazón que esos compañeros sanen pronto, y completamente, de las heridas sufridas esta mañana.■

domingo, 11 de septiembre de 2011

¡¡¡Cosas que pasan¡¡¡ ¿Estás preparado para lo que el futuro te puede deparar…?

Por: Ernesto Pérez Vera

Stephanie Bellis Warner, agente femenina del Departamento de Policía Brentwood (Tennessee), es un ejemplo de muchas cosas: el 6 mayo de 2002 se enfrentó a un atracador armado con un fusil de asalto. Stephanie resultó herida en un brazo pero consiguió alcanzar con uno de sus disparos al atracador.

A las 13 horas de aquel día, la agente Warner recibió por su emisora un aviso de atraco al Banco de América. Ella estaba cerca del lugar y rápidamente activó el sistema acústico y luminoso de coche patrulla: “A medida que me iba a cercando al banco, iba notando que el corazón me latía cada vez con más fuerza. Estaba segura que llagaría al banco con el tiempo justo de poder atrapar al bandido in fraganti”, reconoció la agente en una entrevista posterior.

Efectivamente, ella llegó la primera. Llegando al lugar del robo, y al desacelerar el motor del coche en un cruce, recibió una ráfaga de disparos en la zona de la ventana delantera del acompañante (ella patrullaba en solitario) Stephanie supo que tenía que abandonar el coche, y lo hizo. Tal y cómo admitió más tarde, no recuerda haber abierto la puerta del coche ni haberse desabrochado el cinturón de seguridad, pero está claro que lo hizo.

Al bajar del coche, y a la par que desenfundaba su pistola Glock 22 —calibre .40 SW—, perdió el equilibrio o resbaló. Cayó al suelo: se levantó de inmediato y vio como desde uno de sus brazos caía sangre. Ya no volvió a mirarse durante un buen rato, no podía: detectó a un varón enloquecido justo detrás de su coche, y éste disparaba hacia ella con un fusil de asalto AR15 —calibre 5,56x45 m/m—. La situación era dramática. Entre la agente Warner y su atacante, el atracador, sólo distaban los metros que tiene de longitud el coche patrulla. Poca distancia. Uno al otro se dispararon durante unos segundos, siendo indudablemente más contundente cada ronda de disparos del delincuente. Pese a todo…la mujer policía consiguió herir en la pierna a su atacante.

Más difícil todavía: Stephanie agotó la munición de su cargador en mitad del tiroteo. Ella, gracias al entrenamiento recibido, consiguió introducir un cargador nuevo en el arma y continuó defendiéndose. Según ella contó en su momento, y así quedó filmado por el sistema de grabación de imágenes de video del coche patrulla, no dejó de moverse en todo momento. Stephanie se movía mientras localizaba al atracador, mientras disparaba y mientras recargaba; además no dejó de enfocar la zona de riesgo en todo momento: sólo durante una fracción de segundo desvió su vista del “malo”, y fue para introducir el cargador de repuesto en su pistola. (Ver vídeo: http://videos-de-interes-policial.blogspot.com/2011/08/ella-sabia-lo-que-hacia-she-knows-what.htmlpolicial.blogspot.com/2011/08/ella-sabia-lo-que-hacia-she-knows-what.html )

La funcionaria recuerda que sus piernas se movían más rápido que nunca, sentía que se movían más que su propio corazón y eso que este seguía aumentando su frecuencia cardiaca. Le vino bien que la fisiología funcionara tal y como se espera de ella: te permite estar alerta. Mientras se intercambiaban los disparos, no sólo ella se movía…también su coche patrulla. Al descender con tanta prisa de él, el coche quedó en marcha y en movimiento, lento, pero en movimiento: circulaba desgobernado en dirección hacia la joven policía. Por ello, no sólo se desplazaba lateralmente —cubriéndose en la parte delantera del coche— para ponérselo complicado al tipo del fusil, sino que tenía que correr hacia atrás —de espaldas—, sin dejar de mirar hacia el riesgo que estaba delante de ella.

La mujer reconoce que mientras todo eso pasaba, no vio como otros agentes acudían a la escena: no podía. Había perdido capacidad cognitiva y su habilidad motora compleja —la que permite realizar varias tareas a la vez— estaba muy deteriorada por el estrés. Por suerte esos refuerzos aparecieron, y en ese momento el atracador centró su atención sobre ellos. Esto permitió a la mujer policía refugiarse detrás de una furgoneta que había en un cruce de semáforos cercano.

Uno de los policías de apoyo, el sargento Walsh, recibió un impacto en la pierna y le destrozó el muslo. Dramático: el sargento estaba sentado en su asiento y desangrándose, y el atracador se acercaba a él nuevamente… Por suerte para todos, en especial para Walsh, otros tantos policías aparecieron en la escena justo cuando se sabía que el sargento iba a ser ejecutado en el interior de su coche patrulla: cuatro policías, entre ellos un teniente y otro sargento, abrieron fuego continúo contra el delincuente. Stephanie Warner recuerda que la camisa color blanco que vestía el atracador, empezó a teñirse de color rojo. Allí mismo murió.

El sargento Walsh fue trasladado rápidamente al hospital y sobrevivió. Poco después del primer traslado sanitario se produjo el segundo: el de la agente Warner. El sargento permaneció mucho tiempo hospitalizado y sin poder incorporarse a su vida normal. Ella, la mujer que protagoniza estas palabras, se sintió muy mal cuando abandonó el hospital y dejó allí a su compañero: él salvó su vida. Walsh detuvo su coche en mitad del fuego cruzado entre el tirador y su compañera, eso es lo que se llama “echar un capote”. El fuego que él recibió iba dirigido a ella.

En las entrevistas concedidas por Stephanie, dijo: “Nunca es excesiva la formación que un agente de policía tiene que recibir. Yo misma era, hasta aquel día, de las que se quejaba cada vez que recibía la orden de acudir a la cancha de entrenamiento. Hoy creo que la capacitación es lo que únicamente puede salvarnos la vida. Si no hubiera entrenado la resolución de interrupciones —encasquillamientos— y las recargas de emergencia…no estaría hoy viva”.

Esto se llama lección aprendida. Stephanie ahora siempre juega al rol, así lo admite: cuando está en cualquier situación, esté o no esté de servicio, se plantea que haría en ese instante si se produjera una situación de emergencia. Así siempre tiene una posible respuesta ante el estímulo que pueda surgir. Su mente está tan preparada como su propia técnica y táctica: mentalidad de supervivencia, mentalidad táctica.

Stephanie Bellis Warner no siempre trabajó para la Policía de Brentwood. Antes estuvo dos años en el Departamento del Sheriff del Condado de Rutherford, también en el Estado de Tennessee. En ese cuerpo se convirtió en la primera mujer que superó el curso de capacitación SWAT. En el departamento de Brentwood no sólo fue patrullera urbana, ejerció también como negociadora de secuestros y como agente de investigación en la escena del crimen (Policía Científica)

Tras el tiroteo narrado, tanto ella como el sargento Walsh recibieron numerosos reconocimientos profesionales, destacando la máxima condecoración concedida en Estados Unidos, el Corazón Púrpura. El presidente George Bush impuso tal condecoración. Los dos heridos, y los demás intervinientes en el suceso, recibieron otro premio en Washington, concedido este por la Asociación Nacional de Organizaciones Policiales. Después de todo esto la vida siguió, y Stephanie se casó con su novio, un sargento de policía de una ciudad cercana a Brentwood. Hoy tienen dos hijos.

Conclusión: hay que entrenar, entrenar y entrenar. Acudan a todos los entrenamientos y acudan con interés. Si los entrenamientos que nos brinda nuestra organización no son serios o completos —la mayoría se encuentra en esos parámetros—, hay que recabar, de los sindicatos y jefes, una formación que no hurte la verdad. Una formación completa, de calidad y real.

Apunte personal: en España se producen, aunque no lo creamos a veces, muchos enfrentamientos con armas. Por suerte menos que en USA. Muchas veces no se llega al tiroteo —intercambio de disparos por ambas partes— pues la parte de los “buenos” cae pronto o simplemente deja que todo pase…¡tira por ahí que llegar el primero nunca es bueno…! Otro apunte. Muchos creen y dicen que ante un arma larga...mejor dejarlo todo y rezar. ¡Pues no! Siempre hay que intentar lo imposible. Si se intenta y se está mínimamente preparado, y la suerte se alía un segundo con nosotros, podemos vencer.

Así, de memoria, se me ocurren estos casos recientes de sujetos armados que dispararon contra los “buenos” en nuestro país:
http://www.adn.es/local/madrid/20090318/NWS-2630-Majadahonda-Tiroteo-delincuentes-policia-heridos.html

http://www.abcdesevilla.es/20110614/sevilla/sevi-atracan-tiro-limpio-furgon-201106132240.html

http://www.farodevigo.es/sucesos/2010/08/18/guardia-civil-muere-acribillado-tiros-frustrar-atraco-bancario-caniza/464969.html

http://www.elperiodico.com/es/noticias/sociedad/20110305/fallece-policia-tiroteo-tras-intentar-secuestrar-director-banco-fuengirola/932749.shtml

http://www.libertaddigital.com/sociedad/un-tiroteo-entre-la-guardia-civil-y-unos-delincuentes-se-salda-con-un-muerto-y-un-herido-grave-1276337121/

http://www.elmundo.es/elmundo/2011/02/17/espana/1297928745.html

viernes, 2 de septiembre de 2011

Un estilo de vida: siempre armado

Por: Pedro P. Domínguez Prieto

Desde el mismo instante en que vi publicado el artículo “Sí o no al back-up” en este Blog, vino a mi mente la idea de rescatar un texto que comencé a escribir hace tiempo, y que inmediatamente identifiqué como el complemento perfecto para el de Ernesto. En la referida ocasión, mi anfitrión y mecenas nos habló de un tipo o concepto de arma (el back-up), que por su propia idiosincrasia, la gran mayoría de las veces se portará oculta de alguna forma hasta el momento de ser utilizada. Precisamente este es el objetivo del presente opúsculo: estudiar todas las circunstancias relacionadas con el hecho de llevar un arma de fuego “de paisano”, de la A a la Z.

Al plantear este escrito, he redactado una pequeña lista de cuestiones previas sobre el tema, las cuales considero importantes:

- Existen grandes tabúes, prejuicios y errores entre los compañeros acerca del tipo de armas más adecuadas, calibres, fundas, etc. De hecho, todas las armas (de cualquier tamaño —ojo, hablo de armas cortas—) se pueden llevar ocultas, todo es cuestión de elegir la funda y posición más adecuada.

- Usar un método equivocado puede llevar a:
· Incomodidad: el usuario acabará no llevando el arma.

· Inaccesibilidad: no podrá alcanzarla cuando la necesite.

· Accidentes: el arma se disparará al engancharse en la ropa/elementos del equipo, etc.

· Pérdida del arma: al caerse mientras corremos, dejarla olvidada porque la hemos desenfundado para actividades íntimas, etc.

- Puede convertirse en un serio problema si:
· No llevamos el arma por ser incómoda (a.k.a.: no la tendremos cuando la necesitemos)

· Hemos seleccionado un sistema de porte con el que el arma es visible para las personas que hay a nuestro alrededor: correremos el riesgo de ser confundidos con delincuentes, de que nos arrebaten la pistola, o peor aún, de que los propios delincuentes nos identifiquen como Policías o Escoltas.

· Hemos elegido una funda o posición que no es adecuada a nuestras necesidades. Esto se traducirá una vez más en incomodidad e inaccesibilidad.

Por otra parte, el estudio de los métodos de porte creo que será de gran interés desde otro punto de vista, que es la detección de aquellas personas armadas ILEGALMENTE. El agente entrenado en las señales características que delatan el arma oculta, no solo podrá evitarlas, sino también advertirlas en los delincuentes con los que interactúe.

He titulado el artículo “Un estilo de vida”, y creo que precisa una explicación: llevar un arma oculta posee una serie tan amplia de connotaciones en la vida cotidiana del usuario, que daría la impresión de que pocas facetas de ella no se ven afectadas. En concreto, he apreciado las siguientes áreas:

· Técnicas: no solo deberemos adquirir equipo adaptado (la funda es lo más evidente), sino que incluso habremos de usar ropas de mayor talla, o de corte diferente según la época del año, con el fin de disimular la forma del arma.

· Tácticas: cambiarán la forma en que desenfundamos (antes será obligatorio “descubrir” el arma), quizás necesitemos las dos manos, etc. (ya no nos valen los movimientos que usamos con el arma a la vista). También será necesario aprender a movernos para evitar que el arma sea detectada, o incluso que se caiga al suelo.

http://www.youtube.com/watch?v=hsX-etxMTMU

· Psicológicas: ir armado las 24 horas, fuera de servicio o siendo un civil con licencia B, implica la “mentalidad de usarla” llegado el caso. Muchos dudarán de la justificación de hacerlo. También deberemos ser conscientes de la RESPONSABILIDAD (sobre todo aquellos que no sean funcionarios), por ejemplo en el momento de consumir alcohol o drogas, de encontrarnos en determinados ambientes (zonas de copas, espectáculos deportivos, multitudes en general), o de hacer un uso indebido del arma.

· Sociológicas: un agente de Policía uniformado, con el arma a la vista, no se percibe como una amenaza en ambientes normales (no en las 3.000 viviendas, claro está). Un agente de Policía (de paisano) con un arma oculta que es visible es todo lo contrario: la primera impresión del espectador es que se trata de un delincuente. La gran mayoría de personas se sentirán incómodas/alarmadas ante un individuo armado que no es identificado inmediatamente como un funcionario, produciéndose situaciones cuanto menos incómodas. Esto ha ocurrido frecuentemente en el País Vasco con Policías/Guardias Civiles de paisano y Escoltas Privados en bares, gasolineras, parques, etc.

Recordemos que, legalmente, puede suponer un problema la mera ostentación del arma en el ámbito de la seguridad privada.

Justificación:
Siempre intento cumplir dos reglas de oro cuando decido sentarme ante una hoja en blanco. La primera es tratar de mantener la originalidad (algunos llaman a esto no pisarse la manguera) es decir, tratar temas que no sean meras repeticiones de los que otros ya han publicado, o al menos hacerlo desde perspectivas tan diferentes: que el lector no tenga la sensación de leer más de lo mismo. La segunda regla es que, dentro de lo posible, los temas que trato sean de interés para el mayor número de lectores.

Ya sabemos que no todos los que trabajan/han trabajado (o incluso trabajarán), con armas sienten la misma atracción por estas, pero tampoco espero que mis artículos sean los favoritos en una asociación de criadores de codornices. Por ello, aunque únicamente sea desde un punto de vista estadístico, procuro investigar previamente la cuestión, de modo que, al menos “sobre el papel”, el mayor número de lectores se interesen por la publicación.

No iba a ser esta una excepción, de modo que he realizado un rápido análisis de cuantos profesionales necesitan o de hecho llevan, su pistola o revólver ocultos:

Actualmente prestan servicio en España unos 242.050 funcionarios de Policía (80.500 Guardias Civiles, 70.000 Policías Nacionales, 15.882 Mossos de Esquadra, 8.000 Ertzainas, sobre unos 1.000 Policías Forales, 100 agentes autónomos canarios y en torno a 67.000 Policías Municipales / locales), además de 1.900 agentes del Servicio de Vigilancia Aduanera y 47.500 mandos militares, lo que suma un total de 261.554 licencias A.

Todos estos funcionarios podrían llevar sus armas ocultas en tres supuestos:
· Encontrarse en un servicio de paisano: servicios de información, escolta, criminalística, etc.

· Trabajar de uniforme pero llevando un arma de back up (que presumiblemente sería la particular)

· Portar un arma particular fuera de servicio (en teoría, cualquiera de ellos puede hacerlo legalmente)

A estos habría que sumar un número indeterminado de ciudadanos (políticos, jueces, empresarios, joyeros), poseedores de la licencia B —defensa personal—, otro número también por establecer (por razones obvias) de agentes del C.N.I., y finalmente, unos 2.700 Escoltas Privados que desarrollan sus labores de paisano amparados por licencias de armas C —Seguridad Privada—.

A la vista de estas cifras, entiendo que, sea mayor o menor la aceptación de este artículo, objetivamente sí que existe una necesidad real de información para un gran número de usuarios.

Acercándonos a la realidad:
Como hemos visto, hay básicamente 4 tipos de personas que necesitarán ocultar un arma entre sus ropas (obvio a los delincuentes, por supuesto):

· Funcionarios/militares/escoltas que trabajan de paisano o en funciones de protección: se trata de una necesidad inherente, el arma debe llevarse oculta y resultar indetectable de modo que el agente no sea identificado como tal por los delincuentes/terroristas.

· Funcionarios de uniforme: en este caso, ya que el arma de servicio (o principal) irá a la vista, nuestra atención se centrará en cómo y dónde ocultar el arma de back up, que normalmente será la pistola o revólver particular del Policía. Ya sabemos que no todos tienen esta costumbre, pero en su caso, el operador deberá ser consciente de las limitaciones que le imponga el resto del equipo (que puede ser obligatorio) como chalecos, botas, ceñidores, equipos de comunicaciones, etc. y que llegado el momento, pueden impedir el acceso al arma de respaldo.

· Funcionario fuera de servicio: ya sabemos que un Policía fuera de servicio está obligado legalmente a intervenir ante la comisión de un delito, por lo que en teoría necesitará un arma, ya sea la de servicio o la particular. Muchos usuarios encuentran problemático trasladar el arma reglamentaria de la “confortable” funda de servicio a un sistema que oculte esa misma arma (que puede ser de considerable tamaño, caso de las Berettas 92 de la Guardia Civil) en su ropa de diario. Ya que se trata de una necesidad disponer de ella mientras se encuentra franco de servicio (Artículo 5º.4 L.O. 2/86 de 13 de marzo), tendrá que adoptar un sistema adecuado a su “estilo de vida”.

Quizás algún funcionario no esté muy dispuesto a perseguir el delito fuera del horario de trabajo (puede ocurrir), y pensará ¿para qué quiero la pistola? La cuestión es que hay otro motivo para llevarla, y es evitar agresiones que, debido a venganzas personales de delincuentes, o incluso a actos terroristas, son más frecuentes de lo que pensamos.

Muchos Policías han sido atacados al ser reconocidos en ambientes determinados (como ferias o discotecas), donde el ciudadano medio sufre la desinhibición propia de la intoxicación etílica. Otros lo han sido cuando paseaban al perro o tiraban la basura… no es un hecho tan extraño.

http://www.burbuja.info/inmobiliaria/guarderia/213723-un-policia-de-paisano-recibe-una-paliza-al-ser-reconocido-en-un-bar.html213723-un-policia-de-paisano-recibe-una-paliza-al-ser-reconocido-en-un-bar.html

· Ciudadanos poseedores de la licencia B: la necesidad es evidente, para eso se les ha concedido la licencia. No obstante, he escoltado a varios políticos con esta autorización que dejaban la pistola en casa (por las razones que he planteado en la introducción).

Armas, el primer error:
En general, los primeros errores que comete un usuario cuando se plantea llevar una pistola o revólver oculto se refieren precisamente a qué tipo de arma es más adecuada. Parece que existe algún tipo de prejuicio que encoge en nuestra mente el tamaño del arma “ideal”, a menudo en base a parámetros equivocados.

Como regla general, el arma destinada a nuestro propósito posee los mismos requerimientos que la principal. De hecho yo recomendaría usar LA MISMA ARMA que usamos de servicio (Dios mío, se ha vuelto loco) Ni mucho menos, lo importante a la hora de que el arma no resulte incómoda no es el tamaño, sino el tipo de funda y la posición que elijamos. Personalmente he portado Berettas, SIGs, HKs y Walthers de tamaño estándar (ninguna de ellas compactas), sin ningún tipo de problema o incomodidad. Por otra parte, y como apuntan ciertos instructores, es mucho más barato comprar una buena funda que una pistola nueva.

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No obstante, y como señaló Ernesto, si finalmente nos decantamos por otra arma, lo ideal es adquirir una versión compacta o subcompacta de la de servicio (por ejemplo, Glock 17 → Glock 19 o 26), de modo que no cambien ni ergonomía ni calibre, y con suerte podamos aprovechar el entrenamiento y los cargadores de repuesto para las dos.

¿Qué características generales debe poseer un arma para esta función? Básicamente las mismas que el arma principal (y por este orden): fiabilidad, ergonomía y potencia, a la que añadiremos una 4ª: el tamaño, o mejor dicho, ciertos parámetros dentro de sus dimensiones que harán su forma más o menos evidente bajo la ropa. Tradicionalmente se han utilizado 2 tipos de armas para este menester (Ernesto ya comentó este punto):

· Pistolas de bolsillo (o como las llaman los norteamericanos, “mouse guns”): pequeñas semiautomáticas de los calibres .22, .25, .32, .380 y similares, como las Walther PPK, NAA Guardian, derringers, etc. Ya sabemos que estas armas presentan 2 problemas: la fiabilidad (al ser sus mecanismos más pequeños, les afecta más la suciedad), y la potencia (aunque un .22lr es mejor que nada…) No obstante, siguen siendo muy atractivas para personas que anteponen la comodidad (y a veces el precio) a la hora de elegir.

· Revólveres de cañón corto: en calibres .32, .38 Spl., .44 Spl y .357 Mag. (existen en otros calibres interesantes como el .45 ACP). Una de las elecciones más frecuentes (hasta la llegada de las Glocks subcompactas, el 90% de los agentes de policía norteamericanos usaban armas de este tipo) Ofrecen una buena capacidad de parada en un sistema compacto y con gran fiabilidad. Los últimos modelos fabricados en titanio, escandio e incluso polímero, son tan ligeros como las pistolas de bolsillo. Una buena elección.

· En la actualidad disponemos de un nuevo tipo de arma: la pistola subcompacta o ultracompacta. Básicamente se trata de versiones recortadas (menos cañón y menos empuñadura) del arma de servicio. Las ventajas son evidentes en cuanto a ergonomía y ahorro de entrenamiento, además de aprovechar la munición del arma principal. Así, en el tamaño de un revólver del .38 Spl tenemos 10+1 cartuchos del 9mm Luger (Glock 26). También sería una buena opción.

· Yo abogo por una cuarta alternativa:
usar el arma de servicio, o un arma de tamaño estándar. Me baso para ello en varios hechos que he comprobado en la práctica: lo primero es que, lo importante no es el largo del cañón (éste simplemente se acomodará paralelo a nuestra pierna), sino el grosor del conjunto (que será lo que abulte en nuestro costado). Resultará sorprendente que, bajo este punto de vista, pistolas “ultracompactas” (por ejemplo, la Beretta 9000), serán más evidentes que otras consideradas grandes (como la Colt 1911) De hecho, la 1911, a pesar de poseer un cañón de 5 pulgadas, es una de las mejores armas para uso de paisano. También hay otras ventajas, como una mejor ergonomía, mayor facilidad para su uso con guantes, mayor capacidad de munición, mayor potencia (por un cañón más largo que permite una velocidad inicial más elevada), aparte por supuesto del ahorro.

Municiones: ¡no todo vale!
Si el lector sigue mi último consejo, es decir, llevar la pistola o revólver de tamaño estándar, simplemente eligiendo una buena munición que alcance el nivel de potencia necesario estará servido. La potencia del disparo dependerá en cierta medida del largo del cañón de la misma, influyendo en su penetración, alcance eficaz, o expansión. Por tanto, una necesidad que la mayoría de autores apuntan, es la de que la munición de las armas “de bolsillo” debe ser MÁS POTENTE que la de un arma de tamaño estándar, simplemente para compensar la falta de aceleración debida a un ánima más corta. La práctica totalidad de las municiones con cargas +P que he localizado son de punta hueca, por lo que, tras la modificación del R.A. (también antes de la modificación), no creo que sea buena idea recomendarlas. Sin embargo, haré un repaso por los diferentes calibres usuales en este tipo de armas y señalaré detalles acerca de los mismos:

· .22 long rifle: es usado con cierta frecuencia, ya que las armas que lo disparan son pequeñas y ligeras, y la munición en sí es muy barata y prácticamente la hay en todos sitios a montones. Es un calibre INSUFICIENTE, aunque un disparo en la cabeza a corta distancia será letal, y de hecho hay casos de ciudadanos armados que se han defendido con armas del .22. Estadísticamente no ofrece garantías. No obstante, de inclinarnos por este, buscaremos cargas de la mayor velocidad posible. Una recomendada por Ayoob es la CCI mini mag (OJO, es de punta hueca): http://www.midwayusa.com/viewProduct/?productnumber=383587

· 6,35 mm/.25 ACP: se ven algunas armas de este calibre en manos de militares o como herencias, sobre todo de las marcas Astra y Star. Tienen las ventajas e inconvenientes del .22lr, más uno: la munición del 6,35 no es nada barata…

· 7,65 mm Browning/.32 ACP: muy popular en armas de bolsillo, como la archifamosa Walther PPK. No es muy recomendable por su escaso poder de parada, pocas opciones en cuanto a munición, y precio.

· 9mm corto/.380 ACP: otro calibre muy popular, ya que las armas que lo disparan siguen siendo de bolsillo, y muchos fabricantes de principios del Siglo pasado las fabricaron como churros para mandos militares que no querían deslucir el uniforme con fundas voluminosas. Actualmente parece que muchos abogan por su vuelta, pero la experiencia nos dicta que es un peligroso error: algunos proyectiles de este calibre han sido desviados por huesos, maletines, e incluso gafas, impidiendo que penetraran en el cráneo del agresor. También es caro y cada día más difícil de encontrar… pero se fabrica por todas las marcas.

· .38 Special: evolución de un cartucho de pólvora negra (de ahí el tamaño de su vaina), extremadamente popular en revólveres de cañón corto. Durante muchísimos años ha sido el paradigma del back-up, amén de su uso como calibre deportivo, por lo que es prácticamente tan universal como el .22 lr. Hay multitud de casos reales documentados, ya que fue el calibre reglamentario de la Policía USA durante décadas, y en nuestro país lo sigue siendo en multitud de Policías Locales, en Seguridad Privada, y carga gran cantidad de armas particulares de funcionarios. ¿Qué hay que saber sobre él?: es un calibre marginal, lo mínimo que da ciertas garantías. Con proyectiles ligeros de plomo ha resultado desastroso. Jim Cirillo experimentó hasta deducir que el proyectil de 158 grains semi-wadcutter de punta hueca era el único aceptable. Antes de disponer de estos, los wadcutter de toda la vida (de uso deportivo) fueron los más eficaces en manos de este famoso Policía. La razón tras esto es que el borde liso de estos proyectiles era menos propenso a rebotar, o deslizarse al impactar contra los huesos del cráneo que los ojivales. Esta es una buena opción ahora que nos han prohibido las municiones “expansivas”.

· 9 mm Luger/Parabellum:
tan universal como el anterior, pero no muy difundido para llevar en armas ocultas, ya que hasta la llegada de las pistolas subcompactas, solía dispararse desde armas de servicio: GRANDES. Otro calibre marginal, lo justo para romper los huesos planos (cráneo y pelvis). Las cargas más adecuadas que he encontrado son de punta hueca, por lo que, limitándome a plomo o blindadas, recomiendo usar pesos de entre 124 y 127 grains de peso.

· 357 SIG: una munición que considero “ideal” para trabajo policial. Ofrece una potencia equivalente al .357 magnum, en el tamaño del 9 mm Luger (las armas que usamos actualmente) Los inconvenientes son el precio y la escasa disponibilidad de la misma. Por otra parte, se fabrican armas subcompactas (Glock, Smith and Wesson) de gran calidad para este calibre.

· .357 Magnum: esta munición ha sido un gran éxito disparada por Agentes de la Ley norteamericanos desde los años 30 hasta la actualidad. Posiblemente es la munición policial con mejor poder de parada, y sigue siendo efectiva usada en cañones cortos de 2,5 o 3 pulgadas, dada su alta potencia (precisamente señalaba con anterioridad que las armas de bolsillo deben compensar su largo de cañón con la velocidad de salida), incluso con cargas estándar. Es también un calibre relativamente popular. En defecto de un arma del .44 Special, esta sería mi elección en revólver defensivo.

· .40 Smith and Wesson: el “hijo” del tiroteo de Miami del año 86. Es un buen calibre policial y de defensa, aunque menos preciso que algunos anteriores como el 357 SIG. El principal inconveniente es el desorbitado precio en nuestro país (al contrario que en USA, donde el 80% de los cuerpos policiales lo usan), además de su fuerte retroceso.

· 10 mm Auto: un cartucho excelente, pero con demasiado retroceso para la media, por lo que muchos utilizan cargas reducidas. Al hacerlo, simplemente te quedas con un .40 S&W pero más caro, por lo que no es una buena opción desde el punto de vista “logístico”.

· .41 Magnum: un calibre policial excelente, al que no se ha prestado la suficiente atención, por lo que su difusión es muy limitada.

· .44 Special: esta munición, bastante denostada tras la aparición de su hermano mayor el .44 Magnum, es uno de los calibres ideales para un revólver compacto, de hecho era uno de los favoritos de Elmer keith. Recargando, dispondremos de una munición mucho más potente que el .38 en un tamaño de arma similar.

· .45 Long Colt: antiguo cartucho que se vuelve a utilizar en los revólveres “The Judge” y “Governor”. Es una buena opción ya que podemos usar proyectiles muy pesados (no sobresaldrán del tambor de estas armas)

· .45 ACP: uno de los mejores calibres policiales de todos los tiempos. Dado el mayor tamaño del proyectil, es efectivo incluso con puntas FMJ. Este calibre es, en mi opinión, el mejor para pistola semiautomática si no podemos usar proyectiles expansivos. Una Glock 30, o la reciente HK 45-C serían ideales, incluso una tipo 1911 de tamaño estándar.

A la vista de estos datos, simplemente elegiría un calibre lo mayor posible y con una carga “caliente”, que hiciera un buen agujero en el blanco…

A la última moda:
La funda tiene una función principal: transportar el arma mientras no la usamos, de forma que no entorpezca nuestra actividades, y evitando que ésta se caiga o resulte dañada, y una accesoria: que la pistola esté accesible cuando la necesitemos. En esto influirá nuestra forma de vestir y nuestras actividades, cuestiones que hay que estudiar cuidadosamente. Muchos compañeros compran sus fundas o llevan sus armas en posiciones de moda (lo vieron en alguna película, es mas guay —sobaqueras—) etc., en lugar de delimitar sus necesidades.

La funda para llevar oculta tiene las siguientes prioridades:
· A pesar de estar oculta, debe estar accesible rápidamente si necesitamos la pistola. Al eliminar el riesgo de que nos la arrebaten, eliminamos la necesidad de sistemas de retención. Este tipo de fundas no debería llevar estos elementos (al contrario que las de servicio).

· Debe ocultar la pistola a la vista del público, disimulando sus formas no solo al permanecer erguido, sino también al agacharnos, sentarnos, andar, etc.

· Como última prioridad, incluiré la capacidad de llevar el arma con comodidad, siempre que no comprometa las 2 anteriores. Muchas personas a las que se concede la licencia B, acaban dejando el arma en casa tras elegir erróneamente la funda y resultarles incómodo el ir protegidos.

Podemos portar el arma en las siguientes localizaciones:

-Fundas de cinturón:
Entre estas, hay dos grandes categorías: dentro (o IWB, Inside the Waist Band) y fuera del cinturón (OWB, Outside the Waist Band) Independientemente del tipo elegido, cuanto más atrás portemos el arma, mayor será el ángulo en que la funda deberá presentar la empuñadura para que quede accesible.

Comenzando por la posición más atrasada, sobre las 6 en punto del reloj, y avanzando en sentido anti horario, encontramos:

· SOB / MOB: estas son las siglas en inglés de Small of the Back/Middle of the Back. Es un tipo de funda que se sitúa en la parte central de la espalda, con el arma casi horizontal con la empuñadura hacia arriba. Este tipo de funda pone el énfasis en la ocultación, ya que no produce abultamientos en los costados, pero es incómoda si tenemos que sentarnos, el arma queda poco accesible (o completamente inaccesible si vamos conduciendo), y presenta un gravísimo problema: si caemos de espaldas sobre un suelo duro o nos empujan contra una pared (lo que es muy probable si luchamos cuerpo a cuerpo con un agresor ), corremos un serio riesgo de sufrir lesiones en la columna vertebral y quedar parapléjicos. También podemos cruzar alguna parte de nuestro cuerpo con el eje del cañón al desenfundar bajo estrés. Por tanto, este tipo de funda no es recomendable en ningún caso, ni para el arma ni para otros accesorios como cargadores, esposas, etc.


· FBI: según progresamos hacia la hebilla del cinturón, encontramos la siguiente posición: FBI. En este tipo de fundas la pistola o revólver se sitúa justo detrás del hueso de la cadera, con el cañón inclinado unos 45º hacia atrás. Esta localización es una de las más comunes pues el arma queda accesible, y es muy sencillo protegerla con el codo si intentan quitárnosla. También es adecuada para el tiro instintivo, ya que al desenfundar, simplemente elevando el brazo hacia delante siguiendo su arco natural, la línea de tiro encontrará el blanco que se encuentre frente a nosotros. Los posibles inconvenientes se refieren a la constitución física del operario. Al quedar el arma ceñida al cuerpo, aquellas personas con sobrepeso o las mujeres, cuya cintura se estrecha desde la cadera, pueden sentir molestias al rozar la empuñadura o la rabera de ésta con las costillas. Por otra parte, es una posición que permite agacharse o correr sin problemas, cosa que no ocurre con otras, como veremos. Personalmente la encontré muy confortable con todo tipo de armas, ya que el cañón no presiona la pierna al movernos, podemos agacharnos y levantarnos, correr, etc. sin molestias. Es válida tanto en invierno como en verano (simplemente sacándonos la camisa por fuera), y puede usarse con fundas OWB e IWB.


· Posición Kidney (riñón): es una posición intermedia entre las dos anteriores, en la que el arma queda muy retrasada sin llegar a la columna vertebral. Potencialmente presenta los mismos problemas que las SOB/ MOB, únicamente puede servir a usuarios muy delgados para que el arma pase más desapercibida. No es recomendable si vamos a ir en un vehículo (el arma queda inaccesible)

· Appendix (apéndice): en este caso la funda se sitúa por delante de la cadera, justo sobre el apéndice, normalmente se trata de una funda IWB. Sobre sus ventajas, es una posición accesible y proporciona buena ocultación y posibilidades de retención si usamos una funda interior. También es aconsejable para las mujeres que tengan problemas con la posición FBI. Sin embargo, si hemos de sentarnos o agacharnos, es extremadamente incómoda a no ser que usemos un arma con el cañón muy corto (revólveres chatos, Glock 26, P99). Asimismo, en esta posición al sentarnos el cañón estará apuntando directamente a nuestra pelvis, por lo que llevar un arma con munición en la recámara en esta situación no es una buena idea. Es fácilmente ocultable bajo un jersey o sacándonos la camisa o camiseta. Yo sólo la utilicé en servicios donde pasaba la mayor parte del tiempo de pié, o entre multitudes (en Sanfermines, por ejemplo).


· Cruzado frontal: la pistola se sitúa en la misma zona que la appendix pero en el lado izquierdo, tapada con la chaqueta. Es otro método bueno para las mujeres, pero precisa de un movimiento largo para que nuestra mano alcance la empuñadura, es un movimiento delator (“telegrafiamos” el desenfunde), y nos obliga a mantener el brazo pegado al abdomen para desenfundar, con el peligro de que el atacante nos inmovilice si lo intentamos a corta distancia. Por supuesto, una vez alcanzamos el arma, debemos realizar otro amplio arco para adoptar la posición de tiro.


· Cruzado: es la posición más extrema, ya que el arma se encuentra en la cadera opuesta con la empuñadura hacia delante. Acentúa los inconvenientes de la anterior, pero puede ser útil si estamos sentados o conducimos (es una de las más cómodas para conductores).


· Caballería: haré referencia a este tipo de fundas, llamadas así por las antiguas fundas de los soldados de caballería norteamericanos. El arma se sitúa en la cadera del lado hábil con la empuñadura hacia delante. Para alcanzarla, hay que hacer un movimiento antinatural al girar la palma de la mano hacia fuera, al contrario del gesto instintivo de pegar la mano a la cadera con la palma hacia dentro. Más grave aún, al desenfundar hay muchas posibilidades de cruzar con el eje del cañón alguna parte del cuerpo, con el peligro que ello supone. No obstante era la favorita de nuestro ídolo Wild Bill Hickok y otros coetáneos.

· Fundas interiores: genéricamente, estas se llevan por dentro del pantalón, y pueden estar en cualquiera de las posiciones que hemos estudiado hasta ahora. Este tipo de fundas ofrecen mejores condiciones de ocultación, al no sobresalir el cañón por fuera del pantalón, se pueden usar chaquetas o camisas más cortas (es muy común el ver los cañones de las armas asomar por debajo de la camisa/chaqueta al sentarse, sobre todo en barras de bar), y al estar apretada contra el cuerpo por el cinturón, el bulto es menos evidente. Por otra parte, debemos usar cinturones más largos e incluso un pantalón de una talla mayor. Las mujeres y personas obesas pueden sentir molestias al presionar la culata contra las costillas o el abdomen. También es importante que la funda sea rígida, para poder enfundar sin que se “aplaste” la boca de la misma.
La funda solo es el 50% del sistema. El otro 50% es el cinturón. Para asegurarte de que el arma no se moverá o te resultará incómoda, debes utilizar un cinturón que encaje con los ojales de la funda (algunos modelos de funda tienen ojales ajustables a distintos anchos de cinturón, como las Safariland) Esto es más importante cuanto mayor es el peso del arma, y es aplicable asimismo al resto de accesorios, como fundas de cargadores, linternas, sprays, etc.

· Fundas paddle: estas son un tipo de fundas exteriores que no tienen ojales para el cinturón, sino que poseen una “paleta” que presiona contra la funda y que se introduce dentro del pantalón quedando asegurada por el efecto de pinza. Estas fundas se diseñaron para poder ponérsela y quitársela con facilidad. Sin embargo si son de mala calidad corremos el riesgo de traernos la funda colgando del cañón al desenfundar bajo estrés. Pueden ser una opción para personas que tienen que cambiarse de ropa frecuentemente a lo largo de su jornada de trabajo.


· Tobilleras: no son un buen lugar para llevar el arma primaria, pero puede ser buena para el arma de respaldo (back-up) En determinados casos, como personas que están mucho tiempo sentadas o conduciendo (acompañante) puede ser la forma más accesible. Los policías estadounidenses que prestan sus servicios en líneas aéreas suelen llevar el arma primaria de este modo. Algunas personas no pueden tolerarlas porque la funda irrita los nervios de la pierna, además de precisar pantalones de perneras amplias.


· Bolsillos: existen fundas que encajan en el bolsillo y que pueden servir para llevar armas de pequeño tamaño. Una vez más, no son la mejor forma de llevar el arma principal, pero si la de respaldo. Algunos de mis compañeros simplemente llevaban el arma en el bolsillo del abrigo lista para disparar sin desenfundarla. El único tipo de arma que permite esto con garantías es el S&W Bodyguard o similares. Las pistolas semiautomáticas sufrirán una interrupción tipo chimenea después del primer tiro.


· Fundas sobaqueras: tienen las desventajas de las fundas cruzadas, y además son muy incómodas, y no ocultan tan bien el arma como en las películas. Las mujeres pueden tener problemas para alcanzar el arma debido al pecho. Hay dos tipos fundamentales: en el primero el arma queda vertical apuntando hacia el suelo, y en el segundo esta queda horizontal con el cañón apuntando hacia atrás. Esto puede ser peligroso si desenfundamos bajo estrés y ponemos el dedo en el gatillo, ya que el que esté a nuestra espalda puede resultar herido por una descarga negligente. Todos hemos tenido alguna funda de este tipo, sobre todo al principio de nuestra andadura profesional, y creo que todos también la hemos relegado al fondo del cajón al poco tiempo…

http://www.youtube.com/watch?v=sc5dtPsug8w&feature=related

· Tuckable: tipo de funda interior inventada por Dave Workman, en la que un pliegue de la misma funda sirve para remeter la camisa, quedando el arma totalmente oculta. Es una buena opción para situaciones de bajo riesgo donde es más importante pasar desapercibido, que tener el arma “a mano”.


· Belly band: especie de faja con una funda cosida (inventada por Bianchi en 1960), que se viste bajo la camisa o chaqueta (es muy usada en USA por los médicos) Es muy recomendable para personas obesas o mujeres embarazadas, pero hay que tener cuidado ya que exponen mucho el arma al sudor. De hecho, se han comentado casos de Glocks decoloradas por este hecho.

http://www.youtube.com/watch?v=HuvT73S2Egs

· Riñonera: una buena forma de advertir que llevamos un arma. Cualquier profesional asumirá que una riñonera de buen tamaño contiene un arma hasta que no compruebe lo contrario. Otro inconveniente es que se necesitan las 2 manos para desenfundar. Si necesitas el arma cuando estás haciendo algo con la otra mano (p. Ej. luchando contra un agresor), comprometerás el desenfunde.

· Pager Pal: consiste en una especie de funda paddle interior, en la que el arma queda completamente oculta dentro del pantalón, y la parte que aparece en el exterior es un objeto como un encendedor, funda de teléfono móvil o de navaja, etc. Es una funda de máxima ocultación, y no es mala idea practicar el desenfunde en 2 tiempos con 1 mano, por el motivo expuesto en las riñoneras.


· Bolsos, agendas, etc.: ¿cuál es el principal objetivo de un atracador cuando asalta a una mujer? Si llevas el arma en el bolso y te dan un tirón, perderás automáticamente el control sobre el arma. Todo objeto ajeno al cuerpo acabará siendo una molestia, y lo dejaremos de la mano al hacer cualquier actividad en la que nos entorpezca. Estos sistemas no son en absoluto recomendables.

· Funda “mejicana”/ninguna funda: algunos compañeros sencillamente se “meten” el arma en el pantalón, en cualquiera de las posiciones que hemos visto. Además de que el arma se moverá a cada paso, el sudor acabará oxidándola, sobre todo en verano. No es recomendable en absoluto, hay fundas por 6 euros.

Como vemos existen gran cantidad de posiciones. La elección de una u otra dependerá de nuestras necesidades y de las actividades que desarrollemos (de pié, sentado, conduciendo, ropa de verano o de invierno). Como regla general tendremos en cuenta que el cañón del arma no deberá cubrir ninguna parte de nuestro cuerpo al desenfundar.

Ya tengo arma y funda, ¿estoy listo para salir a la arena?... ¡La respuesta es NO! Algunos instructores contrarios al point shooting argumentan que “nadie ha nacido con un kilo de acero en la mano, por tanto no es posible apuntar instintivamente con la pistola igual que lo hacemos con el dedo”… refiriéndose a la inercia del movimiento debido al peso extra. Del mismo modo, no podemos esperar llevar 1 kilo de equipo en la cadera y que nuestros movimientos sean “naturales”. Indefectiblemente, ese peso adicional afectará a nuestra forma de movernos, y debemos ser conscientes de este fenómeno tanto para evitar telegrafiar dónde llevamos el arma, como para poder detectarlo en los delincuentes.

Algunos ejemplos son:
· Si llevamos una funda a la altura de la cadera, los pasos de la pierna donde se sitúe, serán más cortos, y la mano de ese lado (de forma instintiva), se mantendrá cerca de la pistola.

· Cuando alguien se nos aproxime, tenderemos a girarnos hacia el lado contrario a donde llevamos el arma, alejándola del alcance del interlocutor, o tratando de ocultarla.

· Cada vez que nos agachemos o levantemos, nos sentemos en una silla o vehículo y nos volvamos a poner en pie, subamos o bajemos escaleras, o demos una pequeña carrera, instintivamente llevaremos la mano al arma para corregir su posición o evitar que se caiga o comprobar que no se ha caído. Esto es muy común en personas que no han elegido correctamente la funda, o esta no encaja perfectamente en las trabillas del cinturón. De hecho, con fundas inadecuadas, el arma SE MOVERÁ Y SE CAERÁ (digo esto por experiencia) Una posición especialmente incómoda y que se presta al reposicionamiento es la appendix, por las razones que comenté con anterioridad al referirme a esta posición.

· Si llevamos el arma en una funda OTB y cubierta con una chaqueta o similar, tenderemos a colocar el brazo de ese lado contra el abdomen, para impedir que la chaqueta se abra y se vea la pistola.

· Si somos sorprendidos, sentimos que vamos a caer, o percibimos una amenaza, llevaremos instintivamente la mano al arma, o a sus alrededores. Un buen truco para detectar dónde la lleva el “malo” es provocarle un pequeño susto (un ruido, por ejemplo), en mi época era una broma común entre los escoltas en el norte, y solía funcionar.

· Un caso extremo es el de profesionales que se ciñen a determinados tipos de fundas, lo que les obliga a vestir ropas que no corresponden con el clima o la época del año (ej.: chaquetas en agosto), o directamente usan “fundas” que llaman mucho la atención (riñoneras israelíes).
Ejemplos de todo esto pueden apreciarse en la siguiente imagen:


Conclusiones:
Ya hemos visto que el tema de las armas ocultas es bastante jugoso, y seguro que daría para escribir varios artículos más. La verdad es que no hay fórmulas mágicas, y cada usuario deberá experimentar hasta dar con la solución que mejor se ajuste a sus necesidades, entretanto espero haber sugerido líneas a seguir que acorten y abaraten el proceso (TODOS los que hemos trabajado con armas acabamos con una “colección” de fundas)…