Por: Ernesto Pérez Vera
Drogas, seguridad vial, corrupción, delitos fiscales y urbanísticos y hasta en malos tratos domésticos. Si existen fiscales especializados en delitos de cos, ¿por qué no existen fiscales especializados en presuntos delitos cometidos por los agentes policiales, en atención al empleo de la fuerza en el ejercicio de sus funciones? Lo sé, los c
asos que expongo en la idea no son tipos penales per se, pero de ese uso de la fuerza pueden derivarse, según cada caso, delitos de lesiones, daños, amenazas e incluso homicidios.
En definitiva, me refiero a esos casos en los que se pone en entredicho la legítima defensa. Sería deseable que también a los particulares se le “revisaran”, más especializadamente, todos y cada uno de los puntos que les pueden, llegado el caso, atenuar o eximir de la culpa en casos de uso de fuerza en su propia defensa, o de terceros. Aunque naturalmente la pena es, también, susceptible de agravamiento.
El hecho de que cada cual entienda la proporcionalidad del medio empleado, en atención al criterio o conocimiento personal que de esos “medios” posea, es algo nefasto para la seguridad interna de los policías: un fiscal o juez puede creer que un policía no puede, por pura fisiología, apuntar de madrugada a un atacante en movimiento y acertar en una pierna…y otros estarán convencidos de que los policías son como en las películas de Hollywood, capaces de todo.
Si el fiscal antidroga conoce de la A a Z todas las sustancias estupefacientes prohibidas, y se documenta científicamente y técnicamente sobre sus efectos en los seres humanos, precios y cantidades de venta ilegal en los circuitos de consumidores y traficantes, etcétera, etcétera... Si la Fiscalía de Seguridad Vial está al día en cifras de accidentes cometidos por infractores penales “al volante”; si conoce la realidad y efectos de la ingesta de alcohol y drogas en el organismo humano, y si en base a todo ello dicta instrucciones para una mayor eficacia en la persecución del delito, y su posterior reproche legal, ¿por qué no se especializa a los fiscales en la realidad del enfrentamiento armado? El problema preocupa, y mucho, a todos los policías de este país.
La mayoría de las personas legas en el tema del tiro y
armamento —incluso pasa dentro de la propia comunidad policial, por obra y gracia de una extensa y supina ignorancia—, cree que tirar con una pistola contra un ser humano es tan sencillo y cómodo como hacerlo contra un cartón en la galería de tiro: ¡un huevo que se echa a freír! Si en la galería de tiro uno es capaz de acertar el cien por cien de sus disparos en el papel, y esto lo hacemos como exhibición ante jueces, fiscales, jefes y políticos, estos —los observadores— creerán que todos los agentes podrán siempre hacerlo, y lo que es peor, creerán —seguro que algún iluminado, allí presente, así se lo hará creer— que será posible hacerlo incluso en las peores circunstancias que vive un ser humano: cuando nos acometen gravemente produciendo lesiones graves o la muerte. No es cierto. No es lo mismo entrenar contra un trozo de papel que disparar a una persona.
En la galería haremos demostraciones de habilidades superiores, ante los invitados de la judicatura, y seremos capaces de acertar a la silueta en una pierna, en un hombro o incluso en la cabeza en décimas de segundos, y a 12 metros, o más. ¡Fantástico!, nos darán una palmadita en la espalda y todos se marcharán engañados a sus despachos: “Estos tíos son la ostia… mañana que no me vengan diciendo que mataron al choro sin querer, porque pudieron disparar, incluso a oscuras, en la mano del atracador…máxime si le dispararon a solo 2 metros de distancia…”
Señores, no engañemos a más nadie por más tiempo, ni a los juristas, ni a los legisladores ni a los alumnos. El hurto de la realidad solo perjudica al colectivo policial, y produce negativos efectos en la mente de los policías. Como resultado de aquel perjuicio, el ciudadano se verá salpicado muchas veces. Ese perjuicio se traduce en policías que no disparan cuando pueden y deben, o se traduce en accidentes por malas manipulaciones, rebotes o sobre penetraciones de los proyectiles.
Los jueces, fiscales y también los policías deben conocer la realidad, y ésta es que los enfrentamientos armados son, casi siempre, diametralmente opuestos a como se “enseñan” en las galería
s de tiro de las academias: no son estáticos, no permiten tantos segundos de reacción y los enfrentamientos no esperados se producen a muy cortas distancias, casi siempre de contacto físico entre las partes (estas cosas suelen conocerlas y dominarlas solo los policías especializados y volcados realmente en el tema. No implica que el asunto sea de dominio y control por parte de todo aquel que ostenta un diploma…)
Por cierto, hablo del enfrentamiento NO esperado porque hay otros que SÍ son esperados, o al menos más probables: acudir a una llamada de atraco a un banco supone esperar un enfrentamiento, y por poco tiempo que se posea para llegar al lugar, casi siempre se disfrutará de tiempo para preparar la mente, el arma e incluso colocarse un chaleco protector. Muchas veces se podrá preparar incluso una barricada a la salida del establecimiento atracado, y se dispondrá de refuerzos.
El enfrentamiento NO esperado es aquel que se produce en una cotidiana situación, por ejemplo durante la identificación de una persona que en principio no muestra hostilidad. Son estas las circunstancias que producen más bajas en el bando de la comunidad policial.
Todos los actores deben tener claro ciertos conceptos y aspectos técnicos, al margen de los jurídicos —todos serán doctos en ellos, al menos los actores juristas—. Se debe saber que una cosa es apuntar y dirigir el disparo a u
n punto…y otra es acertarlo. En la galería es fácil: tanto el tirador como el blanco están estáticos, y en el mejor de los entrenamientos se mueve solo el tirador —policía—. En la calle cambian las cosas: todos se mueven por instinto, y muchas veces a lo loco (lógico, hay miedo en las dos partes. Eso se llama naturaleza). El disparo apuntado o dirigido a un hombro puede acabar, incluso estando bien apuntado por un experto tirador, en la cabeza: si el objetivo se mueve, cosa que hará agachándose (acción instintiva del ser humano al creerse en riesgo), el proyectil dirigido al hombro, para evitar una muerte en el acto, podrá acabar muy probablemente en la cabeza. De todos modos se tiene que saber que en órganos no vitales, como el tren inferior o superior, hay vasos sanguíneos de máxima importancia para el organismo y la vida. Si esos vasos son alcanzados, la vida puede perderse en minutos, en caso de no recibirse asistencia médica inmediata.
Drogas, seguridad vial, corrupción, delitos fiscales y urbanísticos y hasta en malos tratos domésticos. Si existen fiscales especializados en delitos de cos, ¿por qué no existen fiscales especializados en presuntos delitos cometidos por los agentes policiales, en atención al empleo de la fuerza en el ejercicio de sus funciones? Lo sé, los c

En definitiva, me refiero a esos casos en los que se pone en entredicho la legítima defensa. Sería deseable que también a los particulares se le “revisaran”, más especializadamente, todos y cada uno de los puntos que les pueden, llegado el caso, atenuar o eximir de la culpa en casos de uso de fuerza en su propia defensa, o de terceros. Aunque naturalmente la pena es, también, susceptible de agravamiento.
El hecho de que cada cual entienda la proporcionalidad del medio empleado, en atención al criterio o conocimiento personal que de esos “medios” posea, es algo nefasto para la seguridad interna de los policías: un fiscal o juez puede creer que un policía no puede, por pura fisiología, apuntar de madrugada a un atacante en movimiento y acertar en una pierna…y otros estarán convencidos de que los policías son como en las películas de Hollywood, capaces de todo.
Si el fiscal antidroga conoce de la A a Z todas las sustancias estupefacientes prohibidas, y se documenta científicamente y técnicamente sobre sus efectos en los seres humanos, precios y cantidades de venta ilegal en los circuitos de consumidores y traficantes, etcétera, etcétera... Si la Fiscalía de Seguridad Vial está al día en cifras de accidentes cometidos por infractores penales “al volante”; si conoce la realidad y efectos de la ingesta de alcohol y drogas en el organismo humano, y si en base a todo ello dicta instrucciones para una mayor eficacia en la persecución del delito, y su posterior reproche legal, ¿por qué no se especializa a los fiscales en la realidad del enfrentamiento armado? El problema preocupa, y mucho, a todos los policías de este país.
La mayoría de las personas legas en el tema del tiro y
En la galería haremos demostraciones de habilidades superiores, ante los invitados de la judicatura, y seremos capaces de acertar a la silueta en una pierna, en un hombro o incluso en la cabeza en décimas de segundos, y a 12 metros, o más. ¡Fantástico!, nos darán una palmadita en la espalda y todos se marcharán engañados a sus despachos: “Estos tíos son la ostia… mañana que no me vengan diciendo que mataron al choro sin querer, porque pudieron disparar, incluso a oscuras, en la mano del atracador…máxime si le dispararon a solo 2 metros de distancia…”
Señores, no engañemos a más nadie por más tiempo, ni a los juristas, ni a los legisladores ni a los alumnos. El hurto de la realidad solo perjudica al colectivo policial, y produce negativos efectos en la mente de los policías. Como resultado de aquel perjuicio, el ciudadano se verá salpicado muchas veces. Ese perjuicio se traduce en policías que no disparan cuando pueden y deben, o se traduce en accidentes por malas manipulaciones, rebotes o sobre penetraciones de los proyectiles.
Los jueces, fiscales y también los policías deben conocer la realidad, y ésta es que los enfrentamientos armados son, casi siempre, diametralmente opuestos a como se “enseñan” en las galería

Por cierto, hablo del enfrentamiento NO esperado porque hay otros que SÍ son esperados, o al menos más probables: acudir a una llamada de atraco a un banco supone esperar un enfrentamiento, y por poco tiempo que se posea para llegar al lugar, casi siempre se disfrutará de tiempo para preparar la mente, el arma e incluso colocarse un chaleco protector. Muchas veces se podrá preparar incluso una barricada a la salida del establecimiento atracado, y se dispondrá de refuerzos.
El enfrentamiento NO esperado es aquel que se produce en una cotidiana situación, por ejemplo durante la identificación de una persona que en principio no muestra hostilidad. Son estas las circunstancias que producen más bajas en el bando de la comunidad policial.
Todos los actores deben tener claro ciertos conceptos y aspectos técnicos, al margen de los jurídicos —todos serán doctos en ellos, al menos los actores juristas—. Se debe saber que una cosa es apuntar y dirigir el disparo a u

En estos casos todos los intervinientes se mueven por instinto: nadie quiere ser impactado y “se quitan de en medio”. Esto ocurrirá por naturaleza, pero también por formación. Algunos instructores enseñamos a moverse tácticamente, pero aprovechando el instinto natural de supervivencia del ser humano. Si te vas a mover, aunque casi no lo tengas previsto, hazlo con sentido y lógica a tu favor. En cualquier caso siempre será positivo no quedarse quieto: te conviertes en un blanco más fácil. En movimiento las dos partes podrán errar sus disparos, y los dirigidos a un punto podrán acabar en otro…
Dependiendo de mil factores, y no siempre y necesariamente de la instrucción recibida, unos impactos irán a un punto idóneo y otras veces no. Conozco el caso de un nefasto tirador a pie quieto —su única instrucción—, que en un atraco desenfundó, montó, corrió “pa quitarse de en medio” y disparó casi sin querer…E IMPACTÓ EN EL ATRACADOR QUE PORTABA EL ARMA DE FUEGO. Ni soñando lo hubiera pensado. Tiró al “tun-tun” y sin mirar…pero impactó en el malo, que por cierto también estaba en movimiento y huyendo. ¡El más difícil toda
vía! Pues igual que él alcanzó a quien ni se había planteado…otros bien instruidos, o que al menos si apuntaron, podrían acabar no impactando donde querían. Cuando un disparo no da donde quiero que de…dará donde no quiero que de…
A colación de lo anterior se me viene a la mente un incidente, accidente en realidad, ocurrido no hace mucho tiempo: un tirador estaba en la línea de tiro manipulando su arma corta de fuego, y dirigiendo la boca de fuego hacia el parabalas/blanco. La manipulación consistía en resolver una traba en el arma, una interrupción. Algo normal y habitual. En eso que estaba el tirador, una persona que se encontraba en las inmediaciones se adelantó a la posición de quien sostenía el arma, y lo rebasó. En el momento que rebasó al tirador, la persona que se encontraba por “allí” se metió en la línea de tiro del arma interrumpida…y se produjo un disparo involuntario durante la resolución de aquella interrupción (mal llamado encasquillamiento). El resultado del suceso fue que aquella persona recibió un disparo con gravísimas consecuencias, aunque no falleció. Por cierto, curiosa trayectoria la del proyectil dentro del cuerpo. Si el hombre se hubiera metido en la línea de fuego erguido, el proyectil solo hubiera impactado en una extremidad inferior, pero irrumpió agachado: NEFASTO.
¡Qué vengo a decir!, pues que el tirador, incluso en este caso del accidente, nunca controla las acciones de la otra parte. Si ese hombre no hubiera entrado en zona “caliente” o de riesgo…ese proyectil hubiera acabado en el suelo (barro), aún cuando el disparo se produjo sin voluntad y por accidente o impericia.
Deben saber todos que en determinadas acciones armadas no es posible, por pura y natural fisiología, apuntar el arma con precisión. Alcanzado un elevando número de pulsaciones por minuto (más de 175ppmm), por efecto de la adrenalina, noradrenalina y cortisol, entre otras hormonas que el cuerpo segrega y reparte por el organismo en situ
aciones límite —no comparable al los efectos del ejercicio físico extremo buscado—, el ojo pierde riego sanguíneo y se queda fijo en la cuenca ocular. Los ojos no se moverán y el cuello no girará (se queda rígido). Todo esto obliga al cuerpo a girar hacia la agresión, dirigiéndose a ella de modo frontal. Se hace imposible ajustar el cristalino y no se pueden tomar los elementos de puntería de modo óptimo. Un 70% de agentes que vivieron situaciones límite, en enfrentamientos, y que fueron científicamente estudiados, confirmaron que su visión se vio seriamente alterada. Los prestigiosos doctores norteamericanos Bruce Sidlle y Dave Grossman lo aseguran en numerosos y concienzudos trabajos. Sidlle estudia el asunto como neurólogo, y Grossman como psicólogo militar especializado (Teniente Coronel).
Sabiéndose lo anterior, ¿se le puede exigir a un ser humano que haga algo contranatura…? Creo que no. Y por cierto, el cuerpo que habita debajo del uniforme de un soldado o policía, por muy formado que esté, es el de un Homo sapiens… El uniforme no aporta poderes extrahumanos.
Son muchas más cosas las que hay que hacerles llegar a quienes tomarán, llegado el momento, cartas en el asunto para impartir justicia. ¿Saben nuestros juristas, jefes y políticos que nuestros proyectiles (armas cortas) no son todo lo efectivos que deseamos y necesitamos…ni tan potentes? La potencia de nuestras armas está super valorada fuera de la comunidad especializada. A no ser que un impacto afecte determinados puntos u órganos del cuerpo, serán precisos muchos más disparos para neutralizar una amenaza grave. Y cómo ya se dijo a
ntes: DIRIGIR UN DISPARO A UNA ZONA DETERMINADA DEL CUERPO, NO SIEMPRE SUPONE ACERTARLA. Ni el calibre generalizado, el 9 m/m Parabellum/Luger/9x19mm, 9 m/m Nato, ni los proyectiles que normalmente montan son idóneos para la función a la que están destinados.
Todo esto es algo que saben quienes más experiencia tienen en enfrentamientos armados policiales: los agentes de la Ley de Norteamérica. Allí no solo tienen mucha experiencia real en enfrentamientos armados (mueren muchos agentes anualmente), sino que estudian, analizan e investigan todos los factores que circundan a los tiroteos. El F.B.I. es quien se encarga de esos estudios. Como ya saben, el F.B.I. es una organización policial dependiente del Departamento de Justicia norteamericano. De todos modos, no es Estados Unidos el país donde más polis caen en enfrentamientos con delincuentes, pero sí es el país donde el asunto se estudia y analiza hasta el extremo.
No pretendo decir que haya que crear un Fiscalía Especial para estos temas…o sí, sino que los fiscales, jueces y en general todo el que pueda llegar a tener “mano” en el asunto, sepa y conozca el tema sin sustracciones a la verdad. Demasiados años instalados en arcaicos y vetustos principios y conocimientos, muchas veces nacidos de leyendas urbanas y mitos, impiden el paso hacia lo que es más cierto y real.
En fin, si seguimos como hasta ahora poco podremos avanzar en este “campo sembrado de minas”. Seguiremos igual, nadie le pone el “cascabel al gato”■
Dependiendo de mil factores, y no siempre y necesariamente de la instrucción recibida, unos impactos irán a un punto idóneo y otras veces no. Conozco el caso de un nefasto tirador a pie quieto —su única instrucción—, que en un atraco desenfundó, montó, corrió “pa quitarse de en medio” y disparó casi sin querer…E IMPACTÓ EN EL ATRACADOR QUE PORTABA EL ARMA DE FUEGO. Ni soñando lo hubiera pensado. Tiró al “tun-tun” y sin mirar…pero impactó en el malo, que por cierto también estaba en movimiento y huyendo. ¡El más difícil toda
A colación de lo anterior se me viene a la mente un incidente, accidente en realidad, ocurrido no hace mucho tiempo: un tirador estaba en la línea de tiro manipulando su arma corta de fuego, y dirigiendo la boca de fuego hacia el parabalas/blanco. La manipulación consistía en resolver una traba en el arma, una interrupción. Algo normal y habitual. En eso que estaba el tirador, una persona que se encontraba en las inmediaciones se adelantó a la posición de quien sostenía el arma, y lo rebasó. En el momento que rebasó al tirador, la persona que se encontraba por “allí” se metió en la línea de tiro del arma interrumpida…y se produjo un disparo involuntario durante la resolución de aquella interrupción (mal llamado encasquillamiento). El resultado del suceso fue que aquella persona recibió un disparo con gravísimas consecuencias, aunque no falleció. Por cierto, curiosa trayectoria la del proyectil dentro del cuerpo. Si el hombre se hubiera metido en la línea de fuego erguido, el proyectil solo hubiera impactado en una extremidad inferior, pero irrumpió agachado: NEFASTO.
¡Qué vengo a decir!, pues que el tirador, incluso en este caso del accidente, nunca controla las acciones de la otra parte. Si ese hombre no hubiera entrado en zona “caliente” o de riesgo…ese proyectil hubiera acabado en el suelo (barro), aún cuando el disparo se produjo sin voluntad y por accidente o impericia.
Deben saber todos que en determinadas acciones armadas no es posible, por pura y natural fisiología, apuntar el arma con precisión. Alcanzado un elevando número de pulsaciones por minuto (más de 175ppmm), por efecto de la adrenalina, noradrenalina y cortisol, entre otras hormonas que el cuerpo segrega y reparte por el organismo en situ

Sabiéndose lo anterior, ¿se le puede exigir a un ser humano que haga algo contranatura…? Creo que no. Y por cierto, el cuerpo que habita debajo del uniforme de un soldado o policía, por muy formado que esté, es el de un Homo sapiens… El uniforme no aporta poderes extrahumanos.
Son muchas más cosas las que hay que hacerles llegar a quienes tomarán, llegado el momento, cartas en el asunto para impartir justicia. ¿Saben nuestros juristas, jefes y políticos que nuestros proyectiles (armas cortas) no son todo lo efectivos que deseamos y necesitamos…ni tan potentes? La potencia de nuestras armas está super valorada fuera de la comunidad especializada. A no ser que un impacto afecte determinados puntos u órganos del cuerpo, serán precisos muchos más disparos para neutralizar una amenaza grave. Y cómo ya se dijo a

Todo esto es algo que saben quienes más experiencia tienen en enfrentamientos armados policiales: los agentes de la Ley de Norteamérica. Allí no solo tienen mucha experiencia real en enfrentamientos armados (mueren muchos agentes anualmente), sino que estudian, analizan e investigan todos los factores que circundan a los tiroteos. El F.B.I. es quien se encarga de esos estudios. Como ya saben, el F.B.I. es una organización policial dependiente del Departamento de Justicia norteamericano. De todos modos, no es Estados Unidos el país donde más polis caen en enfrentamientos con delincuentes, pero sí es el país donde el asunto se estudia y analiza hasta el extremo.
No pretendo decir que haya que crear un Fiscalía Especial para estos temas…o sí, sino que los fiscales, jueces y en general todo el que pueda llegar a tener “mano” en el asunto, sepa y conozca el tema sin sustracciones a la verdad. Demasiados años instalados en arcaicos y vetustos principios y conocimientos, muchas veces nacidos de leyendas urbanas y mitos, impiden el paso hacia lo que es más cierto y real.
En fin, si seguimos como hasta ahora poco podremos avanzar en este “campo sembrado de minas”. Seguiremos igual, nadie le pone el “cascabel al gato”■