lunes, 26 de diciembre de 2011

En estas Navidades: "PAN CON MANTECA..."

Este es el título de la canción de Navidad de los funcionarios de La Línea de la Concepción (Cádiz). En esta ciudad gaditana, fronteriza con el Peñón de Gibraltar, los funcionarios públicos locales, y también trabajadores laborales, llevan meses sin percibir sus sueldos. Si la crisis económica global se cebó con España hace dos años, en La Línea la cosa llegó a su extremo y límite hace más de uno.

El problema no entiende de colores políticos: todo empezó con el Gobierno local del PP y nacional del PSOE, y finalizando el 2011 se agrava la cosa con una permuta de gobernantes. Ahora el equipo de Gobierno local es del PSOE y el nacional del PP. No sé dónde esta la solución, pero urge en aras de un adecuado orden social y ciudadano.

Los sindicatos llevan más de un año presionando con medidas al equipo de Gobierno local, eso sí, las medidas son más o menos laxas y expresivas según soplen los “vientos de levante” que reinan en el Estrecho. Manifestaciones, paros laborales, concentraciones, cortes de calles, encierros y asambleas permanentes se han venido sucediendo durante meses sin que nadie haya dado solución al grave problema laboral: IMPAGO DE NÓMINAS. Ya se acumula el débito de 6 pagas a todos los funcionarios y laborales. La situación llegó incluso a ser peor: 7 nóminas. Hace sólo unos días se abonó, en dos pagos, el mes de octubre, pero el mes de mayo, y otros más (hasta 6) siguen sir ser abonados. Vivimos a sólo 5 días de otra nómina a abonar, que no será satisfecha, se volverá al impago de 7 NÓMINAS.

La situación no solamente lleva a que no se pueda comer y vestir decentemente en las casas de estos policías, sino que algunos ya NO TIENEN CASA. Se da el caso de un agente de la Policía Local que, por no poder hacer frente durante meses al pago de la hipoteca, ha entregado su vivienda al banco… Sí, lo que leen.

viernes, 23 de diciembre de 2011

A lo hollywoodense pero en Alicante: tres marselleses, dos escopetas y un Kalashnikov…

Por: Eduardo Casas y Ernesto Pérez

Alicante, Avenida Alfonso X el Sabio, 20:30 horas de la noche del sábado primero de octubre de 2011. Es una calle comercial que suele estar llena de gente que va de tiendas o que simplemente pasea de un lugar a otro.

En el número 19, haciendo esquina con la calle de César Elguezábal existe una joyería llamada “Siglo XXI”, de reciente apertura. No hace mucho, como todavía podemos ver en Google Maps, ese lugar lo ocupaba un centro médico-estético llamado “Corpo-San”. El día de los hechos se podía ver un enorme cartel que anunciaba una promoción especial por su apertura.

Cuatro individuos franceses, que formaban una peligrosa banda originaria de Marsella, estaban a la caza de un objetivo “fácil” en España. Se sabían ya buscados por la policía de su país, donde habían dado al menos trece “golpes” que les habían reportado por lo menos un millón y medio de euros. Eran un grupo de profesionales acostumbrados a la violencia, a usar las armas y a protegerse de los disparos de la policía, para lo que usaban chalecos antibala.

Ese sábado por la noche, poco antes de la hora del cierre, pretendían ejecutar rápidamente su acción. Lo habían planeado con anterioridad en un chalet que tenían alquilado a tal efecto en la Cañada del Fenollar (un pueblo a 90 kilómetros de la capital, muy cerquita de la provincia de Murcia), que también les servía como piso franco. Los tres miembros más jóvenes realizarían el robo mientras el “cerebro” y padre de uno de ellos les esperaba en el chalet para la huída a Francia.

Así, decididos a todo y armados con un Kalashnikov, una granada y dos escopetas de cañones y culata recortadas (todas ellas armas ilegales en nuestro Ordenamiento Jurídico), con chalecos antibalas, vestidos de negro y con máscaras, llegaron a bordo de un Renault Megane de color azul que habían robado unos días atrás en Elche y al que le habían puesto placas de matrícula falsas.

sábado, 10 de diciembre de 2011

Hoy voy a seguir dado pábulo a mi libro, lo siento. Jajajaja

Os dejo una entrevista radiofónica que se me hizo en RADIO COPE Campo de Gibraltar, a mediados de noviembre. El entrevistador fue Antonio Mateo, y naturalmente…hablamos de MI LIBRO: Una mirada desde la “Verja”

Abrid el sonido del ordenador, espero os guste la entrevista:

http://www.ivoox.com/entrevista-antonio-mateo-cope-campo-gibraltar-a-audios-mp3_rf_934220_1.html

lunes, 28 de noviembre de 2011

Presentación del libro de Ernesto...

El pasado día 15 de este mes de noviembre, a las 19 horas, Ernesto Pérez Vera presentó su libro, Una mirada desde la “Verja”: Policías en La Roca, en el CLUB de la International Police Association de GIBRALTAR. Como ya sabemos, nuestro amigo Ernesto es funcionario del Cuerpo de la Policía Local de La Línea de la Concepción.

El acto fue presentado por el comisario de la Royal Gibraltar Police, Louis Wink, y en la mesa de presentación estuvo también, junto al autor, el superintendente Rob Allen, jefe de la Gibraltar Defence Police (cuerpo policial del Ministerio de Defensa)

El acontecimiento estuvo asistido y organizado por el inspector jefe Ian McGrail y el oficial Henry Sacramento, ambos de la RGP. El inspector Maurice Napoli, jubilado y presidente de la International Police Association de GIBRALTAR, cedió las instalaciones del Club y ofreció una copa de vino, y refrescos con tapas, al finalizar la presentación. Aproximadamente cien personas se dieron cita para el evento. Entre los asistentes había policías de ambos lados de la frontera, y de todos los cuerpos: agentes y mandos de la Guardia Civil, Cuerpo Nacional de Policía y Policía Local de varios municipios. También del Peñón había agentes y mandos de ambos cuerpos. Autoridades políticas, familiares del autor y ciudadanos particulares también se congregaron.

En el salón utilizado para la presentación del libro, el comerciante local Freddie Parody instaló una mesa en la que se podían adquirir ejemplares del libro presentado. Muchos fueron vendidos y posteriormente firmados y dedicados por el autor. Freddie Parody es el propietario de tres librerías en Gibraltar, y en las tres se ofrece, con éxito de ventas, este libro.

Seguidamente se da a conocer el discurso pronunciado, que no leído, por el autor. Ernesto intervino tras ser pronunciadas unas palabras por el comisario Wink. Durante la disertación del autor, un Power Point con imágenes y explicaciones sobre el libro era proyectado en una pantalla ubicada tras la mesa de presentación. El comisario alabó al autor y su libro durante su intervención.

Pedro P. Domínguez Prieto.


Presentación

15 de noviembre de 2011 a las 19 horas

Antes de entrar en materia quiero dejar de manifiesto mi pesar por el fallecimiento de una persona digna de todo respeto y admiración profesional: don José Cabrera Lobato, comisario del CNP. Pepe Cabrera, como casi todo el mundo lo conocía, murió el pasado viernes día 11 a las 9 de la noche. Cabrera es uno de los personajes del libro que hoy presentamos. Él mismo estuvo muchas veces en Gibraltar para coordinar operaciones policiales. Sé que Pepe tenía amigos entre las personas que hoy están en este salón.

DESCANSE EN PAZ UN GRAN POLICÍA, un policía que forma parte de la historia de la policía española.

Ahora sí, ahora entro en materia. Quiero agradecer, ante todos ustedes, la oportunidad que me han brindado los dos cuerpos policiales del Peñón: la RGP y la GDP. Ambas instituciones, encarnadas hoy aquí por el comisario Wink y el superintendente Allen, me abrieron sus puertas para que esta presentación se llevara a término. Como casi todos sabrán, estaba previsto que este evento se celebrará en otro lugar de esta misma ciudad, es más, los trámites para ello fueron gestados y confirmados durante semanas. Por causas ajenas a mi voluntad, pero perfectamente justificadas por quien canceló aquella opción, se ha optado por usar estas espléndidas dependencias.

Las razones que se esgrimieron, para justificar la decisión de la cancelación en el otro lugar, son comprendidas y respetadas por este autor.

No hay mal que por bien no venga: estos compañeros gibraltareños han demostrado lo que ya digo en mi obra, son AMIGOS. Ellos, tan pronto supieron de la contrariedad surgida con el punto originalmente anunciado para celebrar este evento, me tendieron la mano y me abrieron sus puertas. Y al hablar de puertas hablo en plural, pues los dos cuerpos ofrecieron sus respectivos clubes sociales.

Quiero dedicar unas palabras también a otro amigo: José María de Vicente Toribio, inspector jefe del CNP, y prologuista del libro. Me gustaría tenerlo hoy aquí con nosotros, pero no ha podido ser. Imponderables de su servicio, en la Escuela de Policía de Ávila, lo han impedido. Su prólogo, aunque breve, es profundo y sincero. Y sé que es sincero porque conozco bien a Toribio. La escueta aportación de José María a la obra, ofrece más calidad literaria que todo el libro. Mi prologuista ha obtenido diez premios literarios en prosa y poesía y ha publicado ya 5 libros, el último de ellos hace menos de un año. Para mi es un honor y un privilegio contar con José María entre mis amigos. Una lástima que él no haya podido trasladarse hoy hasta este club.

También a Ian McGrail, inspector jefe de la RGP y Joe Osborne, oficial de la GDP, quiero públicamente dar las gracias por prestar su tiempo y atención a este autor. Ellos han estado siempre a mi disposición para resolver cuantas dudas me surgieran. Los dos, en su momento, fueron asignados por sus máximos superiores como enlaces y guías de mis trabajos.

A Domingo López, agente de la PL de Algeciras, le debo mucho también. Domingo es el responsable de la maquetación y diseño de muchos detalles del libro, así como de los carteles de promoción. Pedro Pablo Domínguez y Eduardo Prieto, detective privado y profesor de literatura respectivamente, también han sido colaboradores en determinados momentos. También Enrique Silva, director de seguridad, ha sumado con determinados apoyos.

Dicho esto, necesito decir que este trabajo está dedicado a mi madre.

A mi queridísimo hijo Ernesto también le dedico este trabajo, espero que le sirva de ejemplo, algún día, para muchas cosas. Por cierto, él ha sido quien más horas ha estado junto a mí mientras le daba al teclado, y gestaba la obra. Algún día comprenderá el título del libro, ahora sólo se ríe y dice que no lo comprende…

También a ti te quiero decir algo desde aquí: te quiero María José. Gracias por estar siempre ahí.
Todo tiene una causa o un por qué, y la causa primera que me empujó a escribir este libro es una muy natural y humana: la necesidad de comunicar.

Como cualquier ser humano que conoce datos relativos a algo, que otros desconocen, me vi empujado a dar a conocer aquello que yo sí conocía. Durante mis horas de trabajo como policía, en las charlas con amigos o donde encartara que saliera el tema de Gibraltar y la policía, todos daban palos de ciego en sus manifestaciones sobre las relaciones profesionales entre polis españoles y gibraltareños. Muchos creen que nos estamos pegando tiros todos los días. Es más, en algunos puntos de España existe la idea que vivimos casi una situación de beligerancia. Todos los presentes sabemos que ocurre todo lo contrario.

Yo, por haber escrito para la revista War Heat Internacional dos amplios artículos, sobre los dos cuerpos policiales del Peñón, tenía datos frescos y contrastados sobre el funcionamiento interno, y también público y político, de las fuerzas policiales en Gibraltar. Por cierto, no solamente aquéllos amigos míos daban palos de ciego al referirse a los polis del Peñón, también la prensa lo hacía de una forma generalizada, y lo sigue haciendo. Por ello decidí, tras la publicación de mis artículos, ampliar datos mediante la indagación, y comencé a trazar la idea de lo que es ahora este libro.

Al principio aumenté profusamente el material que dio forma y vida a los artículos antes referidos, y poco a poco fui realizando subdivisiones hasta conseguir tener clara la estructura y contenido del libro. Casi desde el principio tuve clara la idea que pretendía dar de Gibraltar, de su policía y de la siempre controvertida “cuestión de Gibraltar”. Tengo que decir que aún siendo los policías del Peñón los protagonista de la obra, pasajes dedicados a otros asuntos ocupan varios capítulos, eso sí todos esos pasajes hacen un guiño a la seguridad, aunque esta no llegue siempre de la mano de agentes policiales…

Como es natural, si voy a contar cómo y cuándo nacen las fuerzas de seguridad en el Peñón de Gibraltar, antes tendré que decir qué es, y donde está, ese Peñón. Más aún, no puedo decir qué es el Peñón sin hablar de su forma de gobierno, moneda y demás aspectos sociales y demográficos. Por todo ello el libro comienza con un capítulo dedicado a esos aspectos, y es seguido por otro importantísimo: La Historia de Gibraltar. Si hoy existe un Gibraltar británico, contra el que la diplomacia española pugna desde antaño, es por aquello que pasó en 1704 y que tiene que ser recordado en este libro: existió un Gibraltar español. ¡Apasionante capítulo!

Después de estos capítulos ya entro en materia, y comienzo a dedicarle páginas a los protagonistas: los policías. El libro consta de 14 capítulos, y entre el capítulo 3 y 12 se tratan temas puramente relacionados con la policía y la seguridad general del Peñón a lo largo de su historia más reciente o contemporánea.

Doy a conocer los orígenes del actual concepto de cuerpo de policía. No hay que olvidar que el primer cuerpo de policía profesional, tal y como es hoy interpretado y entendido ese concepto, fue creado en Londres; y ahí es nada: el segundo cuerpo se creó en Gibraltar en 1830, sólo meses después que el dispositivo londinense. Entendemos que un cuerpo de policía es una organización jerarquizada y profesional (a tiempo completo), con la misión principal de proteger y velar los intereses ciudadanos en aplicación de orden legislativo positivo.

Desde aquel primer origen policial, y hasta nuestros días, voy repasando aspectos relativos a la organización del cuerpo en Gibraltar: composición, unidades que lo integran, equipos y materiales, formación, etc., etc.

Las relaciones profesionales entre los dos cuerpos policiales que en el Peñón conviven, son tratadas también con detalle.

Desde aquel mes de junio de 1830 y hasta julio de 1938, únicamente un cuerpo vigilaba y protegía a la población de La Roca. Desde aquel año 38 ya son dos los cuerpos que, hasta el momento actual, protegen a los gibraltareños. Royal Gibraltar Police o Policía Local o del pueblo el primero, y Gibraltar Defence Police o Policía de Defensa el segundo, también llamado por los más antiguos: Policía del Monte…

Si algo me mantuvo especialmente absorto durante la elaboración de la obra, fue redescubrir algo que yo ya sabía: no es verdad que la relación policial entre los “bobbys” y los polis españoles sea nefasta. No es verdad y lo digo con rotundidad absoluta. Lo que sí es cierto es que esa es la idea que muchos, a ambos lados de la “Verja”, pretender dar a la opinión pública. Esa imagen obedece a motivos de Estado en unos casos y a causas personales en otros.

Amigos, la realidad es que sólo los políticos, de ambos lados de la frontera, deberían “escupirse” sus argumentos. Nosotros los policías NO debemos entrar en esos juegos.

Ese factor también me llevó a escribir este libro: los policías no debemos entrar en polémicas de “sí o no, Gibraltar español”. No señor, eso para la diplomacia y los políticos. Nosotros a lo nuestro, y eso es detener malvados delincuentes, que bastante hay en los dos territorios. Precisamente ellos, los delincuentes, son los que más beneficio y rédito obtienen de esas disputas policiales que a veces, y digo a veces, se producen.

Los episodios históricos más destacados de la seguridad del Peñón, desde el siglo XIX, forman parte del capítulo al que más pasión le puse durante la elaboración del trabajo. No todos esos episodios tienen como protagonista a las fuerzas policiales de La Roca, pero desde luego deben ser conocidos en mi libro. Participen o no participen los “bobbys” en esos episodios, doy a conocer aspectos relativos a la seguridad general del Peñón y de sus habitantes, por ello no podían ser obviados en mi libro: un libro de policías es un libro de seguridad…

Muchos de esos episodios hacen protagonistas, a la par, a policías y autoridades españoles y británicas. Esto último acredita lo antedicho: las relaciones profesionales son, y sobre todo fueron, excelentes entre policías británicos y españoles. Otra cosa es lo que la gente entiende tras la lectura de artículos políticos y de opinión, publicados en medios de prensa de ambos lados de la “Verja”.

La histórica polémica de las aguas que circunda al Peñón, también las vengo a tratar, eso sí, muy someramente y de soslayo al hablar de las unidades marítimas de la policía gibraltareña. Entrar de lleno en ese asunto es algo que no me toca, pues el objetivo del libro es otro. Pero naturalmente no puedo dejarlo pasar de largo: está más que candente y merecía un repaso jurídico, histórico e incluso anecdótico.

Gran valor tiene para mí el hecho de haber podido entrevistar, para engrandecer este trabajo, a personas que han formado parte de algunos episodios históricos relacionados con la seguridad de Gibraltar. Ellos son tan protagonistas como los propios cuerpos de policía de La Roca. Los entrevistados son, de algún modo, historia viva. Agentes, comisarios, superintendentes, funcionarios de prisiones, pilotos de helicópteros, marinos mercantes y hasta un capitán de la Guardia Civil, se han dejado “interrogar” por mí. Sus manifestaciones han sido, sin excepción alguna, de infinito valor para este autor y la obra.

Estas personas formaron parte activa de episodios históricos vividos en el Gibraltar de gran parte del siglo XX, y también de lo que llevamos del XXI. Españoles como los comisarios del C.N.P. José Cabrera y Ángel Lozano, el capitán de la G.C. Juan Osorio, los capitanes Gárate y Riscos de la Marina Mercante o el agente del C.N.P. Paco Álvarez, han dado testimonio de sus experiencias profesionales y vitales en el Peñón, y con sus compañeros británicos. Del mismo modo se sometieron a mis “pesadas” entrevistas los mandos y policías del Peñón: Joseph Canepa, Louis Wink, Richard Mifsud, John Durante, Ian McGrail, Gareth Coom, Joseph Jurado, Joseph Osborne y Henry Sacramento. Entre estos últimos citados hay funcionarios de la RGP, GDP e incluso del Servicio de Prisiones de Gibraltar.

Tras mencionar a estas personas, deben saber los presentes que muchos de ellos nos acompañan esta tarde. Aprovecho para dar LAS GRACIAS a todos los mencionados.

Algunos de los referidos vivieron los episodios más violentos y desagradables acaecidos en el Peñón, a nivel policial, de toda la historia reciente de Gibraltar. En cualquier caso: esos hechos marcaron, de algún modo, sus vidas profesionales

Los violentísimos disturbios de “los palomos” en los años 60; la intentona argentina de volar buques en el puerto durante 1982; la muerte de tres terroristas irlandeses en 1988; la detención de un peligroso y calculador parricida en 1992; la represión del contrabando y los lancheros en 1995; o el arriesgado rescate de los náufragos del Fedra en 2008, serán conocidos, con lujo de detalles, por el lector. A lo largo de la obra, y a medida que se vayan leyendo esos y otros episodios, el lector irá sabiendo cómo y cuándo actuaron, en cada caso, todos los entrevistados.

Y como no podía ser de otro modo, ¡o sí! pero yo he querido que así fuese, doy a conocer a los lectores el actual modelo policial español. Merece la pena que unos lo conozcan y otros lo “refresquen”. En fin, una breve comparativa de modelos policiales, el británico y el español.

Por cierto, el panorama policial de España es completamente diferente al británico en general, y al gibraltareño en particular. Del mismo modo ocurre con la organización y funcionalidad judicial: modelos diferentes en ambos lados de la frontera. También sobre ello doy pinceladas en la obra. Sin embargo, no son pinceladas las que doy sobre el modelo policial español. Detallo, con bastante aportación de datos, cual es el funcionamiento de las FYCS en España, así como el origen e historia de todos los cuerpos. Puede gustar mucho este capítulo a los policías gibraltareños.

Ya vamos a concluir, pero antes quiero decir que del mismo modo que el libro está dedicado a mi madre y a mi hijo, esta presentación se la “brindo” a todos los policías que diariamente se entrega, con compromiso, a la dura y pocas veces reconocida tarea de perseguir el delito. Esta labor, aunque gratificante para los que somos policías de sentimiento y no simples personas que cobran por vestirse de ello, es, a veces, demasiado arriesgada y desagradable. Y ahora, al hablar de policías, me estoy refiriendo a los de ambos lados: a los españoles y a los gibraltareños, sean del cuerpo que sean.

Por último, y ya acabo de verdad: gracias a todos por estar esta tarde aquí compartiendo conmigo este gran momento. Lean el libro y diviértanse con su lectura, seguro que descubren sucesos y situaciones que no conocían, o que quizá sólo les sonaban...

GRACIAS.

Devuelvo la palabra al comisario Wink. Gracias.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Un ciudadano ejemplar…

Mi amigo y colaborador Pedro Pablo Domínguez Prieto, detective privado de profesión, nos vuele a ilustrar con un texto apasionante. Pedro nos tiene acostumbrados a maravillosas narraciones de hechos reales, y todas ellas desbarban calidad narrativa. Sus textos enganchan y atraen, de eso no hay duda. Además sabe cómo decir las cosas… Pero esta vez se ha superado y nos regala una historia apasionante. Sé que todos los lectores y seguidores de mi blog van a disfrutar…ya me lo irán diciendo…


Lo dicho, a leer. Gracias Pedro.

Ernesto Pérez Vera.

Un ciudadano ejemplar debidamente mentalizado…y armado…


Por: Pedro P. Domínguez Prieto


Generalmente, se acepta que la lucha contra el crimen (prevención general y especial) es tarea del Estado, particularmente de las instancias de control formal. Si somos víctimas de un delito, debemos llamar a la Policía, y si esta detiene a los criminales, los Jueces los castigarán según las acciones que cometieran. Cierto que a la víctima se le permite “defenderse” en el momento de la agresión (art. 20.4 C.P.), pero dadas las restricciones existentes en España respecto a los medios de defensa, es inusual que este derecho se pueda ejercer con efectividad.


Existe otro factor importante, y que además es bien conocido por aquellos que trabajan con armas: el mero hecho de poseerla, no basta para usarla correctamente. Una persona ajena al mundo de la seguridad pública o privada, puede tener acceso a un arma en determinados casos, pero carecerá del conocimiento necesario para emplearla adecuadamente llegado el caso.
Por ello, en España son extremadamente inusuales los casos en que un ciudadano armado ha “repartido plomo” frente a alguien que trataba de atracarle/violarle/asesinarle (viene a mi mente el caso Ferrys), y mucho menos que esa persona lo haya hecho varias veces en un corto espacio de tiempo. En nuestro entorno será más común que hayamos sido víctimas sin opción de defensa varias veces… aunque esa es otra cuestión.


Bien, ejercitemos nuestra imaginación y pensemos que tenemos derecho a “defendernos”, que llegado el momento disponemos de armas de fuego, y que son los atracadores los que se marchan de nuestro hogar “con los pies por delante”, y no una vez, sino 4. Inconcebible, ¿verdad? Ahora sumemos que no somos miembros de FCS o militares, sino simples “civiles” que nos hemos preocupado de entrenar, entrenar y entrenar hasta tener una habilidad equivalente con las armas, más extraño aún.


Esto, que en tierras íberas nos suena a película, ocurrió en realidad en un barrio de Los Ángeles a principios de los 90: es la increíble historia de Lance Thomas.


Ser joyero es un profesión de riesgo, aquí y en cualquier sitio. Dependiendo del lugar, los atracadores estarán más acostumbrados a cometer sus robos sin violencia, o a no dudar en disparar a los propietarios ante la menor resistencia. En USA a finales de los años 80 la última opción era la más común, hasta el punto de que entregar la mercancía no garantizaba evitar que te golpearan o disparasen.

Como otros muchos compañeros del gremio, Lance Thomas poseía un arma en la tienda: un revólver Smith and Wesson 36 del calibre .38 Special de 5 tiros. En lugar de llevarlo en su cuerpo, lo había escondido bajo el mostrador, en un punto cercano a la caja donde pudiera alcanzarlo rápidamente.


El 10 de agosto de 1989, 2 hombres entran en su local. Uno de ellos lleva una pistola de 9 m/m en la mano. Lance decidió en un instante que no se convertiría en víctima, y extendió su mano para alcanzar el revólver.

Llegados a este punto, hay que aclarar que las leyes norteamericanas sobre la defensa propia permiten usar fuerza letal ante un temor razonable de sufrir lesiones graves o la muerte (no es necesario que nos disparen, solo con apuntarnos con un arma ya estaría justificado abrir fuego).

También hay que tener en cuenta que los delincuentes de este país suelen usar armas de fuego con mayor frecuencia que en España, y que es habitual que no duden en disparar ante cualquier resistencia de la víctima. Esto se debe en parte al consumo de drogas como el crack, que en algunas ciudades es un problema endémico.

Por tanto, el Sr. Thomas pudiera muy bien haber muerto aquel día, estaba en manos del delincuente que le apuntaba.

Pero el destino de un hombre puede cambiar únicamente por su determinación: el pequeño revólver del .38 apareció frente al rostro del delincuente y sonaron 3 detonaciones: 2 se perdieron en el fondo de la tienda, pero el tercero impactó directamente en su cara. Al ver caer al primer blanco, el joyero giró su arma hacia el segundo delincuente, pero no viendo ningún arma en sus manos, simplemente le ordenó que se marchara.


Es impresionante la sangre fría de Lance, que fue capaz de “identificar el blanco”, en lugar de tumbarlo al estilo IPSC. El resultado de la lucha no puede ser más favorable: la víctima ilesa y 1 de los atracadores herido de gravedad (finalmente sobrevivió), entendiendo los jueces que se trató de un caso de defensa propia totalmente justificada.


Sufrir un asalto de este tipo es posiblemente la mejor medicina para la concienciación (preguntadle a Ernesto), por lo que Lance analizó los puntos fuertes y débiles de su actuación. Había reaccionado bien y con precisión, pero sintió que posiblemente un revólver de 5 tiros no fuera suficiente la próxima vez. Con esto en mente, el joyero metido a pistolero adquirió 3 revólveres del .357 Magnum: un Colt Python, un Smith and Wesson M19 Combat Magnum y un Ruger Security six, y los distribuyó por su lugar de trabajo, con la idea de hacer recargas neoyorquinas: en lugar de recargar, soltaría cada revólver vacío y cogería otro cargado.
Con estos 4 revólveres (mantuvo el del .38), Thomas esperó hasta el siguiente asalto (mejor dicho intento de asalto). No tardaría en llegar.


El 27 de noviembre de 1989, los delincuentes eran de un tipo totalmente diferente, nada de chorizos de barrio: 5 hombres bien armados y motivados, de los que 3 componían el grupo de “asalto”, y los otros 2 actuaban de apoyo. Accedieron a la tienda y, sin mediar palabra, el hombre de punta disparó con una semiautomática del .25 8 veces (el calibre .25 es para un europeo el conocido 6,35 m/m), hiriendo a nuestro protagonista 4 veces: 3 impactos en el hombro derecho y 1 en el cuello. Posiblemente el 4º disparo no fue mortal debido al pequeño calibre de los proyectiles.

Thomas volvió a responder acorde a su entrenamiento: el Ruger vomitó 6 proyectiles del .357 Magnum, de los que 5 alcanzaron al criminal. Lógicamente cayó como un saco de patatas.
El 2º delincuente abre fuego, y también lo hace el defensor con el .38 de cañón corto, increíblemente ninguno de la docena de proyectiles que silbaban por el aire “tocan pelo”.


Es el turno del tercer chorizo, y también para el tercer revólver del joyero. Los 6 proyectiles del .357 entran en la silueta, otro delincuente que cae al suelo.


En ese momento, el pandillero superviviente decidió que no quería seguir tentando a la suerte, y escapó corriendo del local. Sus 2 compañeros, al escuchar el ruido de los disparos y ver solo a 1 de ellos salir de la tienda, adivinaron lo que había ocurrido y también huyeron.

Nueva victoria para el pistolero: 11 blancos con 19 disparos, 2 delincuentes muertos.
Thomas sin duda había tomado decisiones acertadas en cuanto a armas, calibres y número de estas, y yo no puedo sino darle la razón: el .357 Magnum es posiblemente, el cartucho policial con mejor reputación de la historia. No sabemos si fue debido al aumento en número de asaltantes (de 2 a 5), pero nuestro amigo volvió a aumentar su arsenal, esta vez con pistolas semiautomáticas: 4 SIGs (1 P225 de 9 m/m P y 3 P-220 del .45 ACP). Ahora en el mostrador de la relojería se apilaban nada menos que 8 armas cortas, con 56 cartuchos de munición de alta potencia en ellas.


Su plan seguía siendo el mismo, coger arma tras arma e ir vaciando los cargadores hacia los atracadores, desechándolas según las descargara para coger otra.


Analizando su caso, es imposible no recordar los tiroteos del famoso Jim Cirillo, y ver como Thomas había adoptado varias de sus tácticas, quizás sin ser consciente de ello. En las “emboscadas” de la SOU (unidad del NYPD en la que trabajó Cirillo), los tiroteos tenían lugar a muy corta distancia, sin medias tintas: muy pocos delincuentes neoyorquinos bajaron sus armas al oír “alto policía”. También se daba con frecuencia el caso de producirse disparos simultáneos entre criminales y agentes. En estos casos, según Cirillo, lo más importante era “tumbar” al otro lo antes posible. Reacción inmediata y calibres grandes y potentes, esa era la clave. Cirillo llegó a decir que el arma ideal para estos menesteres era un revólver del .44 Magnum con puntas huecas.


Los calibres elegidos por Thomas (.357 y .45) cumplían con las condiciones de Cirillo.

3º round: 4 de diciembre de 1991. De nuevo Thomas iba a tener que usar sus armas para defenderse. 2 atracadores, un hombre y una mujer entran en la tienda, el varón desenfunda una Glock y apunta al tendero, ordenándole que no se mueva. Buena cosa le dijo, en un momento su mano iba hacia la SIG más cercana.

En esta ocasión, el primer proyectil del asaltante impactó al defensor en el cuello, no siendo fatal por cuestión de centímetros. Debido a la urgencia, Thomas no pudo empuñar correctamente la P225 (lo que se llama limp wristing) y tras disparar 3 veces hacia el pecho del agresor, la pistola se interrumpió. Sin pararse a solucionar la traba, la soltó y cogió la siguiente: una P220. 5 “plomos” del .45 acaban con la vida del atracador. Su acompañante no se mostró muy dispuesta a pelear, por lo que la lucha había terminado.


Lance volvería a recuperarse de sus heridas: 4:0.

Epitafio: 20 de febrero de 1992. Lance ya era un pistolero experimentado. Como decimos coloquialmente “tonterías las justas”. Cuando 2 individuos armados entraron en la tienda, ni siquiera tuvieron ocasión de levantar las pistolas que Thomas vislumbró en sus manos. El primero cayó con 8 proyectiles del .45 en su cuerpo. La segunda P220 lanzó 4 más al pecho del segundo, zanjando la cuestión definitivamente.


Thomas había prevalecido frente a 11 delincuentes, matando a 5 e hiriendo a un sexto. A cambio había sido herido en 5 ocasiones. Sin duda ningún delincuente de la época pensaba en ese momento en ir a batirse en duelo con el relojero, pero eso no aplacaba la sed de venganza que corría entre las bandas de la ciudad, que finalmente amenazaron con tirotear la tienda periódicamente y matar a los clientes que estuvieran allí. Lance Thomas se vió obligado a cerrar la tienda, ante la disyuntiva de poner en peligro a personas inocentes.

Hoy en día, este singular pistolero de la era moderna vive en el anonimato, rehusando incluso ser entrevistado, oculto de las múltiples amenazas de muerte que recibió.


Tan solo hemos podido rescatar una entrevista concedida al programa “Turning Point” de ABC News, que fue a su vez publicada en la revista Guns and Self Defense: when can you shoot, el 5 de octubre de 1994:

http://www.youtube.com/watch?v=pkWgp2abM2ww


Don Kladstrup (entrevistador): “Durante 14 años, Lance Thomas fue un relojero de éxito en un barrio del Oeste de Los Ángeles, vendiendo relojes de gran valor, de lujo y de época. Hace 5 años, la zona fue azotada por una serie de robos a mano armada, en los que varios comerciantes fueron brutalmente asesinados”


Lance Thomas (describiendo su primer tiroteo): “… Decidí que no sería una víctima en un instante. No soy la pistola más rápida del Oeste, no soy Wild Bill Hickok. Estaba muerto de miedo, de hecho pensé que no sería capaz de hacerlo.”

D.K.: “¿En qué medida cambió su vida?”
L.T.: “Así es como descubrí la esencia de la defensa personal: y si… y si…y si… Los escenarios eran infinitos, y me vi a mi mismo planeando como reducir la probabilidad de morir si ocurría de nuevo.”


D.K.: “Lance comenzó a practicar en el campo de tiro, apuntándose a un gimnasio y practicando tácticas para cada escenario de robo que se le ocurría. ¿Cómo pudo seguir disparando, defendiéndose, con un proyectil en el cuello y 3 en el hombro?


L.T.: “No me había matado, y no me había quedado sin munición”.
D.K.: Se pregunta si muchos alumnos de defensa propia están tan preparados mentalmente como lance Thomas.

Nuestro amigo continúa: “Si nos trasladamos mentalmente al punto inicial en que estoy enfrentándome a un delincuente armado, tengo que decidir si quiero ser una víctima a su merced o ejercer el derecho a la defensa personal y pelear, y pelear supone aceptar la posibilidad de matar o morir. Dura elección”.

D.K.: “Ciertamente, Lance Thomas no siente remordimiento por las personas que mató”
L.T.: “Remordimiento y culpa… si lo buscas en el diccionario son sinónimo de error. Yo no creo que errara”.


Actitud y aptitud, esas parece que fueron las claves para que el Sr. Thomas saliera vivo frente a 11 delincuentes armados. En el vídeo de la entrevista, además de la impresionante panoplia de “herramientas”, se ve al relojero practicar en la galería. Sin duda tenemos muchas cosas que aprender de él.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Entrevista a Ernesto Pérez Vera, autor del libro “Una mirada desde La “Verja": Policías en La Roca”

Por: Rafa Fernández
Redactor de ARMAS.ES, edición impresa.

Rafa Fdez: La mayoría de nuestros lectores conoce de sobra tu trabajo y tus reportajes sobre armas, técnicas de tiro policial, pruebas balísticas, etc. Pero ¿qué van a encontrar diferente en este nuevo libro que ahora sale a la luz?

(EPV) Van a encontrar algo diferente a mi temática habitual como articulista: historia. El libro es básicamente de historia. Indago en la seguridad general del Peñón de Gibraltar, cuya responsabilidad recae, desde 1830, en la policía amén de en las fuerzas armadas para casos concretos. En dos misiones policiales, los militares colaboran plenamente con las fuerzas policiales del Peñón. El libro detalla todo esto, y más.

Rafa Fdez: ¿Cuándo y cómo surgió la idea de escribir este libro sobre las relaciones policiales entre España y Gibraltar?

(EPV) Verás, tomando un café en el club social de la Gibraltar Defence Police vi la luz: eran policías británicos civiles, pero armados con fusiles de asalto, subfusiles y pistolas. Pero lo verdaderamente llamativo es que dependen del Ministerio de Defensa. Me di cuenta que esos detalles (civiles armados bajo control del MoD) no eran conocidos por la opinión pública y periodística de este lado de la frontera. Bajo el título “Policías civiles protegiendo a militares”, escribí en 2009 un extenso artículo para la revista War Heat Internacional. Esta publicación ya venía publicando otros trabajos firmados por mí. Tras ese artículo vino otro y después llegó la idea del libro.

Rafa Fdez: ¿Quiénes fueron las personas que más te animaron a llevar adelante esta obra?

(EPV) Pues muchos me alentaron a ello, principalmente lectores de mis artículos y seguidores de mi blog (ambos artículos sobre las fuerzas policiales de Gibraltar se publicaron en mi blog, además de en otros medios on line) Mis amigos Pedro P. Domínguez y Domingo López han sido los que más me ayudaron en la traducción de textos escritos en inglés y en el diseño y maquetación de la obra. Otros amigos me apoyaron con el retoque de imágenes y revisión del texto: Enrique Silva y Eduardo Prieto.

Rafa Fdez: ¿Cuál ha sido el momento más duro o la información más difícil de conseguir en la elaboración de tu obra?

(EPV) No hubo momentos duros, pero sí esperas: a veces no fue fácil cuadrar fechas y horas con las personas objeto de las entrevistas. Casi todos son personas profesionalmente activas y con apretadas agendas.

Rafa Fdez: ¿Y cuál dirías que ha sido el dato o la anécdota que más te ha sorprendido conocer?

(EPV) Muchas son las anécdotas que me han sorprendido. Una me resulta muy atractiva, aunque no era desconocida para mí. Es el secuestro cometido sobre dos ciudadanos gibraltareños, en 1870, en lo que es hoy La Línea de la Concepción (ese mismo año se fundó la ciudad) Una partida de bandoleros, al más puro y clásico estilo “bandoleril”, dio origen a una larga investigación que acabó a tiro limpio, como solía ser frecuente, con la Guardia Civil. Soy un apasionado de todo lo relativo al bandolerismo, y este episodio lo conocía desde niño: no dudé en incluirlo en mi libro.

Rafa Fdez: En tu libro dedicas todo un capítulo a los medios materiales de que dispone la policía gibraltareña. ¿Son muy diferentes a los medios con los que cuentan nuestras fuerzas del orden en España?

(EPV) Son similares, pero diferentes. Me explico. Tanto la GDP como la RGP poseen armas de calibres y prestaciones idénticas a las armas de los cuerpos españoles, pero ellos son lo más parecido, al menos la RGP, a nuestros cuerpos de Policía Local. Aquí los cuerpos locales de policía, exceptuando puntuales casos, no emplean subfusiles o armas largas en general (en realidad el modelo de subfusil que emplean no dispara en fuego automático). El otro cuerpo, por depender del Ministerio de Defensa y proteger sus intereses en el Peñón, utiliza, entre otras armas, fusiles de asalto del calibre estándar en la OTAN, como cualquier cuerpo policial del Estado español, e incluso autonómico.

En cuanto a equipos de transmisiones igual: emplean modernos sistemas digitales como los que usamos en España. Y en el campo de vehículos ya tienen, desde hace tiempo en muchos vehículos, sistemas de video-grabación del exterior, cosa que en España no está extendida aún.

Rafa Fdez: Los “bobbies” o agentes británicos son mundialmente conocidos porque no suelen portar armas de fuego en su trabajo diario. ¿Cómo concibe esta realidad un policía e instructor de tiro como tú, ferviente defensor de la preparación y el uso cotidiano de las armas de fuego como instrumento de defensa profesional?

(EPV) Como se suele decir: ¡me alegra que me hagas esa pregunta! He llegado a comprenderlo perfectamente: es cuestión de costumbre y necesidad, y allí convergen ambos conceptos. Como decía en una pregunta anterior, las armas se usan, eso sí bajo un estricto control y protocolo. En el libro me explayo en este tema. Pero sinceramente, he llegado a comprender su filosofía, aunque no siempre la comparta. Cuestión de necesidad… El libro lo explica.

Rafa Fdez: Desde tu conocimiento, ¿cuál dirías que es hoy en día la principal amenaza a la que se enfrentan las fuerzas del orden de “La Roca”?

(EPV)
En el día a día es la seguridad ciudadana. Los delitos de robo han aumentado de un tiempo a esta parte, y también algunos delitos violentos “de sangre”. Creo que la problemática no es muy distinta a la de muchas ciudades españolas, lo que pasa es que aquella ciudad tiene una población de aproximadamente 30.000 habitantes…

Los sistemas jurídicos y penales son muy diferentes en ambos lados de la “Verja”: lo que para nosotros se persigue en vía administrativa y se arregla con una denuncia (“multa”) interpuesta por un policía o guardia, allí en el Peñón te lleva al calabozo con pase a disposición judicial. En el libro refiero los casos más comunes y significativos, casos que todos los lectores, aún siendo legos, comprenderán.


Rafa Fdez: En los últimos años parece que se han intensificado los “roces” entre las fuerzas de seguridad de España (principalmente con la Guardia Civil como protagonista) y de Gibraltar. ¿Por qué crees que se siguen produciendo este tipo de incidentes?, ¿confías en que algún día lleguen a desaparecer?

(EPV) Efectivamente, hemos conocido recientemente algunos casos de desencuentros en el “mar de la discordia”. Pero no nos engañemos, no son nuevos. Siempre los ha habido, solo que ahora se me antoja que se les da más pábulo. De todos modos, son más lo momentos dulces que agrios entre ambos implicados, más aún en el pasado. Ese es un poco el objetivo del libro: ¿por qué antes nos llevábamos mejor…? En el libro narro apasionantes historias de amistad, camaradería y eficacia policial en los dos lados de la frontera. Todas las historias emanan de manifestaciones de los propios implicados, con nombre y apellidos…

Rafa Fdez: Casi en el epílogo de tu libro, viertes una pequeña crítica al actual sistema de funcionarios de seguridad vigente en España, ya que consideras que existen “demasiados cuerpos con un mismo fin”. ¿Consideras que debería reformarse este sistema?, ¿hacia dónde crees que habría que tender?

(EPV) Efectivamente, la actual Ley que regula a los cuerpos de seguridad de nuestro país debe ser revisada profundamente. De una revisión seria y objetiva podría beneficiarse la sociedad entera. Creo que hay de redefinir las competencias de todos los cuerpos, y dejar bien claras las funciones comunes y hasta donde llegar con ellas. Hasta la fecha esto es muy ambiguo. Con las competencias exclusivas de cada cuerpo no suele existir problema, pues están muy claras y definidas.

El hecho de que varios cuerpos cubran o puedan cubrir las mismas competencias no es negativo, al revés. Además es lógico, una competencia común a todos debe ser proteger del ilícito al ciudadano. Arrimar el hombro, desde todos los cuerpos, nunca puede ser malo. Lo negativo es la descoordinación existente, cuando la propia normal vigente promueve, casi siempre sin éxito, la cooperación recíproca. Ahí es donde hay que centrar más la mirada.

De la falta de entendimiento y coordinación entre cuerpos, solo los infractores sacan algo positivo.

Rafa Fdez: Por último, ¿qué tipo de lectores piensas que no deben dejar escapar la oportunidad de leer este libro?, ¿a quién o a quiénes se lo recomendarías?

(EPV) Lejos de lo que la portada y el título puedan inducir, el libro no está destinado exclusivamente a policías. No es ese mi propósito desde que proyecté la obra.

El libro versa sobre la seguridad general en el Peñón de Gibraltar, y esta competencia, por definición, es propia de la policía pero no exclusiva. Desde 1830 existe un cuerpo de policial en Gibraltar, y eso implica que ese cuerpo sea el segundo más antiguo del mundo. Desde ese momento, y hasta la fecha, esos polis son los que soportan el mayor peso de la seguridad general de las calles gibraltareñas, si bien en otras áreas son apoyados por la Policía de Ministerio de Defensa. Ambos cuerpos han sido protagonistas, y testigos, de infinitos episodios que atentaron contra la seguridad de los ciudadanos gibraltareños. Todos esos casos se dan a conocer, y a veces con el testimonio de quienes allí estuvieron: testigos de la historia, plenamente identificados.

Repasando todos y cada uno de esos sucesos se está repasando la historia local, comarcal, nacional española y hasta mundial. Las trece personas entrevistas han participado, con mayor o menor grado de implicación, en sucesos interesantísimos y apasionantes de la historia gibraltareña. Esas personas son, en algunos casos, historia viva.

El libro será instructivo, e incluso atractivo, para los aficionados a la historia en general y también para los estudiosos del mundo policial. En la zona geográfica que protagoniza el contenido de la obra, a muchos les será de interés repasar la mayor parte de los capítulos. Incluso para los estudiosos y seguidores de la “Cuestión de Gibraltar” puede ser de interés, pues al margen de desvelar datos objetivos y conocidos, doy mi opinión personal como nativo y profesional de la zona.

sábado, 29 de octubre de 2011

Juristas y policías doctos en sus temas: SÍ A LA ESPECIALIZACIÓN EN PERSEGUIR Y “JUZGAR” EL DELITO…

Por: Ernesto Pérez Vera

Drogas, seguridad vial, corrupción, delitos fiscales y urbanísticos y hasta en malos tratos domésticos. Si existen fiscales especializados en delitos de cos, ¿por qué no existen fiscales especializados en presuntos delitos cometidos por los agentes policiales, en atención al empleo de la fuerza en el ejercicio de sus funciones? Lo sé, los casos que expongo en la idea no son tipos penales per se, pero de ese uso de la fuerza pueden derivarse, según cada caso, delitos de lesiones, daños, amenazas e incluso homicidios.

En definitiva, me refiero a esos casos en los que se pone en entredicho la legítima defensa. Sería deseable que también a los particulares se le “revisaran”, más especializadamente, todos y cada uno de los puntos que les pueden, llegado el caso, atenuar o eximir de la culpa en casos de uso de fuerza en su propia defensa, o de terceros. Aunque naturalmente la pena es, también, susceptible de agravamiento.

El hecho de que cada cual entienda la proporcionalidad del medio empleado, en atención al criterio o conocimiento personal que de esos “medios” posea, es algo nefasto para la seguridad interna de los policías: un fiscal o juez puede creer que un policía no puede, por pura fisiología, apuntar de madrugada a un atacante en movimiento y acertar en una pierna…y otros estarán convencidos de que los policías son como en las películas de Hollywood, capaces de todo.

Si el fiscal antidroga conoce de la A a Z todas las sustancias estupefacientes prohibidas, y se documenta científicamente y técnicamente sobre sus efectos en los seres humanos, precios y cantidades de venta ilegal en los circuitos de consumidores y traficantes, etcétera, etcétera... Si la Fiscalía de Seguridad Vial está al día en cifras de accidentes cometidos por infractores penales “al volante”; si conoce la realidad y efectos de la ingesta de alcohol y drogas en el organismo humano, y si en base a todo ello dicta instrucciones para una mayor eficacia en la persecución del delito, y su posterior reproche legal, ¿por qué no se especializa a los fiscales en la realidad del enfrentamiento armado? El problema preocupa, y mucho, a todos los policías de este país.

La mayoría de las personas legas en el tema del tiro y armamento —incluso pasa dentro de la propia comunidad policial, por obra y gracia de una extensa y supina ignorancia—, cree que tirar con una pistola contra un ser humano es tan sencillo y cómodo como hacerlo contra un cartón en la galería de tiro: ¡un huevo que se echa a freír! Si en la galería de tiro uno es capaz de acertar el cien por cien de sus disparos en el papel, y esto lo hacemos como exhibición ante jueces, fiscales, jefes y políticos, estos —los observadores— creerán que todos los agentes podrán siempre hacerlo, y lo que es peor, creerán —seguro que algún iluminado, allí presente, así se lo hará creer— que será posible hacerlo incluso en las peores circunstancias que vive un ser humano: cuando nos acometen gravemente produciendo lesiones graves o la muerte. No es cierto. No es lo mismo entrenar contra un trozo de papel que disparar a una persona.

En la galería haremos demostraciones de habilidades superiores, ante los invitados de la judicatura, y seremos capaces de acertar a la silueta en una pierna, en un hombro o incluso en la cabeza en décimas de segundos, y a 12 metros, o más. ¡Fantástico!, nos darán una palmadita en la espalda y todos se marcharán engañados a sus despachos: “Estos tíos son la ostia… mañana que no me vengan diciendo que mataron al choro sin querer, porque pudieron disparar, incluso a oscuras, en la mano del atracador…máxime si le dispararon a solo 2 metros de distancia…”

Señores, no engañemos a más nadie por más tiempo, ni a los juristas, ni a los legisladores ni a los alumnos. El hurto de la realidad solo perjudica al colectivo policial, y produce negativos efectos en la mente de los policías. Como resultado de aquel perjuicio, el ciudadano se verá salpicado muchas veces. Ese perjuicio se traduce en policías que no disparan cuando pueden y deben, o se traduce en accidentes por malas manipulaciones, rebotes o sobre penetraciones de los proyectiles.

Los jueces, fiscales y también los policías deben conocer la realidad, y ésta es que los enfrentamientos armados son, casi siempre, diametralmente opuestos a como se “enseñan” en las galerías de tiro de las academias: no son estáticos, no permiten tantos segundos de reacción y los enfrentamientos no esperados se producen a muy cortas distancias, casi siempre de contacto físico entre las partes (estas cosas suelen conocerlas y dominarlas solo los policías especializados y volcados realmente en el tema. No implica que el asunto sea de dominio y control por parte de todo aquel que ostenta un diploma…)

Por cierto, hablo del enfrentamiento NO esperado porque hay otros que SÍ son esperados, o al menos más probables: acudir a una llamada de atraco a un banco supone esperar un enfrentamiento, y por poco tiempo que se posea para llegar al lugar, casi siempre se disfrutará de tiempo para preparar la mente, el arma e incluso colocarse un chaleco protector. Muchas veces se podrá preparar incluso una barricada a la salida del establecimiento atracado, y se dispondrá de refuerzos.

El enfrentamiento NO esperado es aquel que se produce en una cotidiana situación, por ejemplo durante la identificación de una persona que en principio no muestra hostilidad. Son estas las circunstancias que producen más bajas en el bando de la comunidad policial.

Todos los actores deben tener claro ciertos conceptos y aspectos técnicos, al margen de los jurídicos —todos serán doctos en ellos, al menos los actores juristas—. Se debe saber que una cosa es apuntar y dirigir el disparo a un punto…y otra es acertarlo. En la galería es fácil: tanto el tirador como el blanco están estáticos, y en el mejor de los entrenamientos se mueve solo el tirador —policía­—. En la calle cambian las cosas: todos se mueven por instinto, y muchas veces a lo loco (lógico, hay miedo en las dos partes. Eso se llama naturaleza). El disparo apuntado o dirigido a un hombro puede acabar, incluso estando bien apuntado por un experto tirador, en la cabeza: si el objetivo se mueve, cosa que hará agachándose (acción instintiva del ser humano al creerse en riesgo), el proyectil dirigido al hombro, para evitar una muerte en el acto, podrá acabar muy probablemente en la cabeza. De todos modos se tiene que saber que en órganos no vitales, como el tren inferior o superior, hay vasos sanguíneos de máxima importancia para el organismo y la vida. Si esos vasos son alcanzados, la vida puede perderse en minutos, en caso de no recibirse asistencia médica inmediata.

En estos casos todos los intervinientes se mueven por instinto: nadie quiere ser impactado y “se quitan de en medio”. Esto ocurrirá por naturaleza, pero también por formación. Algunos instructores enseñamos a moverse tácticamente, pero aprovechando el instinto natural de supervivencia del ser humano. Si te vas a mover, aunque casi no lo tengas previsto, hazlo con sentido y lógica a tu favor. En cualquier caso siempre será positivo no quedarse quieto: te conviertes en un blanco más fácil. En movimiento las dos partes podrán errar sus disparos, y los dirigidos a un punto podrán acabar en otro…

Dependiendo de mil factores, y no siempre y necesariamente de la instrucción recibida, unos impactos irán a un punto idóneo y otras veces no. Conozco el caso de un nefasto tirador a pie quieto —su única instrucción—, que en un atraco desenfundó, montó, corrió “pa quitarse de en medio” y disparó casi sin querer…E IMPACTÓ EN EL ATRACADOR QUE PORTABA EL ARMA DE FUEGO. Ni soñando lo hubiera pensado. Tiró al “tun-tun” y sin mirar…pero impactó en el malo, que por cierto también estaba en movimiento y huyendo. ¡El más difícil todavía! Pues igual que él alcanzó a quien ni se había planteado…otros bien instruidos, o que al menos si apuntaron, podrían acabar no impactando donde querían. Cuando un disparo no da donde quiero que de…dará donde no quiero que de…

A colación de lo anterior se me viene a la mente un incidente, accidente en realidad, ocurrido no hace mucho tiempo: un tirador estaba en la línea de tiro manipulando su arma corta de fuego, y dirigiendo la boca de fuego hacia el parabalas/blanco. La manipulación consistía en resolver una traba en el arma, una interrupción. Algo normal y habitual. En eso que estaba el tirador, una persona que se encontraba en las inmediaciones se adelantó a la posición de quien sostenía el arma, y lo rebasó. En el momento que rebasó al tirador, la persona que se encontraba por “allí” se metió en la línea de tiro del arma interrumpida…y se produjo un disparo involuntario durante la resolución de aquella interrupción (mal llamado encasquillamiento). El resultado del suceso fue que aquella persona recibió un disparo con gravísimas consecuencias, aunque no falleció. Por cierto, curiosa trayectoria la del proyectil dentro del cuerpo. Si el hombre se hubiera metido en la línea de fuego erguido, el proyectil solo hubiera impactado en una extremidad inferior, pero irrumpió agachado: NEFASTO.

¡Qué vengo a decir!, pues que el tirador, incluso en este caso del accidente, nunca controla las acciones de la otra parte. Si ese hombre no hubiera entrado en zona “caliente” o de riesgo…ese proyectil hubiera acabado en el suelo (barro), aún cuando el disparo se produjo sin voluntad y por accidente o impericia.

Deben saber todos que en determinadas acciones armadas no es posible, por pura y natural fisiología, apuntar el arma con precisión. Alcanzado un elevando número de pulsaciones por minuto (más de 175ppmm), por efecto de la adrenalina, noradrenalina y cortisol, entre otras hormonas que el cuerpo segrega y reparte por el organismo en situaciones límite —no comparable al los efectos del ejercicio físico extremo buscado—, el ojo pierde riego sanguíneo y se queda fijo en la cuenca ocular. Los ojos no se moverán y el cuello no girará (se queda rígido). Todo esto obliga al cuerpo a girar hacia la agresión, dirigiéndose a ella de modo frontal. Se hace imposible ajustar el cristalino y no se pueden tomar los elementos de puntería de modo óptimo. Un 70% de agentes que vivieron situaciones límite, en enfrentamientos, y que fueron científicamente estudiados, confirmaron que su visión se vio seriamente alterada. Los prestigiosos doctores norteamericanos Bruce Sidlle y Dave Grossman lo aseguran en numerosos y concienzudos trabajos. Sidlle estudia el asunto como neurólogo, y Grossman como psicólogo militar especializado (Teniente Coronel).

Sabiéndose lo anterior, ¿se le puede exigir a un ser humano que haga algo contranatura…? Creo que no. Y por cierto, el cuerpo que habita debajo del uniforme de un soldado o policía, por muy formado que esté, es el de un Homo sapiens… El uniforme no aporta poderes extrahumanos.

Son muchas más cosas las que hay que hacerles llegar a quienes tomarán, llegado el momento, cartas en el asunto para impartir justicia. ¿Saben nuestros juristas, jefes y políticos que nuestros proyectiles (armas cortas) no son todo lo efectivos que deseamos y necesitamos…ni tan potentes? La potencia de nuestras armas está super valorada fuera de la comunidad especializada. A no ser que un impacto afecte determinados puntos u órganos del cuerpo, serán precisos muchos más disparos para neutralizar una amenaza grave. Y cómo ya se dijo antes: DIRIGIR UN DISPARO A UNA ZONA DETERMINADA DEL CUERPO, NO SIEMPRE SUPONE ACERTARLA. Ni el calibre generalizado, el 9 m/m Parabellum/Luger/9x19mm, 9 m/m Nato, ni los proyectiles que normalmente montan son idóneos para la función a la que están destinados.

Todo esto es algo que saben quienes más experiencia tienen en enfrentamientos armados policiales: los agentes de la Ley de Norteamérica. Allí no solo tienen mucha experiencia real en enfrentamientos armados (mueren muchos agentes anualmente), sino que estudian, analizan e investigan todos los factores que circundan a los tiroteos. El F.B.I. es quien se encarga de esos estudios. Como ya saben, el F.B.I. es una organización policial dependiente del Departamento de Justicia norteamericano. De todos modos, no es Estados Unidos el país donde más polis caen en enfrentamientos con delincuentes, pero sí es el país donde el asunto se estudia y analiza hasta el extremo.

No pretendo decir que haya que crear un Fiscalía Especial para estos temas…o sí, sino que los fiscales, jueces y en general todo el que pueda llegar a tener “mano” en el asunto, sepa y conozca el tema sin sustracciones a la verdad. Demasiados años instalados en arcaicos y vetustos principios y conocimientos, muchas veces nacidos de leyendas urbanas y mitos, impiden el paso hacia lo que es más cierto y real.

En fin, si seguimos como hasta ahora poco podremos avanzar en este “campo sembrado de minas”. Seguiremos igual, nadie le pone el “cascabel al gato”■

jueves, 20 de octubre de 2011

MÁS DIFÍCIL TODAVÍA: 1 contra 4... ¡¡¡y gana el "1"!!!

Os dejo hoy otro texto escrito por Pedro Pablo Domínguez. Nos presenta en esta ocasión una intervención policial acaecida en USA hace pocas fechas. En ella vamos a conocer una historia de película, pero creíble: está acreditada la veracidad del suceso.


Disfruten.
Ernesto Pérez Vera

Policía desarmado mata a un atracador e hiere a tres más: y no es una “película”
Creo que cualquiera a quién relatásemos la intervención que hoy traigo al Blog, pensaría que se trata de una escena sacada de la gran pantalla, que estamos contando una historia totalmente ficticia. Pero no es así, ni mucho menos, de hecho aún esta mañana es portada en los tabloides del Condado de Winnebago (Illinois).



Y es que el pasado 2 de octubre, un agente de Policía Local (Departamento del Sheriff en U.S.A.), fuera de servicio y desarmado, se enfrentó con 4 atracadores, y tras desarmar a uno de ellos, lo alcanzó mortalmente e hirió a continuación a los otros 3 de gravedad. Ni el Policía ni los 3 civiles presentes en el lugar sufrieron el más mínimo rasguño.

Increíble, ¿verdad? Esta es la historia:
“Un Policía de la Winnebago County Sheriff Department, con 3 años de servicio en el cuerpo, se encontraba reunido con un amigo en la Pizzería Marie´s, situada en Charles Street. Este es un local solo de envío y recogida, donde no existe espacio para comensales. Por ello, además de los dueños y el agente de Policía, no había más personas presentes en el lugar de los hechos.


Frank Pobjecky, que así se llama el protagonista del enfrentamiento, tiene actualmente 29 años de edad, y se unió al cuerpo de Policía tras servir como militar en Irak, donde obtuvo amplia experiencia en combate.


A las 10:40 de la noche, 3 sujetos entraron en el local. Sus identidades, reveladas más tarde, eran las siguientes:



-Desmond Bellmon, de 23 años. Su historial incluye cargos por acoso en Junio de este mismo año, asalto agravado a mano armada y posesión en la vía pública de armas de fuego sin licencia.
-Brandon Sago, de 22 años de edad, arrestado en 2006 por fabricación y tráfico de heroína.
-Lamar Coates, 23 años, procesado en 2008 por 4 delitos de tenencia ilícita de armas.
-Michael D. Sago, de 16 años, quien sería la víctima mortal del enfrentamiento. No poseía antecedentes policiales previos, pero fue el que, pistola en mano, amenazó al Policía fuera de servicio y al resto de personas presentes con un arma de fuego, antes de caer muerto por los disparos del agente de la Ley”.

Como vemos, unos auténticos “angelitos”…


Según el relato oficial de los hechos, Pobjecky se encontraba fuera de servicio y sin su arma reglamentaria, lo que al parecer es optativo en su Departamento de Policía (podría haberla llevado sin problemas). Sin embargo, uno de los empleados de la pizzería si estaba armado con una pistola, amparada en lo que en España sería una licencia B.
“Tras entrar en el local 3 de los delincuentes, el menor de ellos desenfundó una pistola (real) y apuntó a Pobjecky (sin saber que era Policía, ya que éste no se identificó en ningún momento), amenazando con disparar si no le entregaban la recaudación. Realmente, la cantidad aproximada de dinero que había en la caja era de menos de 200 euros.


La reacción del Policía no se hizo esperar, y abalanzándose sobre el atracador, forcejeó con él hasta que la pistola cayó al suelo. Los otros 3 atracadores (el que estaba vigilando entró en el local al percatarse del incidente), se giraron hacia el policía con intención de ayudar a su compinche. El delincuente menor de edad, al ver que había perdido el control sobre su arma, fijó su atención en la pistola del camarero, cuya culata asomaba por la cintura de su pantalón, y trató de hacerse con ella. Pero el agente fue más rápido: extrajo la pistola del pantalón de su amigo y se giró disparando varias veces contra el atracador, alcanzándole mortalmente.


Los otros 3 delincuentes, que aparentemente iban a sacar sus armas, fueron alcanzados, uno en pecho y hombro, otro en la cadera, y el último en las nalgas al intentar huir. Ni el agente ni los 3 empleados del restaurante presentes resultaron heridos”.


En los últimos 10 años, es el tercer incidente armado en el Condado de Winnebago que implica a un agente fuera de servicio. En uno de ellos, un Inspector fue asesinado y en otro un agente mató a un atracador de bancos durante un asalto en el que el policía esperaba como un cliente más de la sucursal.


El Condado de Winnebago, en Illinois, tiene una población de 295.266 personas, y una extensión de 1.345 kilómetros cuadrados. Su población es en un 80% de raza blanca, con un 50% de hogares familiares y una renta anual media de 52.456 dólares por familia. Es, por tanto, una zona mayoritariamente de clase media, tradicionalmente poco afectada por la criminalidad. No obstante, en los últimos años ha aumentado la cantidad de crímenes violentos, sobre todo protagonizados por menores como en el caso que estudiamos.


Afortunadamente, en este caso no ha habido que lamentar víctimas, aún teniendo en cuenta que el Policía no llevaba su arma reglamentaria. Su determinación y preparación técnica hicieron que se enfrentase a 4 delincuentes peligrosos sin sufrir daños.

Actualmente Pobjecky se encuentra apartado del servicio hasta que finalice la investigación, no obstante, y esto es lo importante, tanto el Sheriff Dick Meyers como el Jefe del Departamento Chet Epperson han apoyado y declarado a favor de la actuación del agente, en el sentido de que existía PROPORCIONALIDAD en la actuación del mismo (como para no haberla). Asimismo han alabado la profesionalidad del policía al actuar aún en clara desventaja para proteger a unos inocentes.





Pedro P. Domínguez Prieto.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Andar antes que correr…

Por: Pedro P. Domínguez Prieto

Desde un punto de vista psicológico, los mecanismos por los que opera el aprendizaje humano son bien conocidos desde tiempos inmemoriales, y han sido objeto de numerosos estudios empíricos.

Básicamente, el aprendizaje es un proceso de cambio relativamente permanente en el comportamiento de una persona, generado por la experiencia (Feldman, 2005). Durante el mismo, el cerebro sufre una serie de procesos cognitivos individuales mediante los cuales se asimilan e interiorizan nuevas informaciones (hechos, conceptos, procedimientos y valores), y se construyen nuevas representaciones mentales significativas y funcionales ( conocimientos), que luego se pueden aplicar en situaciones diferentes a los contextos donde se aprendieron, o quizás bastante similares a estos ( por ejemplo, en combate). Aprender no solo consiste en memorizar información, sino que es necesario asimismo conocer, comprender, aplicar (sobre todo los conocimientos previos), analizar, sintetizar y valorar. En todo caso, el aprendizaje siempre conlleva un cambio en la estructura física del cerebro y a la vez, de su organización funcional.

Este planteamiento nos señala varios puntos interesantes, entre ellos uno para mi fundamental, y es el carácter progresivo de la enseñanza: cada escalón está basado en la experiencia y el conocimiento previo del alumno, de modo que si no ha superado un entrenamiento en las técnicas básicas, difícilmente será capaz de integrar y aplicar las avanzadas. Un niño debe aprender antes las letras que las palabras, debe sumar y restar antes que multiplicar o dividir. Esto es evidente y aceptable por la mayoría de las audiencias.

En todo caso, un Pedagogo profesional sabrá estructurar perfectamente el currículo escolar para que la curva de aprendizaje se desarrolle correctamente y se cumplan los objetivos.

Lamentablemente, muy pocos de los “instructores” que encontramos en las canchas de tiro son “profesores”, y en la mayoría de los casos, desconocen el por qué, el cuándo y el cómo de cada fase de la acción formativa que aplican. Lo habitual es que se repitan los patrones que se observaron en la etapa de alumno.

Este importantísimo factor, se suma a otro elemento no menos importante: la motivación del alumno. Y es que el interés del mismo influye enormemente en el resultado: tareas más o menos atractivas, de mayor o menor dificultad, que pueden incluir cierto nivel de riesgo, o el hecho de encontrarse ante una audiencia (sus compañeros), modifican el nivel de implicación del Policía/ Vigilante/ Escolta al que enseñamos a disparar.

Incluso la preferencia por ciertas materias, puede hacer que el alumno llegue a faltar a ciertas sesiones formativas, para evitar la situación, o simplemente porque no le interesa en absoluto. Ya que el alumno no posee el conocimiento o apreciación adecuados de “qué” materias son las más importantes del curso, el resultado puede ser perder conocimientos BÁSICOS Y FUNDAMENTALES para el tirador. A este respecto, comentaré que ayer mismo estuve leyendo un ejemplar recién adquirido de “The Gun Digest Book of Beretta Pistols”, de Massad Ayoob. En la introducción, Ayoob se lamenta precisamente de este hecho: sus obras están redactadas para ser leídas de principio a fin, no obstante muchos lectores van directamente a los artículos de interés, saltándose por ejemplo el capítulo dedicado a la seguridad. La solución ideada por este instructor es simplemente repetir los conceptos una y otra vez a lo largo del libro, de modo que tarde o temprano nos veamos obligados a leerlos. A este punto hemos llegado…

Esto provoca un grave dilema, no solo para el formador, sino también para el centro de enseñanza. Si es una entidad pública, la responsabilidad recaerá en el primero: si el alumno no lo “pasa bien” en el curso, perderá prestigio (ejemplo: si el instructor no monta un “show” durante el curso, o no aparece vestido de ninja táctico supermegaguay, al alumno no le parece lo bastante “bueno”)

Si el centro es privado, será aún peor, ya que la escuela ganará fama de “aburrida”, sus cursos serán criticados (la mayoría de las veces sin fundamento), y desembocaremos en la PROSTITUCIÓN formativa. En esta fase, el alumno “elige” los contenidos y “paga” por ellos, no regresando por allí si la formación recibida incumple sus irreales expectativas.

Internet se ha convertido en la espada de Damocles de muchos instructores y academias, y en la desvirtuación de muchos programas de enseñanza: quito de aquí (importante, pero no de interés), y agrego de allá (espectáculo inútil, pero muy popular), el alumno se va contento, la academia gana dinero, y… hasta la próxima edición.

Esta (reconozco) tediosa introducción, es, en mi opinión, el origen directo de las siguientes noticias, bastante comentadas en los foros especializados:


¿Por qué se siguen produciendo accidentes con las armas, incluso en personal con grandes credenciales, currículum, cursos en el extranjero, años de experiencia, etc.?

Pues muy sencillo, porque el ABC (o diría yo, el A) del tiro —la seguridad— no se enseña adecuadamente, no es del interés de los alumnos, o directamente ni siquiera figura en el temario o se explica en clase (esto mismo ocurrió en mi curso de Vigilante de Seguridad).

Cuando el alumno progresa en el aprendizaje saltando directamente a la “J” o la “M”, tarde o temprano llegará a la “P” de…PUM!

Ejemplos de PUMs conocemos todos nosotros, aunque dentro de lo posible suelen “taparse”, por lo que pocos son publicados en los medios:

http://www.libertaddigital.com/nacional/se-dispara-el-arma-de-una-escolta-de-de-cospedal-mientras-visitaba-el-ayuntamiento-de-hernani-1276348387/

http://www.abc.es/hemeroteca/historico-17-01-2001/abc/Ultima/cinco-heridos-leves-por-el-disparo-accidental-del-escolta-de-un-concejal-del-pp-alaves_5289.html


http://www.cadenaser.com/espana/articulo/muerto-cadiz-disparo-accidental-guardia-civil/csrcsrpor/20060613csrcsrnac_8/Tes

¿Realmente es tan difícil?
En los temarios de armamento y tiro podemos encontrar dos aproximaciones al tema: o bien se pasa de puntillas, o la lista de recomendaciones es tan extensa que el alumno no sabe por dónde empezar. Esto es realmente un problema, ya que la lista de materias que debe aprender un Policía o Vigilante de Seguridad en su formación básica es bastante extensa de por sí, y no suele ser aquella a la que los alumnos presten mayor atención, o que consideren más importante.

Con este hecho en mente, opino que en este caso debemos aplicar la regla KISS (Keep It Simple, Stupid), y dejándonos de florituras: reducir al máximo la explicación que ofrezcamos al alumno, de modo que no le quede ninguna duda de qué hacer cuando manipule el arma, o que no sea capaz de recordarlo.

Este es precisamente el objetivo de este artículo: hablar de esa lección tan importante, que muchas veces no se enseña o comprende adecuadamente, y que periódicamente ocupa las páginas de sucesos.

¿Por qué son peligrosas las armas de fuego?
Sencillamente, porque su función primaria es MATAR o causar graves daños, así de simple. Cuando un coche funciona, nos traslada de un sitio a otro. Podemos sufrir un accidente por múltiples causas, y que éste sea mortal, pero no está contemplado a priori en su diseño. Cuando funciona una máquina de café, es cierto que podemos quemarnos, pero su cometido es prepararnos el desayuno, no lesionarnos.

Cuando una pistola funciona, el producto es algo diseñado para matar a un ser vivo. Es más, el diseño de las armas es tal, que naturalmente, al empuñar, nuestra mano se colocará en disposición de disparar: el dedo índice irá al gatillo. Podéis hacer la prueba con algún familiar o amigo que nunca haya tenido contacto con ellas.

Y si no sabemos evitar conscientemente esa acción natural…me remito al punto anterior.
Por tanto, la primera cuestión que abordaré es la RESPONSABILIDAD: aprender las normas de seguridad no es “aburrido”, sino fundamental.

Normas de seguridad: ¿alguien es capaz de recitarlas?
Hasta el último Policía Local de U.S.A. se las sabe de memoria. Compañeros míos recién llegados de Israel, ni siquiera sabían de su existencia. En fin…

Jeff Cooper, entre otras cosas nos dejó lo siguiente:
#1:
Trata siempre las armas como si estuvieren cargadas.
#2: Nunca apuntes a nada que no quieras destruir.
#3: Mantén el dedo fuera del gatillo hasta que tengas las miras alineadas sobre el blanco y vayas a disparar.
#4: Comprueba el blanco y lo que hay detrás de él antes de disparar.

En teoría estas 4 reglas cubrirán todos los supuestos posibles. Ya vemos que se trata de acciones del tirador, y es que:

A pesar de que un arma puede fallar mecánicamente (debido al desgaste, daños mecánicos por caídas o golpes, montaje incorrecto tras limpieza, o incluso fallos de diseño), la práctica totalidad de los accidentes son responsabilidad del tirador (por desconocimiento —aprendió mal— o directamente por negligencia —directamente “pasa del tema”—).

Da igual el número y tipo de seguros que posea el arma, está diseñada para disparar, y si metemos el dedo en el gatillo, el arma hará “PUM”.

¿Se pueden discutir, e incluso reducir estas 4 reglas? (quizás a alguien le parezcan “demasiadas”). Por supuesto que sí:

La Regla #1 se puede obviar: no es que tratemos el arma “como si”…Un profesional siempre lleva el arma cargada. Esta regla parece más adecuada para tiradores deportivos, que unas veces tendrán el arma con munición en su interior, y a los 5 minutos pueden descargarla para cambiar de ejercicio, o de puesto de tiro. Al rato la volverán a cargar… puede que hagan una pausa entre disparos de una serie de disparos dejando el arma con munición en el cargador, o incluso en la recámara… y a la media hora de estar en la cancha de tiro, el tirador ya no es capaz de decirnos cómo… está el arma.

No obstante, este problema se soluciona simplemente aplicando la regla #3 indefectiblemente (otra cosa es que lo hagamos…).

La Regla #2 presenta un problema, y es que a su vez tiene 3 excepciones que pueden darse en el trabajo diario: cuando realizamos una búsqueda con el arma cubriendo los sectores de tiro (un registro de un inmueble, por ejemplo), cuando encañonamos a un sospechoso durante una detención (no tenemos intención de disparar), y cuando realizamos tiro en seco http://tirodefensivocampodegibraltar.blogspot.com/2009/07/tiro-en-secoentrenamiento-apto-para-el.html (entre los comentarios a este artículo de Ernesto incluí algunas normas de seguridad específicas para esta actividad).

Recientemente ha surgido un “pequeño” problema con esta regla: la aparición de los ejercicios “force on force”, en los cuales se recrean situaciones lo más reales posibles, y en los que el clásico blanco de cartón se sustituye por uno de carne y hueso. Antes de la llegada de las SIMUNITION, blue guns, etc. ocurrieron trágicos accidentes por fallos de “esterilización” (permitir munición real en la zona de entrenamiento). Incluso las SIMUNITION han ocasionado problemas por fallos de coordinación, como cargar munición frangible de esta marca en las armas del ejercicio (munición usada en entrenamientos, pero letal). La controversia entre “hot” (los alumnos dan la clase con munición letal) o “cold” (las armas están descargadas o con carga no letal), está ahí y no se puede ignorar, y muchos no querrán renunciar a determinados sistemas de entrenamiento. Desde luego, la única medida totalmente eficaz para evitar accidentes es usar armas de entrenamiento, airsoft, blue/red guns, etc. etc., pero nunca usar las armas de servicio en ejercicios que impliquen apuntar al pecho de un compañero.

http://www.youtube.com/watch?v=moE1dOz6HW0&NR=1

http://www.youtube.com/watch?v=XWQ8qYHABzU

Por tanto eliminaríamos estas 2 reglas de la lista.

La primera con la que me quedo es la #3: Mantener el dedo fuera del arco guardamontes hasta que vayamos a disparar. Para afirmar esto me baso en los siguientes puntos:

1- Existen dos formas de disparar un arma: apretar el gatillo o dejarla caer con el cañón hacia el suelo, lo que activaría el fulminante del cartucho por la inercia de la aguja percutora. Dado que la mayoría de las armas modernas disponen de seguros de caída, estableceremos que la única forma de disparar el arma será apretar el gatillo.

2- Aceptando lo anterior como cierto, me dará igual el tipo de arma que esté empuñando, sus mecanismo, seguros, etc. Aunque apunte con un subfusil con el selector en ráfaga y el gatillo al pelo, estaré absolutamente seguro de que no disparará hasta que ponga el dedo en el gatillo y lo apriete.

Por otra parte, el arma que posea más seguros automáticos (ej. P-99, Glock), disparará indefectiblemente si aprieto el gatillo.

En las fotografías se muestra el modo correcto de colocar el dedo a lo largo del armazón (de una Glock), no paralelo al guardamontes (como hace el soldado británico con su SA-80). Así evitaremos que una contracción involuntaria del dedo índice dispare el arma. Esto puede suceder en 3 supuestos:

Algo nos sobresalta: en una situación de tensión, cualquier ruido, la aparición de un “blanco” ante nosotros, incluso que nuestro compañero nos toque por la espalda, provocará una contracción involuntaria de los músculos del cuerpo, incluido el dedo índice que tenemos junto al disparador. Es muy común en búsquedas en inmuebles, callejones, etc. donde al abrir una puerta o girar una esquina alguien aparece súbitamente ante nosotros, y además a muy corta distancia. Si resulta que se trata de un compañero o un “civil”, y no tenemos el dedo situado correctamente, hay muchas posibilidades de meterle un tiro por accidente.

Sentimos que vamos a caer: un simple resbalón o tropezón, muy común cuando progresamos por un inmueble, tendrá el mismo efecto que en el caso anterior: la mano se crispará alrededor del arma, produciendo el disparo si el dedo está enfrentado al gatillo.

Hacemos fuerza con la mano débil, por ejemplo al agarrarnos a algo (una escalera, la puerta de un coche), o luchamos contra un adversario. En estos casos, la reacción simpática hará que también ejerzamos fuerza con la mano hábil, produciéndose el disparo si el dedo no está emplazado correctamente.

OJO: los dos primeros casos que refiero (sobresalto y desequilibrio) han ocurrido también, no ya durante intervenciones, sino mientras el usuario apuntaba a un compañero DE BROMA… Las armas no son juguetes, al principio del artículo las describí como herramientas cuyo objeto es matar, y eso es exactamente lo que son, para lo que sirven, y lo que hacen cuando funcionan!.

Por último, también me quedo con la regla #4: identifica el blanco, lo que hay alrededor de él, y lo que hay detrás antes de disparar. Muchos instructores creen, y yo apoyo esa teoría, que el gran problema de los tiroteos en la calle no es atravesar al malo e impactar en la viejecita que está detrás de él, sino fallar el blanco y darle DIRECTAMENTE al cuponero, al cartero, o incluso a la víctima que queremos salvar. Los casos de sobrepenetración existen, pero estadísticamente, la tragedia es más probable por lo que acabo de apuntar, que por ese disparo “mágico” que atraviesa al malo, rebota en el suelo, y acaba en la cabeza del rehén.

Otra opción no menos funesta, es que alguien (incluso un compañero) se cruce en nuestra línea de tiro, como de hecho también ha sucedido (falta de entrenamiento/ coordinación + visión túnel).

Por ello, antes de disparar, hay que perder una décima de segundo en ver a qué le estoy dando el taponazo. Por supuesto que es muy difícil, más aún cuando muchos cursos se han convertido en concursos de I.P.S.C., donde el alumno que dispara más rápido es el “mejor”. Pero es algo fundamental, al menos si estamos en el bando de los “buenos”.

Conclusiones:
Al igual que es absurdo que nos conociésemos todos los modelos de coches, y no supiésemos distinguir las señales de tráfico, con las armas hay que evitar la tentación de empezar la casa por el tejado , y ser conscientes de que pasar por alto aspectos básicos del entrenamiento por que nos parezcan “aburridos”, nos pasará factura tarde o temprano.