lunes, 18 de enero de 2010

CASO STEVE CHANEY, por Pedro Pablo Domínguez

Hoy, como ya ha ocurrido en dos ocasiones, traigo a mi blog el trabajo de un amigo. En esta ocasión, el texto es de Pedro Pablo Domínguez Prieto, un buen amigo y un serio profesional de la seguridad. Pedro es Diplomado en Criminología por la Universidad de Salamanca, si bien, está apunto de acabar la Licenciatura.

Pedro, posee una visión muy amplia de la seguridad, además de ser criminólogo comprometido, -nunca deja de avanzar en sus conocimientos- ejerce como Detective Privado y es también Director de Seguridad. Pasó varios años en las Fuerzas Armadas españolas, repartiendo su periodo militar entre unidades de Operaciones Especiales y unidades de Policía Militar del Ejército de Tierra. En el terreno de la seguridad privada, no solo “toca” las funciones y competencias propias del Detective Privado, pues ejerce de ello, sino que, durante algunos años, ha trabajado como Escolta Privado en el norte de España durante etapas nada fáciles.

También ejerce como profesor en diversos centros de formación de seguridad privada, para lo cual posee las oportunas acreditaciones emitidas por la Dirección General de la Policía.

Pedro, a lo largo de los últimos años, ha realizado varios trabajos documentales relativos a enfrentamientos armados, balística y tiro defensivo, para lo cual, ha leído y estudiado las obras de los más prestigiosos instructores nacionales y norteamericanos. Este profesional es muy completo, además de dedicar tiempo al estudio y al análisis, entrena ejercicios de tiro reactivo-defensivo con arma corta, aunque también es un “amante” del tiro con arma larga a distancias medias y largas.

En fin, fruto de esos trabajos, nace el texto que hoy, con sumo placer, “cuelgo” en mi blog. El artículo, con enorme técnica narrativa, versa sobre un caso real acaecido en 1977 en los EE.UU. El Caso Steve Chaney, así se llama el artículo, cuenta algo que, pese a los treinta y tantos años transcurridos, siempre debe ser tenido en cuenta. Las conclusiones finales, a las que llega Pedro, y a las que usted, como lector, llegará, son las mismas a las que yo, el “titular” y administrador del Blog, siempre llego en mis artículos, y en cuya dirección siempre postulo.

Seguro que lo que va a leer le va a encantar, y le va a atrapar. Puede que no descubra nada nuevo al final del texto, pues como digo, muchos somos los que “apuntamos” en nuestras enseñanzas en esa misma dirección, pero puede que esto, aún siendo por usted conocido, afiance aún más ciertas teorías. Espero que disfrute.

Ernesto Pérez Vera

CASO STEVE CHANEY
La documentación acerca de este enfrentamiento se ha obtenido de la obra “Ayoob the files” de Massad Ayoob. Se trata de un buen (y trágico) ejemplo de lo que ocurre cuando el delincuente está bajo el efecto de las drogas, y los sucesivos disparos (10), son incapaces de detenerlo.

El 1 de agosto de 1977, en Los Ángeles, California, una patrulla formada por una policía en prácticas, Linda Alsobrook Lawrence y su Supervisor, el oficial Steve Chaney, comenzaban su rutina diaria en el distrito de Baton Rouge. Ambos agentes pertenecían al LAPD.

La primera llamada del día se refería a un posible intruso en los apartamentos de Broadmoor Plantation. Debían aparcar 5 calles más abajo y caminar hasta el lugar en que les esperaba la denunciante. Al llegar al apartamento, lo encontraron abierto. La cerradura estaba en buen estado, únicamente algunos arañazos en el pomo. Chaney estaba acostumbrado a entrar en casas en las que sus dueños sospechaban que habían entrado delincuentes.

No encontraron nada en las primeras habitaciones, hasta llegar a un dormitorio con la puerta cerrada. Chaney quitó el seguro de la funda del revolver y se preparó para entrar. Propinó una patada a la puerta y se encontró de frente a un individuo. Lo que no sabía era que se trataba de John James Mullery, de 42 años, y fichado múltiples veces por asalto, secuestro y agresiones sexuales. Chaney asumió que se encontraba ante un ladrón vulgar.

Se equivocaba. Mullery era el novio de la dueña del piso, y la estaba esperando para asesinarla. Además, para “prepararse” había consumido gran cantidad de cocaína, así como otras sustancias. Esto tendría una gran influencia en lo que sucedería después. Además, medía casi 2 metros y pesaba unos 100 kilos.

Mullery se lanzó sobre Chaney, intentando agarrarle, pero éste consiguió esquivarlo y mantenerse a distancia. Mullery comenzó a gritar como un histérico: ¡dispárame! ¡Acaba de una vez! ¡Dispárame!

“No estamos aquí para dispararle a nadie”, replicó el veterano agente, explicándole que únicamente iban a solucionar las cosas. La ira de Mullery desapareció como había surgido, y el policía pensó que las cosas iban por buen camino. Aseguró el revolver en la funda.

Pero de repente, con la rapidez de un relámpago, Mullery se lanzó sobre la cadera derecha del agente y agarró el revólver por la empuñadura. Chaney no pudo reaccionar lo suficientemente rápido y el arma ya estaba en la mano del agresor. Instintivamente, Chaney agarró el arma por el cilindro.

La lucha había comenzado con Mullery controlando la empuñadura y el disparador, y tratando de levantar el cañón hacia el policía, y Chaney atrapando el tambor para impedir que girara y pudiese disparar. Los dos policías habían hablado con anterioridad de la posibilidad de que se produjera esta situación, y habían convenido que ella se mantuviera atrás, y si Chaney no ganaba el control del arma, disparase sobre el sospechoso.

Así que Linda Lawrence, de 30 años, desenfundó el revólver de 4 pulgadas y apuntó al delincuente. Viendo que no iba a poder retener el arma, Chaney le gritó que disparara. La novata agente Steve levantó las manos quedando el brazo de Mullery delante de él, cuando Linda abrió fuego. El proyectil calibre .38 Special de punta semiblindada atravesó el antebrazo, arrancando prácticamente todos los músculos del mismo y salpicando a Chaney con “carne picada” y sangre.

Pero el simple dolor no siempre vence al efecto de los estupefacientes. La presión de la mano de Mullery no se aligeró ni un gramo. Peor aún, la sangre de la herida se estaba deslizando entre la mano de Chaney y el revólver, y finalmente el tambor giró, permitiendo a Mullery disparar 2 cartuchos. Chaney consiguió mantener el cañón lejos de su cuerpo, acabando los proyectiles en una pared cercana.

Agarrando el cañón con la mano izquierda, aplicó una “palanca” y consiguió arrebatar el arma al delincuente. Retrocedió un paso y adoptando una posición a 2 manos, disparó 2 proyectiles hacia el pecho del gigante, pero sin lograr efecto alguno.

En su lugar, se giró hacia Linda, golpeando con un revés de su mano el revólver de la agente. En lo que Chaney describió como un abrir y cerrar de ojos, Mullery se lanzó sobre la chica, le arrebató el revólver y disparó directamente al centro de su torso.

Chaney no podía disparar sin alcanzar a su compañera, así que se lanzó sobre el agresor. Una vez más, se encontraban en el cuerpo a cuerpo. Cada uno atrapó el arma del otro, tratando a la vez de acercar el cañón propio al cuerpo del contrario, y a la vez apartar el arma del adversario. El oficial insertó el dedo meñique detrás del disparador del arma de Mullery, bloqueando así el arma e impidiendo que se produjera el disparo. Mullery tenía una fuerza sobrehumana, pero el policía poseía la técnica.

Finalmente, logró arrebatar los dos revólveres de las manos del asesino, e hizo algo que puede parecer extraño, pero que se ha dado con relativa frecuencia en enfrentamientos armados: una técnica llamada “desdentar a la serpiente”, y que consiste en vaciar un arma cuando vemos que nos la van a quitar, y así evitar que la puedan emplear contra nosotros.
De esta forma, Chaney disparó ambas armas hacia el suelo, dejando solo 1 cartucho en uno de los revólveres. Mientras tanto, Mullery le golpeaba en la espalda y la cabeza. Con la mano izquierda, trató de lanzar el revólver vacío por una ventana, pero un golpe de Mullery desvió su brazo y el arma rebotó en la pared, cayendo en el suelo de la habitación.

Al levantar el brazo para protegerse, la mano de Chaney quedó cerca de la cara de Mullery, que le mordió en un dedo. Bajo el efecto de las endorfinas, el policía no sintió el dolor, y en cambio aprovechó para pasar el revólver bajo la axila y pegar el cañón al torso de Mullery.

Alguien le había dicho que los proyectiles tienen un mayor poder de parada si impactan en hueso. Así que, dedujo que el agresor no había caído tras 2 impactos en el torso, porque no había tocado ningún hueso. De modo que presionó el cañón contra el costado del monstruo y buscó hasta encontrar una costilla, y disparó.

Mullery abrió la boca y gritó: ¡Ooooh, me diste bien esta vez!

Y entonces levantó en peso al agente y lo lanzó al otro lado de la habitación. Chaney cayó a unos 4 metros, chocando contra un mueble. Mullery había recibido ahora 4 impactos, 3 de ellos potencialmente fatales. Pero seguía en pie.

Como ocurre en muchos tiroteos, el agente había perdido la cuenta de los disparos efectuados. Con un gran esfuerzo, Chaney se levantó, adoptó una posición de tiro a dos manos, y apretó el gatillo. El arma hizo “clic”, el peor ruido que puedes oír en esa situación. Chaney apretó el gatillo del arma descargada varias veces, hasta que aceptó la terrible realidad.

Ahora había que intentar cualquier medida desesperada: el policía se lanzó sobre Mullery y comenzó a golpearle en la cabeza con el arma. Lo hizo varias veces, sin efecto. Únicamente quedaba una opción: intentar recargar.

Mullery continuaba avanzando por la habitación. Chaney se dirigió a una esquina y le dio la espalda, protegiendo el arma mientras trataba de introducir cartuchos en el cilindro del revólver.

En aquella época, el departamento de policía no entregaba como parte del equipo cargadores rápidos de revólver. Afortunadamente, Chaney había comprado uno, de su “bolsillo”, lo que agilizó el proceso de recarga del revólver.

Pero aquella no era una recarga como las realizadas en el campo de tiro, esta era una situación de emergencia real, por ello, no pudo evitarse la pérdida de habilidad digital y cognitiva. Mullery había conseguido una barra de hierro y le golpeaba con todas sus fuerzas en la espalda, causándole un dolor terrible.

Tras cerrar el cilindro, Chaney pasó el cañón del arma bajo la axila y disparó aún dando la espalda a su agresor -ésta técnica es entrenada por algunos Instructores españoles- viendo como el proyectil penetraba en el plexo solar del homicida, que retrocedió. Chaney se giró hacia él, lo cogió del pelo con la mano izquierda y levantó su cabeza, disparando un cartucho, aparentemente, a través de su cráneo. Al mirar hacia abajo, podía ver un enorme agujero en el cuero cabelludo.

Parecía que todo había acabado. Chaney se alejó hacia el otro lado de la habitación, y trató de respirar. Miró de reojo al hombre que había intentado matarle, y vio, con horror, que Mullery se estaba levantando de nuevo.

Sobreponiéndose al shock, Chaney apuntó con el revólver y disparó 2 veces más hacia el pecho, no consiguiendo efecto alguno. Otro disparo, fue efectuado hacia el abdomen, también sin efecto. Sólo quedaba un cartucho en el arma. Apuntó a la cintura y disparó, esta vez, “rompió” la pelvis. Mullery cayó finalmente.

Steve recargó con su último speed loador -cargador rápido de revólver- y se dirigió hacia su compañera, comprobando que yacía muerta. El proyectil la había alcanzado cerca del corazón. Mullery aún tardó unos segundos en morir, pero consiguió arrastrarse por el suelo en dirección hacia la puerta. Finalmente, la pérdida masiva de sangre le venció.

El gigante había recibido 10 impactos de calibre .38 Special semiblindado de 125 grains de peso:

Nº 1: antebrazo cerca de muñeca.

Nº 2 y nº 3: pecho.

Nº 4: lado izquierdo del tórax, distancia de contacto.

Nº 5: centro del pecho, cerca del diafragma, distancia de contacto.

Nº 6: parte superior de la cabeza, distancia de contacto.

Nº 7 y nº 8: pecho.

Nº 9: abdomen.

Nº 10: cadera derecha.

Las conclusiones del enfrentamiento, básicamente, son cuatro:

1º- A pesar de recibir 10 impactos, ninguno de ellos alcanzó órganos vitales. El impacto en la cabeza, debido al ángulo en que fue efectuado, no llegó a penetrar en la bóveda craneal, por lo que no fue efectivo. El resto de los proyectiles no alcanzó ni la médula espinal ni el corazón. El impacto más importante, en este caso, es el que alcanza la cadera, que compromete su movilidad. Algunos instructores como Fayrbain y S.P. Wenger aconsejan apuntar a la cadera como blanco primario, ya que impedirá al agresor avanzar hacia nosotros (esto es más importante en el caso de que nos ataquen con un arma blanca)

El impacto nº 4, lejos de producir un daño mayor por el hecho de alcanzar un hueso, produjo el efecto contrario: el hueso de la costilla actuó como un escudo ante el fogonazo del disparo, que a esa distancia habría causado una gran herida estrellada.

2º- Este caso es un ejemplo de adversario al que no afectan causas psicológicas. Múltiples impactos, con destrozo de tejidos, no causaron efectos aparentes. Únicamente al alcanzar un punto concreto de su anatomía se produjo la incapacitación. Hemos de tener en cuenta la posibilidad de enfrentarnos a individuos drogados, excitados o enajenados que se comporten como Mullery.

3º- La munición empleada, semiblindada de 125 grains de peso, era, en esa época, una munición típica de uso en seguridad, considerada, por muchos, como de buena capacidad de transferencia de la energía en el instante del impacto.

Ninguna munición es fiable al 100 por 100, a no ser que alcancemos puntos concretos del organismo. Como hemos visto en este ejemplo, cuando se “tocan” zonas concretas del organismo, es cuando se consigue el objetivo, detener la acción hostil.

Es más, algunos autores, como el prestigioso Ayoob, afirman que un calibre más potente, como el .357 Magnum, .40 Smith and Wesson o el 10 mm Auto, hubieran penetrado en el cráneo en la herida nº 6 en vez de ser desviada por la bóveda craneal, o hubieran causado un mayor efecto en las heridas nº4 y nº 5.

4º- Linda, -la agente en prácticas que falleció- de haber llevado puesto un chaleco de protección balística, se hubiera, seguramente, salvado. En esa época, ni tan siquiera en los EE.UU era habitual el uso de chaleco balístico. En ese país, a día de hoy, es impensable salir de servicio sin él, y por suerte, quien sabe si por desgracia, también en España se están, cada día más, imponiendo tanto a nivel oficial como a nivel privado.■

Gracias Pedro
Veritas Vincit

sábado, 9 de enero de 2010

CURSO DE INSTRUCTOR PARA INSTRUCTORES DE TIRO POLICIAL

Por: Ernesto Pérez Vera

CURSO DE INSTRUCTOR DE TIRO POLICIAL EN LA ACADEMIA DE POLICÍA DE LA COMUNIDAD AUTÓNOMA DE MADRID

Durante la segunda quincena de octubre, en la Academia de Policía de la Comunidad Autónoma de Madrid, se ha celebrado un curso de Instructor de Tiro Policial, el cual debido al alto nivel formativo y de exigencias, ha suscitado la inquietud de una ingente cantidad de profesionales policiales, y también de varios medios de comunicación nacional.

Así pues, el curso fue solicitado por cientos de profesionales de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, en especial, de los Cuerpos de P.L. de la Comunidad de Madrid. Profesionales de otros cuerpos policiales, e incluso militares, han solicitado, masivamente, la asistencia al curso, si bien, las plazas eran muy limitadas y solo unos pocos hemos tenido el privilegio de ser admitidos por riguroso orden de solicitud.

Cabe destacar la presencia de numerosos agentes de Policía Local de otras comunidades autónomas, concretamente, desde la Comunidad Autónoma de Canarias fueron admitidos cuatro agentes, siendo sus plantillas de procedencia las que siguen: Santa Cruz de Tenerife, El Tanque, La Laguna y Gáldar. Desde la Comunidad Autónoma Vasca, fue un agente de la P.L. de Bilbao, el admitido. Desde las Islas Baleares también fue comisionado un agente, concretamente de Palma de Mallorca, y desde Andalucía, un agente de La Línea de la Concepción, acudió en comisión de servicio a Madrid. Un Suboficial, (Subteniente) de las Fuerzas Armadas, concretamente de las Fuerzas Aeromóviles del Ejército de Tierra, (FAMET) de Colmenar Viejo, también estaba presente en el curso.

Significar que, todos los asistentes al curso ya son Instructores de Tiro Policial en sus respectivas plantillas o unidades. Todos ellos han superado numerosos niveles formativos antes de poder acceder a este curso. Uno de los alumnos ha sido el campeonísimo tirador de IPSC, (modalidad deportiva de recorrido de tiro) Eduardo de Cobos Abreu, miembro de la P.L. de Sta. Cruz de Tenerife, el cual, ha sido en dos ocasiones Campeón del Mundo de Tiro Policial, ahí es nada. También, se me antoja necesario, reseñar que algunos de los policías asistentes a este curso, han sobrevivido a encuentros armados graves en sus carreras profesionales.

La Academia y su Programa de Tiro
La Academia de Policía de la Comunidad de Madrid posee un altísimo nivel docente y formativo en todas las materias, muy especialmente en Tiro y Armamento. El Centro de Formación está dirigido y gestionado por D. Agustín Carretero, siendo el Director de Estudios, D. Alberto Albacete, el cual, en estas materias operativas, se auxilia del Coordinador del Área Operativa Policial, D. Ángel Giménez.

D. Javier Pecci es el profesional al que, el cuadro directivo, con enorme acierto, ha confiado la creación de los programas de formación, de tiro y armamento. Para muchos, Pecci es la máxima autoridad táctica de España. Además de presidir la Asociación Española de Instructores de Tiro Policial, Pecci, ha publicado un libro que, para mí y para otros profesionales, es la Biblia del tiro policial-defensivo-táctico, en lengua castellana. A todo eso, hay que sumar su experiencia real en unidades antiterroristas y sus muchos años de formador en esas mismas unidades. Pero ante todo, deben saber que Pecci es un incansable investigador de todo lo que rodea el tiro policial y defensivo.

El Profesor Pecci es el director de todos los cursos de Monitores de Tiro que se imparten en la Academia, y por ello, también del Primer Curso de Instructores del que ahora están leyendo una crónica. Él, auxiliado por otros profesores, todos ellos de su misma talla Professional, imparte los cursos referidos, cuyos temarios han sido, en su totalidad, creados por él y su más íntimo colaborador. Es de justicia reseñar el nombre del resto de profesores de este curso, así pues, ahí van: D. Joaquín Hernández, D. Javier Salvat, D. Samuel Ríos, D, Sergio Ruiz. El primero de los profesores, anteriormente reseñados, es, desde hace años, el más cercano, íntimo y estrecho colaborador de Pecci.

El programa de especialización de Tiro y Armamento es tan completo, en esta Academia, que para alcanzar la opción de acudir al Curso de Instructor de cincuenta horas lectivas (50 horas), antes se ha debido pasar por los siguientes cursos: Actualización en Técnicas de Tiro, (40 horas); Tiro Táctico Policial, (40 horas); Monitor de Tiro Policial, (60 horas). Ni que decir tiene que, cada curso debe superarse tras la realización del pertinente examen teórico y practico, y sepan que en todas las convocatorias, de todos los cursos referidos, existe cierto nivel de suspensos.

Para que se hagan una idea, les diré que un alumno del curso básico en la Academia, o sea, un futuro Policía, efectúa en su periodo académico como alumno, una media de seiscientos (600) disparos de fuego real con pistola. Sí, sí, han leído bien. Si eso se compara con la cantidad de disparos que se hacen en otros centros de formación, tanto autonómicos como estatales, la diferencia llega a ser vergonzosa. Durante el curso de actualización, se alcanzan la misma cantidad de disparos, antes reseñada. Para el resto…háganse una idea.

Disparar, disparar y disparar, no es el todo, y eso es algo que perfectamente sabe el director de los cursos. Por ello ha diseñado un amplio y completo plan de entrenamiento, en el cual se abandonan, con acertadísimo criterio, conceptos arcaicos en el tema del tiro policial. El Profesor Pecci, postula un entrenamiento basado en datos obtenidos empíricamente del estudio y análisis de enfrentamientos reales.

Como ya dije antes, disparar no es el todo, por ello la materia a estudiar es importante también en esta rama profesional. Balística, fisiología humana ante el estrés de combate, cartuchería, mecánica de armas y otras tantas parcelas, son amplia y didácticamente enseñadas a los alumnos de los diferentes niveles formativos de tiro y armamento.

Si en un curso no es necesario disparar mucho, es en este, en el Curso de Instructor. Dicho lo anterior, debo decir que también han sido muchos cientos de cartuchos los consumidos por cada tirador-alumno. En este curso, ante todo se ha tratado de enseñar a los asistentes, métodos y técnicas docentes eficaces. Se ha aprendido a enseñar, no a tirar, toda vez que, como ya se dijo antes, todos los asistentes ya eran formadores en sus plantillas, y todos llevaban años disparando, en algunos casos, incluso a nivel deportivo internacional.

El curso y sus armas protagonistas
En este curso como en tantos otros donde se reúnen agentes de diversa procedencia, unidades y cuerpos, se han podido ver verdaderas panoplias de armas, en este caso, cortas. Las protagonistas han sido las de la marca austriaca Glock, principalmente del modelo 17. Las HK-USP-Compact, son las otras más vistas, casi en igual número que las Glock. Walter P99 y Sig Sauer 228 han sido vistas también, las segundas en menor medida. Incluso alguna Beretta 92, HK-USP Estándar y HK-P-30 se han dejado ver por allí.

En los operativos policiales, cada día son más empleadas la armas largas, por ello, en este curso no podían faltar. En la propia Comunidad de Madrid, son muchos las localidades que cuentan con plantillas de Policía Local que han sido dotadas de armas largas para sus servicios diarios. La escopeta es el arma larga policial que más se impone, si bien, diversas carabinas, “nacidas” de Subfusiles, también ofrecen eficaces soluciones para la inmensa mayoría de supuestos policiales donde el empleo del arma larga se hace necesario.

Ejercicios de tiro con armas largas, y la realización de las manipulaciones necesarias con ellas, se han llevado a término en este curso. Así pues, varios modelos de escopeta policial se han usado en la galería de tiro. Mucho hincapié se ha hecho con respecto al manejo y manipulación del arma larga, no solo desde el punto de vista táctico-policial, sino desde la perspectiva del arma incautada como prueba durante el servicio, la cual en su traslado a dependencias policiales, puede producir accidentes por una mala manipulación. Por desgracia, cada día son más las armas, en este caso largas, que se incautan en registros, controles, robos y demás supuestos policiales.

Merece la pena referir las pruebas que con cartuchos de postas, y a distintas distancias del blanco, se han ejecutado para desmitificar la dispersión de las postas en las escopetas. Tras dichas pruebas, quedó claro que un cartucho de 9 postas, -el más comúnmente usado- no se “abre” tanto como para parar a dos personas, a la par, desde 20 metros de distancia, eso no es más que una vieja leyenda urbana. Con carabinas del tipo MP-5 y Ar-15, ambas en calibre 9m/m Parabellum, también se efectuaron ejercicios de tiro y manipulaciones básicas y avanzadas.

No fueron esas las únicas pruebas de balística realizadas durante el curso. Una jornada entera fue dedicada a realizar pruebas balísticas sobre Gelatina Balística, materiales de construcción y contra vehículos. Pruebas de esta índole no se llevan, ni por asomo, acabo en otros cursos de Instructores de este país. Con esas pruebas, todos los asistentes pudieron hacerse una gráfica idea de las posibilidades, muy aproximadas, que tienen determinados calibres y tipos de proyectil. Finalmente, se puede decir que aquello que se estudió, de modo teórico, se ha constatado de modo práctico en estas pruebas. Además de usar distintos tipos de proyectil de calibre 9 m/m Parabellum, (9mm Luger, 9x19mm) se usó también el mítico y eficaz: 5,7x28 m/m FN. Estas pruebas fueron filmadas, previa autorización, por profesionales de la cadena televisiva Tele Madrid, en cuya cadena, días después, se emitido un documental sobre el curso y su alcance.

Neoconcepto: Letalidad Reducida
Un elemento, -cada día más presente en el equipo policial- que no podía pasar por alto un curso de esta calidad, es el arma de Letalidad Reducida, por ello se han hecho prácticas con diverso material de este género.

El Director del Curso, auxiliado de Profesores de Apoyo, dio una magistral clase sobre este tipo de materiales. Estos profesionales expusieron, ante todos los cursillistas, las virtudes de diferentes tipos de armas de letalidad reducida. Tras explicar las características técnicas y mecánicas de cada uno de ellos, y exponer los supuestos policiales en los que el empleo, de ese material, estaría legal y proporcionadamente usado, se pasó al uso, manipulación y prueba de los mismos.

Uno de las armas usadas fue el FN-303. El lanzador FN es una especie de carabina que funciona con una botella de aire comprimido, y que impulsa proyectiles del calibre 12 y de un peso aproximado de 8 gramos. Puede lanzar proyectiles de impacto, de gas o de pintura marcadora. Muchos creen que este arma es como el lanzador PepperBall, otro
arma de, en principio, parecidas prestaciones, pero personalmente, he probado ambos, y el FN le gana la partida con creces.

El FN-303 dispone de cargadores de tambor con 15 proyectiles de capacidad. El cambio de cargador es rápido y seguro. Para el agente tirador, de este arma. Se fabrica un chaleco especial porta equipo, en el cual, el usuario podría llevar a mano: cargadores de repuesto y botellas nuevas de aire comprimido.

En la galería de tiro de la Academia, y durante la clase, se hicieron numerosas pruebas de tiro con proyectiles de impacto sobre un maniquí. La prueba se realizó a 20 metros de distancia y la precisión fue altísima, como si de un arma larga de fuego se tratara.

Muy llamativo y eficaz se mostró el Lanzador Brugger & Thomet de 40m/m, (BT-GL-40mm) el cual, lanza un proyectil de FOAN antimotines-antidisturbios. El proyectil tiene un aspecto muy similar al de una pelota de golf y es de gran densidad. Por su color amarillo, el cartucho-proyectil, es imposible ser confundido por el usuario, y por ello no es fácil que se lance, por error, un proyectil con otro fin. El proyectil se monta sobre una vaina en la que se instala, para propulsión del proyectil, un cartucho de salvas/proyección de 9mm, siendo éste, idéntico al que los revólveres de fogueo suelen usar.

El lanzador posee 12 estrías en el interior del tubo-cañón, las cuales otorgan al proyectil durante el vuelo, hacia el objetivo, estabilidad y precisión. El peso del lanzador no llega a dos kilogramos y tiene 4,5 kilogramos de presión en su disparador, el cual es de tipo DAO. El Lanzador es de color amarillo muy llamativo, consiguiendo con ello que sea, incluso a distancia, identificado como arma de letalidad reducida y no de fuego real. Su culata plegable le otorga a este elemento una gran capacidad de transporte y ocultación en vehículos o bolsos.

Otro equipo estudiado y probado “en carne” es, el Taser, tanto el modelo X26 como el M26. Tras las explicaciones dadas por los profesores, se solicitó, entre los asistentes al curso, voluntarios para probar la descarga de un Taser. Varios fueron los voluntarios, entre ellos el que firma esta crónica. Debo decir algo, no me duele en prenda, yo era incrédulo sobre la eficacia de este tipo de “artilugios”, hoy creo firmemente en la eficacia paralizante de toda acción física de quien recibe la descarga. Jamás volveré a someterme a semejante prueba.

Créanme, cuando oigan que el Taser no funcionó en tal o cual caso, pregunten si el tirador acertó en el cuerpo del objetivo. Evidentemente, si los dos filamentos que el Taser proyecta no alcanzan, a la vez, al sujeto agresor…NO funcionará, pero como “enganchen” los dos filamentos…cae hasta el más grande. El Taser genera en vacío 50.000 voltios, pero en contacto con la persona baja a 400 voltios con una corriente de 0,0021 amperios lo que lo hace no-letal, per se, y así varios estudios médicos lo atestiguan.

Durante la sesión, pudimos saber que en breve se va a comercializar un cartucho de escopeta que proyecta un “mini mecanismo” Taser, el cual una vez impacte en una persona, de modo automático, descargará su “corriente” durante 20 segundos.

El JPX también fue probado, al igual que su “hermano pequeño” el Ángel Guardián (versión civil). Ese es un sistema de lanzador de gas OC, que según quienes lo han probado en sus carnes, es muy eficaz, llegando a producir la paralización momentánea de quien lo sufre. Según parece, la sensación que se percibe, al ser alcanzado, incluso levemente, es como si le hubieran arrojado agua hirviendo a la cara, perdurando la sensación por espacio de más de media hora.

Posee un alcance de aproximadamente 7 metros, de hecho, en el curso ha sido probado a esa distancia. El OC procede del pimiento de cayena, por ello, al ser natural, no provoca efectos secundarios. Es muy ligero y con aspecto de arma corta de fuego. Destaca su elevada velocidad de salida, sorprendiendo a quien recibe el “chorro” de OC.

Previa autorización de la dirección del Centro de Formación, representantes de la revista Tactical, filmaron y prepararon un artículo sobre el curso, coincidiendo la visita de esta revista, con el día dedicado, en el curso, a las armas largas y también a las armas de Letalidad Reducida. No solo la prensa escrita estaba “invitada” a este curso. Reseñar también que, un redactor y un cámara de la cadena televisiva Antena 3 estuvieron presentes, durante horas, en las galerías de tiro. Estos profesionales de la información fueron testigos del programa de formación de tiro en Condiciones de Baja Luminosidad. Días después, en los telediarios de la tarde y de la noche, emitieron el documental del curso.

Durante una jornada completa, tres mandos policiales, de tres cuerpos distintos, expusieron, con lujo de datos, los respectivos programas de formación en tiro y armamento que se imparten en sus academias o unidades.

Desde la Academia General de Policía, ubicada en Ávila, se desplazó el Inspector Jefe del C.N.P., D. Francisco Herrero; desde El Escorial, concretamente desde la Academia de ascenso a Oficial de la Guardia Civil, fue el Teniente Rosillo, el encargado de exponer el sistema formativo, en tiro y armamento, de su organización policial. Finalmente, el Jefe de Policía Local de Alcobendas, (Madrid) expuso el plan de entrenamiento de tiro policial de su plantilla.

Los tres ponentes abrieron un turno de ruegos y preguntas, y si bien, los tres tuvieron que responder a la cuestiones de los Instructores cursillistas, fue el Tte. Rosillo quien más preguntas tuvo que responder.

El último cartucho, el examen
Finalmente, llegó el examen. La última jornada del curso se dedicó, íntegramente, a la realización de las tres pruebas finales. Todos los alumnos, a la par, hicieron, o hicimos, el ejercicio escrito. La prueba consistía en un examen de quince preguntas relativas al amplio temario estudiado. Diez de la preguntas eran tipo test y cinco preguntas eran a desarrollar por escrito.

La siguiente prueba fue la de precisión, y por el orden establecido alfabéticamente, las cuatro líneas de tiro, creadas al inicio del curso, fueron entrando de una en una, en las dos galerías cubiertas e insonorizadas utilizadas para este curso, si bien, el Centro de Formación posee otras 2 galerías de similares características. Finalmente, llegó la prueba “reina”, el examen de tiro defensivo. Este ejercicio estuvo muy bien “diseñado” y contó con más de diez ejercicios, que a su vez, estaban compuestos por varias series de disparos. Si alguien está pensado en recorridos de tiro, como parte del entrenamiento o del examen, se equivoca, ese tipo de entrenamiento no se hace en la Academia de Policía de la CAM.

Si el Director del curso pretendía alcanzar el estrés máximo en los tiradores, lo consiguió. No recuerdo haber visto a ningún tirador que no estuviera altamente motivado y extremadamente estresado. Incluso los mejores tiradores de las cuatro líneas de tiro, estaban oliendo su propia adrenalina. No era para menos, algunos de los ejercicios eran de extremada dificultad pues los tiempos de exposición de las siluetas eran, en muchos casos, muy, muy cortos, y además, estaba en juego el APTO del curso.

Algunos de los ejercicios, -tres de ellos- fueron en total oscuridad. Lógicamente, en esas series, los tiradores empleaban, cuando “tocaba”, la linterna táctica. Todos los ejercicios se realizaban a distintas distancias de enfrentamiento y con tiempos de exposición del blanco distinto, todo en función de la distancia de la supuesta agresión armada.

Sin más, y tras finalizarse todas las pruebas, se clausuró el curso. El Director del curso y principal Profesor del mismo, D. Javier Pecci, se dirigió a los asistentes para agradecer el tiempo e interés invertido. Antes de abandonar las instalaciones, el resto del cuadro docente y el Coordinador del Área Operativa de la Academia, hicieron lo propio agradeciendo a todos los alumnos su asistencia e interés.

Este cronista aprovecha la ocasión para agradecer a la Academia de Policía de la Comunidad de Madrid y a su cuadro de profesores, la ocasión que le han brindado de poder haber estado allí con los mejores, tanto con los mejores tiradores como con los mejores profesores.■

Nota: Algunas de las imágenes, que ilustran este artículo, han sido cedidas, amablemente, por la revista Tactical, motivo por el que el autor le está muy agradecido al Sr. Galán.

PUBLICADO EN EL PERIÓDICO ARMA.ES DEL MES DE DICIEMBRE DE 2009