lunes, 28 de noviembre de 2011

Presentación del libro de Ernesto...

El pasado día 15 de este mes de noviembre, a las 19 horas, Ernesto Pérez Vera presentó su libro, Una mirada desde la “Verja”: Policías en La Roca, en el CLUB de la International Police Association de GIBRALTAR. Como ya sabemos, nuestro amigo Ernesto es funcionario del Cuerpo de la Policía Local de La Línea de la Concepción.

El acto fue presentado por el comisario de la Royal Gibraltar Police, Louis Wink, y en la mesa de presentación estuvo también, junto al autor, el superintendente Rob Allen, jefe de la Gibraltar Defence Police (cuerpo policial del Ministerio de Defensa)

El acontecimiento estuvo asistido y organizado por el inspector jefe Ian McGrail y el oficial Henry Sacramento, ambos de la RGP. El inspector Maurice Napoli, jubilado y presidente de la International Police Association de GIBRALTAR, cedió las instalaciones del Club y ofreció una copa de vino, y refrescos con tapas, al finalizar la presentación. Aproximadamente cien personas se dieron cita para el evento. Entre los asistentes había policías de ambos lados de la frontera, y de todos los cuerpos: agentes y mandos de la Guardia Civil, Cuerpo Nacional de Policía y Policía Local de varios municipios. También del Peñón había agentes y mandos de ambos cuerpos. Autoridades políticas, familiares del autor y ciudadanos particulares también se congregaron.

En el salón utilizado para la presentación del libro, el comerciante local Freddie Parody instaló una mesa en la que se podían adquirir ejemplares del libro presentado. Muchos fueron vendidos y posteriormente firmados y dedicados por el autor. Freddie Parody es el propietario de tres librerías en Gibraltar, y en las tres se ofrece, con éxito de ventas, este libro.

Seguidamente se da a conocer el discurso pronunciado, que no leído, por el autor. Ernesto intervino tras ser pronunciadas unas palabras por el comisario Wink. Durante la disertación del autor, un Power Point con imágenes y explicaciones sobre el libro era proyectado en una pantalla ubicada tras la mesa de presentación. El comisario alabó al autor y su libro durante su intervención.

Pedro P. Domínguez Prieto.


Presentación

15 de noviembre de 2011 a las 19 horas

Antes de entrar en materia quiero dejar de manifiesto mi pesar por el fallecimiento de una persona digna de todo respeto y admiración profesional: don José Cabrera Lobato, comisario del CNP. Pepe Cabrera, como casi todo el mundo lo conocía, murió el pasado viernes día 11 a las 9 de la noche. Cabrera es uno de los personajes del libro que hoy presentamos. Él mismo estuvo muchas veces en Gibraltar para coordinar operaciones policiales. Sé que Pepe tenía amigos entre las personas que hoy están en este salón.

DESCANSE EN PAZ UN GRAN POLICÍA, un policía que forma parte de la historia de la policía española.

Ahora sí, ahora entro en materia. Quiero agradecer, ante todos ustedes, la oportunidad que me han brindado los dos cuerpos policiales del Peñón: la RGP y la GDP. Ambas instituciones, encarnadas hoy aquí por el comisario Wink y el superintendente Allen, me abrieron sus puertas para que esta presentación se llevara a término. Como casi todos sabrán, estaba previsto que este evento se celebrará en otro lugar de esta misma ciudad, es más, los trámites para ello fueron gestados y confirmados durante semanas. Por causas ajenas a mi voluntad, pero perfectamente justificadas por quien canceló aquella opción, se ha optado por usar estas espléndidas dependencias.

Las razones que se esgrimieron, para justificar la decisión de la cancelación en el otro lugar, son comprendidas y respetadas por este autor.

No hay mal que por bien no venga: estos compañeros gibraltareños han demostrado lo que ya digo en mi obra, son AMIGOS. Ellos, tan pronto supieron de la contrariedad surgida con el punto originalmente anunciado para celebrar este evento, me tendieron la mano y me abrieron sus puertas. Y al hablar de puertas hablo en plural, pues los dos cuerpos ofrecieron sus respectivos clubes sociales.

Quiero dedicar unas palabras también a otro amigo: José María de Vicente Toribio, inspector jefe del CNP, y prologuista del libro. Me gustaría tenerlo hoy aquí con nosotros, pero no ha podido ser. Imponderables de su servicio, en la Escuela de Policía de Ávila, lo han impedido. Su prólogo, aunque breve, es profundo y sincero. Y sé que es sincero porque conozco bien a Toribio. La escueta aportación de José María a la obra, ofrece más calidad literaria que todo el libro. Mi prologuista ha obtenido diez premios literarios en prosa y poesía y ha publicado ya 5 libros, el último de ellos hace menos de un año. Para mi es un honor y un privilegio contar con José María entre mis amigos. Una lástima que él no haya podido trasladarse hoy hasta este club.

También a Ian McGrail, inspector jefe de la RGP y Joe Osborne, oficial de la GDP, quiero públicamente dar las gracias por prestar su tiempo y atención a este autor. Ellos han estado siempre a mi disposición para resolver cuantas dudas me surgieran. Los dos, en su momento, fueron asignados por sus máximos superiores como enlaces y guías de mis trabajos.

A Domingo López, agente de la PL de Algeciras, le debo mucho también. Domingo es el responsable de la maquetación y diseño de muchos detalles del libro, así como de los carteles de promoción. Pedro Pablo Domínguez y Eduardo Prieto, detective privado y profesor de literatura respectivamente, también han sido colaboradores en determinados momentos. También Enrique Silva, director de seguridad, ha sumado con determinados apoyos.

Dicho esto, necesito decir que este trabajo está dedicado a mi madre.

A mi queridísimo hijo Ernesto también le dedico este trabajo, espero que le sirva de ejemplo, algún día, para muchas cosas. Por cierto, él ha sido quien más horas ha estado junto a mí mientras le daba al teclado, y gestaba la obra. Algún día comprenderá el título del libro, ahora sólo se ríe y dice que no lo comprende…

También a ti te quiero decir algo desde aquí: te quiero María José. Gracias por estar siempre ahí.
Todo tiene una causa o un por qué, y la causa primera que me empujó a escribir este libro es una muy natural y humana: la necesidad de comunicar.

Como cualquier ser humano que conoce datos relativos a algo, que otros desconocen, me vi empujado a dar a conocer aquello que yo sí conocía. Durante mis horas de trabajo como policía, en las charlas con amigos o donde encartara que saliera el tema de Gibraltar y la policía, todos daban palos de ciego en sus manifestaciones sobre las relaciones profesionales entre polis españoles y gibraltareños. Muchos creen que nos estamos pegando tiros todos los días. Es más, en algunos puntos de España existe la idea que vivimos casi una situación de beligerancia. Todos los presentes sabemos que ocurre todo lo contrario.

Yo, por haber escrito para la revista War Heat Internacional dos amplios artículos, sobre los dos cuerpos policiales del Peñón, tenía datos frescos y contrastados sobre el funcionamiento interno, y también público y político, de las fuerzas policiales en Gibraltar. Por cierto, no solamente aquéllos amigos míos daban palos de ciego al referirse a los polis del Peñón, también la prensa lo hacía de una forma generalizada, y lo sigue haciendo. Por ello decidí, tras la publicación de mis artículos, ampliar datos mediante la indagación, y comencé a trazar la idea de lo que es ahora este libro.

Al principio aumenté profusamente el material que dio forma y vida a los artículos antes referidos, y poco a poco fui realizando subdivisiones hasta conseguir tener clara la estructura y contenido del libro. Casi desde el principio tuve clara la idea que pretendía dar de Gibraltar, de su policía y de la siempre controvertida “cuestión de Gibraltar”. Tengo que decir que aún siendo los policías del Peñón los protagonista de la obra, pasajes dedicados a otros asuntos ocupan varios capítulos, eso sí todos esos pasajes hacen un guiño a la seguridad, aunque esta no llegue siempre de la mano de agentes policiales…

Como es natural, si voy a contar cómo y cuándo nacen las fuerzas de seguridad en el Peñón de Gibraltar, antes tendré que decir qué es, y donde está, ese Peñón. Más aún, no puedo decir qué es el Peñón sin hablar de su forma de gobierno, moneda y demás aspectos sociales y demográficos. Por todo ello el libro comienza con un capítulo dedicado a esos aspectos, y es seguido por otro importantísimo: La Historia de Gibraltar. Si hoy existe un Gibraltar británico, contra el que la diplomacia española pugna desde antaño, es por aquello que pasó en 1704 y que tiene que ser recordado en este libro: existió un Gibraltar español. ¡Apasionante capítulo!

Después de estos capítulos ya entro en materia, y comienzo a dedicarle páginas a los protagonistas: los policías. El libro consta de 14 capítulos, y entre el capítulo 3 y 12 se tratan temas puramente relacionados con la policía y la seguridad general del Peñón a lo largo de su historia más reciente o contemporánea.

Doy a conocer los orígenes del actual concepto de cuerpo de policía. No hay que olvidar que el primer cuerpo de policía profesional, tal y como es hoy interpretado y entendido ese concepto, fue creado en Londres; y ahí es nada: el segundo cuerpo se creó en Gibraltar en 1830, sólo meses después que el dispositivo londinense. Entendemos que un cuerpo de policía es una organización jerarquizada y profesional (a tiempo completo), con la misión principal de proteger y velar los intereses ciudadanos en aplicación de orden legislativo positivo.

Desde aquel primer origen policial, y hasta nuestros días, voy repasando aspectos relativos a la organización del cuerpo en Gibraltar: composición, unidades que lo integran, equipos y materiales, formación, etc., etc.

Las relaciones profesionales entre los dos cuerpos policiales que en el Peñón conviven, son tratadas también con detalle.

Desde aquel mes de junio de 1830 y hasta julio de 1938, únicamente un cuerpo vigilaba y protegía a la población de La Roca. Desde aquel año 38 ya son dos los cuerpos que, hasta el momento actual, protegen a los gibraltareños. Royal Gibraltar Police o Policía Local o del pueblo el primero, y Gibraltar Defence Police o Policía de Defensa el segundo, también llamado por los más antiguos: Policía del Monte…

Si algo me mantuvo especialmente absorto durante la elaboración de la obra, fue redescubrir algo que yo ya sabía: no es verdad que la relación policial entre los “bobbys” y los polis españoles sea nefasta. No es verdad y lo digo con rotundidad absoluta. Lo que sí es cierto es que esa es la idea que muchos, a ambos lados de la “Verja”, pretender dar a la opinión pública. Esa imagen obedece a motivos de Estado en unos casos y a causas personales en otros.

Amigos, la realidad es que sólo los políticos, de ambos lados de la frontera, deberían “escupirse” sus argumentos. Nosotros los policías NO debemos entrar en esos juegos.

Ese factor también me llevó a escribir este libro: los policías no debemos entrar en polémicas de “sí o no, Gibraltar español”. No señor, eso para la diplomacia y los políticos. Nosotros a lo nuestro, y eso es detener malvados delincuentes, que bastante hay en los dos territorios. Precisamente ellos, los delincuentes, son los que más beneficio y rédito obtienen de esas disputas policiales que a veces, y digo a veces, se producen.

Los episodios históricos más destacados de la seguridad del Peñón, desde el siglo XIX, forman parte del capítulo al que más pasión le puse durante la elaboración del trabajo. No todos esos episodios tienen como protagonista a las fuerzas policiales de La Roca, pero desde luego deben ser conocidos en mi libro. Participen o no participen los “bobbys” en esos episodios, doy a conocer aspectos relativos a la seguridad general del Peñón y de sus habitantes, por ello no podían ser obviados en mi libro: un libro de policías es un libro de seguridad…

Muchos de esos episodios hacen protagonistas, a la par, a policías y autoridades españoles y británicas. Esto último acredita lo antedicho: las relaciones profesionales son, y sobre todo fueron, excelentes entre policías británicos y españoles. Otra cosa es lo que la gente entiende tras la lectura de artículos políticos y de opinión, publicados en medios de prensa de ambos lados de la “Verja”.

La histórica polémica de las aguas que circunda al Peñón, también las vengo a tratar, eso sí, muy someramente y de soslayo al hablar de las unidades marítimas de la policía gibraltareña. Entrar de lleno en ese asunto es algo que no me toca, pues el objetivo del libro es otro. Pero naturalmente no puedo dejarlo pasar de largo: está más que candente y merecía un repaso jurídico, histórico e incluso anecdótico.

Gran valor tiene para mí el hecho de haber podido entrevistar, para engrandecer este trabajo, a personas que han formado parte de algunos episodios históricos relacionados con la seguridad de Gibraltar. Ellos son tan protagonistas como los propios cuerpos de policía de La Roca. Los entrevistados son, de algún modo, historia viva. Agentes, comisarios, superintendentes, funcionarios de prisiones, pilotos de helicópteros, marinos mercantes y hasta un capitán de la Guardia Civil, se han dejado “interrogar” por mí. Sus manifestaciones han sido, sin excepción alguna, de infinito valor para este autor y la obra.

Estas personas formaron parte activa de episodios históricos vividos en el Gibraltar de gran parte del siglo XX, y también de lo que llevamos del XXI. Españoles como los comisarios del C.N.P. José Cabrera y Ángel Lozano, el capitán de la G.C. Juan Osorio, los capitanes Gárate y Riscos de la Marina Mercante o el agente del C.N.P. Paco Álvarez, han dado testimonio de sus experiencias profesionales y vitales en el Peñón, y con sus compañeros británicos. Del mismo modo se sometieron a mis “pesadas” entrevistas los mandos y policías del Peñón: Joseph Canepa, Louis Wink, Richard Mifsud, John Durante, Ian McGrail, Gareth Coom, Joseph Jurado, Joseph Osborne y Henry Sacramento. Entre estos últimos citados hay funcionarios de la RGP, GDP e incluso del Servicio de Prisiones de Gibraltar.

Tras mencionar a estas personas, deben saber los presentes que muchos de ellos nos acompañan esta tarde. Aprovecho para dar LAS GRACIAS a todos los mencionados.

Algunos de los referidos vivieron los episodios más violentos y desagradables acaecidos en el Peñón, a nivel policial, de toda la historia reciente de Gibraltar. En cualquier caso: esos hechos marcaron, de algún modo, sus vidas profesionales

Los violentísimos disturbios de “los palomos” en los años 60; la intentona argentina de volar buques en el puerto durante 1982; la muerte de tres terroristas irlandeses en 1988; la detención de un peligroso y calculador parricida en 1992; la represión del contrabando y los lancheros en 1995; o el arriesgado rescate de los náufragos del Fedra en 2008, serán conocidos, con lujo de detalles, por el lector. A lo largo de la obra, y a medida que se vayan leyendo esos y otros episodios, el lector irá sabiendo cómo y cuándo actuaron, en cada caso, todos los entrevistados.

Y como no podía ser de otro modo, ¡o sí! pero yo he querido que así fuese, doy a conocer a los lectores el actual modelo policial español. Merece la pena que unos lo conozcan y otros lo “refresquen”. En fin, una breve comparativa de modelos policiales, el británico y el español.

Por cierto, el panorama policial de España es completamente diferente al británico en general, y al gibraltareño en particular. Del mismo modo ocurre con la organización y funcionalidad judicial: modelos diferentes en ambos lados de la frontera. También sobre ello doy pinceladas en la obra. Sin embargo, no son pinceladas las que doy sobre el modelo policial español. Detallo, con bastante aportación de datos, cual es el funcionamiento de las FYCS en España, así como el origen e historia de todos los cuerpos. Puede gustar mucho este capítulo a los policías gibraltareños.

Ya vamos a concluir, pero antes quiero decir que del mismo modo que el libro está dedicado a mi madre y a mi hijo, esta presentación se la “brindo” a todos los policías que diariamente se entrega, con compromiso, a la dura y pocas veces reconocida tarea de perseguir el delito. Esta labor, aunque gratificante para los que somos policías de sentimiento y no simples personas que cobran por vestirse de ello, es, a veces, demasiado arriesgada y desagradable. Y ahora, al hablar de policías, me estoy refiriendo a los de ambos lados: a los españoles y a los gibraltareños, sean del cuerpo que sean.

Por último, y ya acabo de verdad: gracias a todos por estar esta tarde aquí compartiendo conmigo este gran momento. Lean el libro y diviértanse con su lectura, seguro que descubren sucesos y situaciones que no conocían, o que quizá sólo les sonaban...

GRACIAS.

Devuelvo la palabra al comisario Wink. Gracias.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Un ciudadano ejemplar…

Mi amigo y colaborador Pedro Pablo Domínguez Prieto, detective privado de profesión, nos vuele a ilustrar con un texto apasionante. Pedro nos tiene acostumbrados a maravillosas narraciones de hechos reales, y todas ellas desbarban calidad narrativa. Sus textos enganchan y atraen, de eso no hay duda. Además sabe cómo decir las cosas… Pero esta vez se ha superado y nos regala una historia apasionante. Sé que todos los lectores y seguidores de mi blog van a disfrutar…ya me lo irán diciendo…


Lo dicho, a leer. Gracias Pedro.

Ernesto Pérez Vera.

Un ciudadano ejemplar debidamente mentalizado…y armado…


Por: Pedro P. Domínguez Prieto


Generalmente, se acepta que la lucha contra el crimen (prevención general y especial) es tarea del Estado, particularmente de las instancias de control formal. Si somos víctimas de un delito, debemos llamar a la Policía, y si esta detiene a los criminales, los Jueces los castigarán según las acciones que cometieran. Cierto que a la víctima se le permite “defenderse” en el momento de la agresión (art. 20.4 C.P.), pero dadas las restricciones existentes en España respecto a los medios de defensa, es inusual que este derecho se pueda ejercer con efectividad.


Existe otro factor importante, y que además es bien conocido por aquellos que trabajan con armas: el mero hecho de poseerla, no basta para usarla correctamente. Una persona ajena al mundo de la seguridad pública o privada, puede tener acceso a un arma en determinados casos, pero carecerá del conocimiento necesario para emplearla adecuadamente llegado el caso.
Por ello, en España son extremadamente inusuales los casos en que un ciudadano armado ha “repartido plomo” frente a alguien que trataba de atracarle/violarle/asesinarle (viene a mi mente el caso Ferrys), y mucho menos que esa persona lo haya hecho varias veces en un corto espacio de tiempo. En nuestro entorno será más común que hayamos sido víctimas sin opción de defensa varias veces… aunque esa es otra cuestión.


Bien, ejercitemos nuestra imaginación y pensemos que tenemos derecho a “defendernos”, que llegado el momento disponemos de armas de fuego, y que son los atracadores los que se marchan de nuestro hogar “con los pies por delante”, y no una vez, sino 4. Inconcebible, ¿verdad? Ahora sumemos que no somos miembros de FCS o militares, sino simples “civiles” que nos hemos preocupado de entrenar, entrenar y entrenar hasta tener una habilidad equivalente con las armas, más extraño aún.


Esto, que en tierras íberas nos suena a película, ocurrió en realidad en un barrio de Los Ángeles a principios de los 90: es la increíble historia de Lance Thomas.


Ser joyero es un profesión de riesgo, aquí y en cualquier sitio. Dependiendo del lugar, los atracadores estarán más acostumbrados a cometer sus robos sin violencia, o a no dudar en disparar a los propietarios ante la menor resistencia. En USA a finales de los años 80 la última opción era la más común, hasta el punto de que entregar la mercancía no garantizaba evitar que te golpearan o disparasen.

Como otros muchos compañeros del gremio, Lance Thomas poseía un arma en la tienda: un revólver Smith and Wesson 36 del calibre .38 Special de 5 tiros. En lugar de llevarlo en su cuerpo, lo había escondido bajo el mostrador, en un punto cercano a la caja donde pudiera alcanzarlo rápidamente.


El 10 de agosto de 1989, 2 hombres entran en su local. Uno de ellos lleva una pistola de 9 m/m en la mano. Lance decidió en un instante que no se convertiría en víctima, y extendió su mano para alcanzar el revólver.

Llegados a este punto, hay que aclarar que las leyes norteamericanas sobre la defensa propia permiten usar fuerza letal ante un temor razonable de sufrir lesiones graves o la muerte (no es necesario que nos disparen, solo con apuntarnos con un arma ya estaría justificado abrir fuego).

También hay que tener en cuenta que los delincuentes de este país suelen usar armas de fuego con mayor frecuencia que en España, y que es habitual que no duden en disparar ante cualquier resistencia de la víctima. Esto se debe en parte al consumo de drogas como el crack, que en algunas ciudades es un problema endémico.

Por tanto, el Sr. Thomas pudiera muy bien haber muerto aquel día, estaba en manos del delincuente que le apuntaba.

Pero el destino de un hombre puede cambiar únicamente por su determinación: el pequeño revólver del .38 apareció frente al rostro del delincuente y sonaron 3 detonaciones: 2 se perdieron en el fondo de la tienda, pero el tercero impactó directamente en su cara. Al ver caer al primer blanco, el joyero giró su arma hacia el segundo delincuente, pero no viendo ningún arma en sus manos, simplemente le ordenó que se marchara.


Es impresionante la sangre fría de Lance, que fue capaz de “identificar el blanco”, en lugar de tumbarlo al estilo IPSC. El resultado de la lucha no puede ser más favorable: la víctima ilesa y 1 de los atracadores herido de gravedad (finalmente sobrevivió), entendiendo los jueces que se trató de un caso de defensa propia totalmente justificada.


Sufrir un asalto de este tipo es posiblemente la mejor medicina para la concienciación (preguntadle a Ernesto), por lo que Lance analizó los puntos fuertes y débiles de su actuación. Había reaccionado bien y con precisión, pero sintió que posiblemente un revólver de 5 tiros no fuera suficiente la próxima vez. Con esto en mente, el joyero metido a pistolero adquirió 3 revólveres del .357 Magnum: un Colt Python, un Smith and Wesson M19 Combat Magnum y un Ruger Security six, y los distribuyó por su lugar de trabajo, con la idea de hacer recargas neoyorquinas: en lugar de recargar, soltaría cada revólver vacío y cogería otro cargado.
Con estos 4 revólveres (mantuvo el del .38), Thomas esperó hasta el siguiente asalto (mejor dicho intento de asalto). No tardaría en llegar.


El 27 de noviembre de 1989, los delincuentes eran de un tipo totalmente diferente, nada de chorizos de barrio: 5 hombres bien armados y motivados, de los que 3 componían el grupo de “asalto”, y los otros 2 actuaban de apoyo. Accedieron a la tienda y, sin mediar palabra, el hombre de punta disparó con una semiautomática del .25 8 veces (el calibre .25 es para un europeo el conocido 6,35 m/m), hiriendo a nuestro protagonista 4 veces: 3 impactos en el hombro derecho y 1 en el cuello. Posiblemente el 4º disparo no fue mortal debido al pequeño calibre de los proyectiles.

Thomas volvió a responder acorde a su entrenamiento: el Ruger vomitó 6 proyectiles del .357 Magnum, de los que 5 alcanzaron al criminal. Lógicamente cayó como un saco de patatas.
El 2º delincuente abre fuego, y también lo hace el defensor con el .38 de cañón corto, increíblemente ninguno de la docena de proyectiles que silbaban por el aire “tocan pelo”.


Es el turno del tercer chorizo, y también para el tercer revólver del joyero. Los 6 proyectiles del .357 entran en la silueta, otro delincuente que cae al suelo.


En ese momento, el pandillero superviviente decidió que no quería seguir tentando a la suerte, y escapó corriendo del local. Sus 2 compañeros, al escuchar el ruido de los disparos y ver solo a 1 de ellos salir de la tienda, adivinaron lo que había ocurrido y también huyeron.

Nueva victoria para el pistolero: 11 blancos con 19 disparos, 2 delincuentes muertos.
Thomas sin duda había tomado decisiones acertadas en cuanto a armas, calibres y número de estas, y yo no puedo sino darle la razón: el .357 Magnum es posiblemente, el cartucho policial con mejor reputación de la historia. No sabemos si fue debido al aumento en número de asaltantes (de 2 a 5), pero nuestro amigo volvió a aumentar su arsenal, esta vez con pistolas semiautomáticas: 4 SIGs (1 P225 de 9 m/m P y 3 P-220 del .45 ACP). Ahora en el mostrador de la relojería se apilaban nada menos que 8 armas cortas, con 56 cartuchos de munición de alta potencia en ellas.


Su plan seguía siendo el mismo, coger arma tras arma e ir vaciando los cargadores hacia los atracadores, desechándolas según las descargara para coger otra.


Analizando su caso, es imposible no recordar los tiroteos del famoso Jim Cirillo, y ver como Thomas había adoptado varias de sus tácticas, quizás sin ser consciente de ello. En las “emboscadas” de la SOU (unidad del NYPD en la que trabajó Cirillo), los tiroteos tenían lugar a muy corta distancia, sin medias tintas: muy pocos delincuentes neoyorquinos bajaron sus armas al oír “alto policía”. También se daba con frecuencia el caso de producirse disparos simultáneos entre criminales y agentes. En estos casos, según Cirillo, lo más importante era “tumbar” al otro lo antes posible. Reacción inmediata y calibres grandes y potentes, esa era la clave. Cirillo llegó a decir que el arma ideal para estos menesteres era un revólver del .44 Magnum con puntas huecas.


Los calibres elegidos por Thomas (.357 y .45) cumplían con las condiciones de Cirillo.

3º round: 4 de diciembre de 1991. De nuevo Thomas iba a tener que usar sus armas para defenderse. 2 atracadores, un hombre y una mujer entran en la tienda, el varón desenfunda una Glock y apunta al tendero, ordenándole que no se mueva. Buena cosa le dijo, en un momento su mano iba hacia la SIG más cercana.

En esta ocasión, el primer proyectil del asaltante impactó al defensor en el cuello, no siendo fatal por cuestión de centímetros. Debido a la urgencia, Thomas no pudo empuñar correctamente la P225 (lo que se llama limp wristing) y tras disparar 3 veces hacia el pecho del agresor, la pistola se interrumpió. Sin pararse a solucionar la traba, la soltó y cogió la siguiente: una P220. 5 “plomos” del .45 acaban con la vida del atracador. Su acompañante no se mostró muy dispuesta a pelear, por lo que la lucha había terminado.


Lance volvería a recuperarse de sus heridas: 4:0.

Epitafio: 20 de febrero de 1992. Lance ya era un pistolero experimentado. Como decimos coloquialmente “tonterías las justas”. Cuando 2 individuos armados entraron en la tienda, ni siquiera tuvieron ocasión de levantar las pistolas que Thomas vislumbró en sus manos. El primero cayó con 8 proyectiles del .45 en su cuerpo. La segunda P220 lanzó 4 más al pecho del segundo, zanjando la cuestión definitivamente.


Thomas había prevalecido frente a 11 delincuentes, matando a 5 e hiriendo a un sexto. A cambio había sido herido en 5 ocasiones. Sin duda ningún delincuente de la época pensaba en ese momento en ir a batirse en duelo con el relojero, pero eso no aplacaba la sed de venganza que corría entre las bandas de la ciudad, que finalmente amenazaron con tirotear la tienda periódicamente y matar a los clientes que estuvieran allí. Lance Thomas se vió obligado a cerrar la tienda, ante la disyuntiva de poner en peligro a personas inocentes.

Hoy en día, este singular pistolero de la era moderna vive en el anonimato, rehusando incluso ser entrevistado, oculto de las múltiples amenazas de muerte que recibió.


Tan solo hemos podido rescatar una entrevista concedida al programa “Turning Point” de ABC News, que fue a su vez publicada en la revista Guns and Self Defense: when can you shoot, el 5 de octubre de 1994:

http://www.youtube.com/watch?v=pkWgp2abM2ww


Don Kladstrup (entrevistador): “Durante 14 años, Lance Thomas fue un relojero de éxito en un barrio del Oeste de Los Ángeles, vendiendo relojes de gran valor, de lujo y de época. Hace 5 años, la zona fue azotada por una serie de robos a mano armada, en los que varios comerciantes fueron brutalmente asesinados”


Lance Thomas (describiendo su primer tiroteo): “… Decidí que no sería una víctima en un instante. No soy la pistola más rápida del Oeste, no soy Wild Bill Hickok. Estaba muerto de miedo, de hecho pensé que no sería capaz de hacerlo.”

D.K.: “¿En qué medida cambió su vida?”
L.T.: “Así es como descubrí la esencia de la defensa personal: y si… y si…y si… Los escenarios eran infinitos, y me vi a mi mismo planeando como reducir la probabilidad de morir si ocurría de nuevo.”


D.K.: “Lance comenzó a practicar en el campo de tiro, apuntándose a un gimnasio y practicando tácticas para cada escenario de robo que se le ocurría. ¿Cómo pudo seguir disparando, defendiéndose, con un proyectil en el cuello y 3 en el hombro?


L.T.: “No me había matado, y no me había quedado sin munición”.
D.K.: Se pregunta si muchos alumnos de defensa propia están tan preparados mentalmente como lance Thomas.

Nuestro amigo continúa: “Si nos trasladamos mentalmente al punto inicial en que estoy enfrentándome a un delincuente armado, tengo que decidir si quiero ser una víctima a su merced o ejercer el derecho a la defensa personal y pelear, y pelear supone aceptar la posibilidad de matar o morir. Dura elección”.

D.K.: “Ciertamente, Lance Thomas no siente remordimiento por las personas que mató”
L.T.: “Remordimiento y culpa… si lo buscas en el diccionario son sinónimo de error. Yo no creo que errara”.


Actitud y aptitud, esas parece que fueron las claves para que el Sr. Thomas saliera vivo frente a 11 delincuentes armados. En el vídeo de la entrevista, además de la impresionante panoplia de “herramientas”, se ve al relojero practicar en la galería. Sin duda tenemos muchas cosas que aprender de él.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Entrevista a Ernesto Pérez Vera, autor del libro “Una mirada desde La “Verja": Policías en La Roca”

Por: Rafa Fernández
Redactor de ARMAS.ES, edición impresa.

Rafa Fdez: La mayoría de nuestros lectores conoce de sobra tu trabajo y tus reportajes sobre armas, técnicas de tiro policial, pruebas balísticas, etc. Pero ¿qué van a encontrar diferente en este nuevo libro que ahora sale a la luz?

(EPV) Van a encontrar algo diferente a mi temática habitual como articulista: historia. El libro es básicamente de historia. Indago en la seguridad general del Peñón de Gibraltar, cuya responsabilidad recae, desde 1830, en la policía amén de en las fuerzas armadas para casos concretos. En dos misiones policiales, los militares colaboran plenamente con las fuerzas policiales del Peñón. El libro detalla todo esto, y más.

Rafa Fdez: ¿Cuándo y cómo surgió la idea de escribir este libro sobre las relaciones policiales entre España y Gibraltar?

(EPV) Verás, tomando un café en el club social de la Gibraltar Defence Police vi la luz: eran policías británicos civiles, pero armados con fusiles de asalto, subfusiles y pistolas. Pero lo verdaderamente llamativo es que dependen del Ministerio de Defensa. Me di cuenta que esos detalles (civiles armados bajo control del MoD) no eran conocidos por la opinión pública y periodística de este lado de la frontera. Bajo el título “Policías civiles protegiendo a militares”, escribí en 2009 un extenso artículo para la revista War Heat Internacional. Esta publicación ya venía publicando otros trabajos firmados por mí. Tras ese artículo vino otro y después llegó la idea del libro.

Rafa Fdez: ¿Quiénes fueron las personas que más te animaron a llevar adelante esta obra?

(EPV) Pues muchos me alentaron a ello, principalmente lectores de mis artículos y seguidores de mi blog (ambos artículos sobre las fuerzas policiales de Gibraltar se publicaron en mi blog, además de en otros medios on line) Mis amigos Pedro P. Domínguez y Domingo López han sido los que más me ayudaron en la traducción de textos escritos en inglés y en el diseño y maquetación de la obra. Otros amigos me apoyaron con el retoque de imágenes y revisión del texto: Enrique Silva y Eduardo Prieto.

Rafa Fdez: ¿Cuál ha sido el momento más duro o la información más difícil de conseguir en la elaboración de tu obra?

(EPV) No hubo momentos duros, pero sí esperas: a veces no fue fácil cuadrar fechas y horas con las personas objeto de las entrevistas. Casi todos son personas profesionalmente activas y con apretadas agendas.

Rafa Fdez: ¿Y cuál dirías que ha sido el dato o la anécdota que más te ha sorprendido conocer?

(EPV) Muchas son las anécdotas que me han sorprendido. Una me resulta muy atractiva, aunque no era desconocida para mí. Es el secuestro cometido sobre dos ciudadanos gibraltareños, en 1870, en lo que es hoy La Línea de la Concepción (ese mismo año se fundó la ciudad) Una partida de bandoleros, al más puro y clásico estilo “bandoleril”, dio origen a una larga investigación que acabó a tiro limpio, como solía ser frecuente, con la Guardia Civil. Soy un apasionado de todo lo relativo al bandolerismo, y este episodio lo conocía desde niño: no dudé en incluirlo en mi libro.

Rafa Fdez: En tu libro dedicas todo un capítulo a los medios materiales de que dispone la policía gibraltareña. ¿Son muy diferentes a los medios con los que cuentan nuestras fuerzas del orden en España?

(EPV) Son similares, pero diferentes. Me explico. Tanto la GDP como la RGP poseen armas de calibres y prestaciones idénticas a las armas de los cuerpos españoles, pero ellos son lo más parecido, al menos la RGP, a nuestros cuerpos de Policía Local. Aquí los cuerpos locales de policía, exceptuando puntuales casos, no emplean subfusiles o armas largas en general (en realidad el modelo de subfusil que emplean no dispara en fuego automático). El otro cuerpo, por depender del Ministerio de Defensa y proteger sus intereses en el Peñón, utiliza, entre otras armas, fusiles de asalto del calibre estándar en la OTAN, como cualquier cuerpo policial del Estado español, e incluso autonómico.

En cuanto a equipos de transmisiones igual: emplean modernos sistemas digitales como los que usamos en España. Y en el campo de vehículos ya tienen, desde hace tiempo en muchos vehículos, sistemas de video-grabación del exterior, cosa que en España no está extendida aún.

Rafa Fdez: Los “bobbies” o agentes británicos son mundialmente conocidos porque no suelen portar armas de fuego en su trabajo diario. ¿Cómo concibe esta realidad un policía e instructor de tiro como tú, ferviente defensor de la preparación y el uso cotidiano de las armas de fuego como instrumento de defensa profesional?

(EPV) Como se suele decir: ¡me alegra que me hagas esa pregunta! He llegado a comprenderlo perfectamente: es cuestión de costumbre y necesidad, y allí convergen ambos conceptos. Como decía en una pregunta anterior, las armas se usan, eso sí bajo un estricto control y protocolo. En el libro me explayo en este tema. Pero sinceramente, he llegado a comprender su filosofía, aunque no siempre la comparta. Cuestión de necesidad… El libro lo explica.

Rafa Fdez: Desde tu conocimiento, ¿cuál dirías que es hoy en día la principal amenaza a la que se enfrentan las fuerzas del orden de “La Roca”?

(EPV)
En el día a día es la seguridad ciudadana. Los delitos de robo han aumentado de un tiempo a esta parte, y también algunos delitos violentos “de sangre”. Creo que la problemática no es muy distinta a la de muchas ciudades españolas, lo que pasa es que aquella ciudad tiene una población de aproximadamente 30.000 habitantes…

Los sistemas jurídicos y penales son muy diferentes en ambos lados de la “Verja”: lo que para nosotros se persigue en vía administrativa y se arregla con una denuncia (“multa”) interpuesta por un policía o guardia, allí en el Peñón te lleva al calabozo con pase a disposición judicial. En el libro refiero los casos más comunes y significativos, casos que todos los lectores, aún siendo legos, comprenderán.


Rafa Fdez: En los últimos años parece que se han intensificado los “roces” entre las fuerzas de seguridad de España (principalmente con la Guardia Civil como protagonista) y de Gibraltar. ¿Por qué crees que se siguen produciendo este tipo de incidentes?, ¿confías en que algún día lleguen a desaparecer?

(EPV) Efectivamente, hemos conocido recientemente algunos casos de desencuentros en el “mar de la discordia”. Pero no nos engañemos, no son nuevos. Siempre los ha habido, solo que ahora se me antoja que se les da más pábulo. De todos modos, son más lo momentos dulces que agrios entre ambos implicados, más aún en el pasado. Ese es un poco el objetivo del libro: ¿por qué antes nos llevábamos mejor…? En el libro narro apasionantes historias de amistad, camaradería y eficacia policial en los dos lados de la frontera. Todas las historias emanan de manifestaciones de los propios implicados, con nombre y apellidos…

Rafa Fdez: Casi en el epílogo de tu libro, viertes una pequeña crítica al actual sistema de funcionarios de seguridad vigente en España, ya que consideras que existen “demasiados cuerpos con un mismo fin”. ¿Consideras que debería reformarse este sistema?, ¿hacia dónde crees que habría que tender?

(EPV) Efectivamente, la actual Ley que regula a los cuerpos de seguridad de nuestro país debe ser revisada profundamente. De una revisión seria y objetiva podría beneficiarse la sociedad entera. Creo que hay de redefinir las competencias de todos los cuerpos, y dejar bien claras las funciones comunes y hasta donde llegar con ellas. Hasta la fecha esto es muy ambiguo. Con las competencias exclusivas de cada cuerpo no suele existir problema, pues están muy claras y definidas.

El hecho de que varios cuerpos cubran o puedan cubrir las mismas competencias no es negativo, al revés. Además es lógico, una competencia común a todos debe ser proteger del ilícito al ciudadano. Arrimar el hombro, desde todos los cuerpos, nunca puede ser malo. Lo negativo es la descoordinación existente, cuando la propia normal vigente promueve, casi siempre sin éxito, la cooperación recíproca. Ahí es donde hay que centrar más la mirada.

De la falta de entendimiento y coordinación entre cuerpos, solo los infractores sacan algo positivo.

Rafa Fdez: Por último, ¿qué tipo de lectores piensas que no deben dejar escapar la oportunidad de leer este libro?, ¿a quién o a quiénes se lo recomendarías?

(EPV) Lejos de lo que la portada y el título puedan inducir, el libro no está destinado exclusivamente a policías. No es ese mi propósito desde que proyecté la obra.

El libro versa sobre la seguridad general en el Peñón de Gibraltar, y esta competencia, por definición, es propia de la policía pero no exclusiva. Desde 1830 existe un cuerpo de policial en Gibraltar, y eso implica que ese cuerpo sea el segundo más antiguo del mundo. Desde ese momento, y hasta la fecha, esos polis son los que soportan el mayor peso de la seguridad general de las calles gibraltareñas, si bien en otras áreas son apoyados por la Policía de Ministerio de Defensa. Ambos cuerpos han sido protagonistas, y testigos, de infinitos episodios que atentaron contra la seguridad de los ciudadanos gibraltareños. Todos esos casos se dan a conocer, y a veces con el testimonio de quienes allí estuvieron: testigos de la historia, plenamente identificados.

Repasando todos y cada uno de esos sucesos se está repasando la historia local, comarcal, nacional española y hasta mundial. Las trece personas entrevistas han participado, con mayor o menor grado de implicación, en sucesos interesantísimos y apasionantes de la historia gibraltareña. Esas personas son, en algunos casos, historia viva.

El libro será instructivo, e incluso atractivo, para los aficionados a la historia en general y también para los estudiosos del mundo policial. En la zona geográfica que protagoniza el contenido de la obra, a muchos les será de interés repasar la mayor parte de los capítulos. Incluso para los estudiosos y seguidores de la “Cuestión de Gibraltar” puede ser de interés, pues al margen de desvelar datos objetivos y conocidos, doy mi opinión personal como nativo y profesional de la zona.