sábado, 23 de abril de 2011

Un curso de instructor de tiro de la Policía de la Comunidad

El curso de Instructor de Tiro Policial que imparte la Academia de Policía de la Comunidad de Madrid, ya es más famoso. Durante el año 2009 se llevó acabo el primer curso de instructor en ese centro formativo, y varios medios especializados se hicieron eco del mismo. Incluso Antena 3 TV emitió, en su noticiero del media día y noche, un mini documental sobre el curso. Yo mismo redacté, como miembro de esa primera promoción, un texto que vio la luz en el periódico ARMAS y en la revista WAR HEAT. Ahora, el 6 de febrero de 2011, el diario ABC Madrid vuelve a dar pábulo a este curso que cobra, por año, más prestigio. (Ernesto Pérez Vera)

La segunda promoción de instructores de tiro, de la Academia de Madrid, culminó su formación en el mes de noviembre de 2010. Durante el curso estuvo presente una redactora del diario ABC Madrid, la cual recabó datos para redactar un artículo al respecto. Su trabajo tardó un poco en salir a la luz, pero salió. Hoy lo daremos a conocer en este blog. También se ha hecho eco del artículo mi amigo José Jiménez Ortiz, del blog:http://tiropolicial-balisticaforense.blogspot.com/2011/02/articulo-diario-abc-curso-instructores.html. Ortiz ha formado parte, con aprovechamiento, de la segunda promoción de ese curso.

Un curso de instructor de tiro de la Policía de la Comunidad: “enseña a neutralizar a delincuentes, sin daños a terceros”

Por: Mª. José Álvarez, desde Madrid.

«Un vehículo embistió un coche policial y se dio a la fuga. Agoté el cargador disparando a las ruedas sin éxito, y los delincuentes, además de seguir disparando, huyeron. Al final, destrozaron los dos coches patrullas que les perseguían. Hoy actuaría de otra forma», asegura David Martínez, cabo encargado de instrucción de tiro de la Policía Local de Móstoles.

Eso le ocurrió cuando sólo llevaba 24 meses en el cuerpo. Han pasado 14 años desde entonces, y la experiencia, unida a su profesionalidad, le han enseñado a no cometer errores. Él es uno de los 33 alumnos del curso de instructor de tiro que imparte, por segundo año consecutivo, la Academia de la Policía Local de la Comunidad de Madrid.

El mejor curso de España.
Está considerado el «mejor curso de España» por los expertos, no en vano,… “7” de las 33 plazas corresponden a agentes de otras regiones (Palma de Mallorca, Gerona, Tenerife, Sevilla...). Incluso hay un miembro del Ejército. El cursillo, gratuito, va dirigido a agentes en activo que se encargan de la Seguridad Ciudadana, la seguridad de las personas o escoltas. Forma parte de la formación continúa de los agentes del cuerpo, explicó Agustín Carretero, director gerente de la Academia.

«Es una especie de master; además, para poder acceder a él hay que ser monitor de tiro —está capacitado para dirigir prácticas de tiro en sus plantillas— o, en su defecto, acreditar los conocimientos y la experiencia suficiente en este ámbito», indica Ángel Luis Giménez, coordinador de Operativa Policial de la Academia regional.

Hay una regla de oro: utilizar el arma como último recurso, y en caso de tener que hacerlo, el objetivo de todo policía es no producir daños a terceros ni efectos mortales a otras personas y neutralizar al delincuente lo antes posible. Para lograrlo, es esencial, además de emplear la munición y situarse a la distancia adecuada, conocer la trayectoria de la bala, su velocidad así como los efectos y los daños que causa en el organismo, en función de su capacidad de penetración. De todo ello versa la instrucción de tiro para policías, de la que se encargan los cuatro profesores que imparten el curso a 33 alumnos.

Instrucción realista.
Usar la carga adecuada «El daño solo lo tiene que recibir el delincuente con el menor número de disparos posibles, y para ello hay que emplear la munición adecuada»

Con la titulación de instructor, el agente se convierte en el responsable de tiro de los distintos cuerpos locales de los ayuntamientos y traslada los conocimientos adquiridos, solicita la munición adecuada y colabora en el plan de formación. La instrucción de tiro policial forma parte del último escalón en la materia, tras la técnica de tiro de defensa, tiro táctico —edificios y situaciones complicadas de baja luminosidad...— y monitor.

«El carácter novedoso de esta enseñanza es que es cien por cien realista, es decir, analizamos qué ocurre con los distintos tipos de munición, algo que nunca se había visto hasta el momento», subraya Javier Pecci, responsable de la unidad de tiro de la Academia y ex miembro de la Unidad Especial de Intervención de la Guardia Civil, similar al de los GEO en la Policía Nacional. Otra de las novedades es «que las prácticas se realizan en una gelatina de uso balístico con una resistencia y densidad similar a la del cuerpo humano, incluidos huesos, músculos y tendones».

Son pruebas reales, alejadas de los bulos que crean las series de televisión. En la práctica prueban con siete tipos diferentes de proyectiles en dos bloques de gelatina puestos de costado —la peor de las situaciones — que simulan los torsos de dos personas. Los dos primeros son los convencionales, usados por los cuerpos policiales: blindado y semiblindado, al ir la bala recubierta de latón. «Son una temeridad en la vía pública por ser muy penetrantes; pueden dañar hasta a tres sujetos ajenos al delincuente y aumentar los daños al no ser compactas por los fragmentos que se diseminan y los rebotes», aclara Pecci.

«Te enseñan a no disparar»
Además, se da la circunstancia de que cada municipio utiliza un tipo de carga diferente. La munición semiblindada es la más nociva y la más mortal, cuando se pensó que supondría una mejora respecto a la blindada. Un ejemplo de ello ocurrió en la Puerta del Sol, cuando un turista perdió el ojo a causa de la esquirla de una bala hace unos meses. «Se trata de que el daño sólo lo reciba la persona al que va dirigido y para ello hay que emplear la munición adecuada; en caso contrario, un sujeto puede recibir múltiples impactos sin conseguir el efecto deseado».

Por ello, este experto, junto a sus experimentados alumnos, aboga porque se homologue la munición para todos los cuerpos locales y autonómicos. A todo ello, añade la necesidad de poder utilizar armas largas en caso de lucha antiterrorista o rehenes, y no cortas, como ahora.

En la región puede mejorar la situación ya que se está ultimando un nuevo reglamento. «En contra de lo que pueda parecer, aquí te enseñan a no disparar. La formación te permite controlar el arma y el nivel adecuado de respuesta», indica José Jiménez, encargado de tiro… «Cuando haces uso de ella es porque la amenaza es letal», tercia David Martínez de Móstoles. Imprescindible en la galería de tiro: hacer uso de los cascos. Con cada detonación, el sonido cambia, al igual que las balas: unas se deforman y otras no. Lo mismo sucede con los casquillos. «Lo ideal es disparar de frente, con el arma a la altura de la nariz o de la frente y a unos cinco o seis metros», asevera el profesor.

Hay muchas falsas creencias debidas a la ignorancia, indicó. Entre ellas, la de que los agentes tienen que disparar a extremidades. «Cuando se quiere incapacitar a alguien en casos de grave riesgo para las personas se apunta al abdomen, procurando hacer las mínimas detonaciones. He vivido casos de terroristas que han recibido varios tiros en las piernas y siguen corriendo, y lo que es peor, disparando porque los efectos de las heridas no son inmediatos».

«SI ME OCURRE A MÍ NO LO CUENTO» BALAS CONTADAS.
Los agentes municipales usan proyectiles de 9 milímetros. Los agentes de Policía Local tiene la munición tasada: cien proyectiles al año y no pueden tener fusil. En cambio, se da la paradoja de que los cazadores utilizan cargas más potentes y pueden comprar entre mil y cinco mil balas al año según el tipo de arma. La Policía Local tiene vedado el uso de armas largas. Usan revólveres de seis cartuchos “o pistolas semiautomáticas” y las balas son siempre de 9 milímetros. En el mercado negro, los infractores adquieren todo lo que desean y lo manipulan para causar más daño. Se enfrentan a bandas con kalashnikovs y fusiles de asalto.

Pruebas reales. Las prácticas se realizan en una gelatina especial con una resistencia y densidad similar a la del cuerpo humano.

Los delincuentes siempre van por delante de la Policía. Ésta, cada vez más, se enfrenta a miembros de peligrosas bandas organizadas que usan Kalashnikov, fusiles de asalto y revólveres. Es un combate desigual en el que se sienten limitados. De ahí, la necesidad de utilizar armas largas, de la formación y la unificación de criterios, indicó Juan Santadreu, responsable del departamento de Armas de Tiro en Llucmaior. Una opinión que es compartida por sus compañeros.

«Viví una situación límite. Fue en 2007 y de no tener los conocimientos adecuados no habría salido vivo de ella. Así lo explica un agente municipal gaditano. Fue arrastrado por un individuo al que trató de identificar por circular a velocidad excesiva. Éste huyó dejando la puerta abierta y arrastrando al policía 50 metros marcha atrás; por suerte pudo aferrarse a duras penas a la ventanilla para no acabar en los bajos del vehículo. En su camino, impactó con diez coches aparcados. Sufrió unas lesiones gravísimas. Al final, su pericia hizo que pudiera sacar su arma reglamentaria y disparar al conductor, quien se dio a la fuga. Era un delincuente con múltiples antecedentes y con una orden de busca y captura internacional. «Menos mal que te ha ocurrido a tí, yo no lo habría contado», le dijo un compañero. ¿El motivo? Haber sabido usar su arma con cabeza. El tribunal médico dictó su incapacidad permanente parcial. El año pasado él, todo un experto en tiro defensivo, fue uno de los alumnos del primer curso de instrucción de la Academia regional de Policía Local. «Es muy bueno, emplea técnicas sencillas, nada complejas para salir airoso lo antes posible de cualquier enfrentamiento o situación de peligro teniendo en cuenta los cambios fisiológicos que el organismo experimenta en una situación de estrés».■

martes, 12 de abril de 2011

Leoka 2009 (2ª parte): la letalidad del arma blanca

Ernesto Pérez Vera


Para confeccionar el Informe Leoka 2009, el F.B.I. recabó datos, relativos a enfrentamientos y agresiones, a las 11.451 agencias policiales del país (cuerpos armados de seguridad). Esas fuerzas, en números totales, estaban conformadas por 556.155 agentes.

En total, 57.268 funcionarios fueron víctimas de agresiones, es lo que en España llamamos, en términos jurídicos, Atentado Contra Agente de la Autoridad. Esto supone que el 10,3 por ciento, del total de policías yankees, fueron agredidos, de algún modo, en el ejercicio de sus funciones. Lesiones, unas más graves que otras o incluso la muerte, solo sufrieron el 26,2 por ciento de esos agentes acometidos. En ese tanto por ciento están los 48 agentes de policía norteamericanos que fueron asesinados durante ese año. Los fallecidos cayeron en 35 sucesos independientes, lo que significa que en algún suceso cayó más de un agente. Ver: http://goiptarifa.blogspot.com/2010/12/leoka-2009-gringos-asesinados-en-el.html

El 27,6 por ciento, de los agentes heridos, lo fueron por lesiones ocasionadas a “puñetazo y patada limpia”. El 13,3 por ciento fueron heridos con armas blancas, y el 8,8 por ciento fueron heridos con armas de fuego de todo tipo. Dato curioso: incluso en U.S.A. se produjeron más agresiones “sangrantes” con armas de filo que de fuego. El 23,5 por ciento restante fue agredido con objetos peligrosos variados, y sin determinar (cualquier objeto se convierte en arma).

En resumidas cuentas, y estén muy atentos: del total de agentes atacados, independientemente de si fueron o no heridos o asesinados, el 81,4 fueron agredidos con las manos y los pies (patadas y puñetazos). El 3,5 por ciento fueron acometidos con el “plomo” de las armas de fuego y el 1,5 por ciento vio el brillo del frío acero de las armas blancas. El resto (13,6 por ciento) vio, ante sí, otro tipo de instrumento peligroso, y no necesariamente un arma (cualquier cosa puede ser empleada para golpear).

Tomen nota, seguro que después de caer en la cuenta de este dato no subestimarán a las navajas, machetes y otras armas blancas. El 3,5 por ciento fueron atacados por armas de fuego y el 1,5 por ciento por cuchillos, sin embargo, del total de los que acabaron sangrando, el 13,5 por ciento lo fue por acuchillados y el 8,8 por ciento recibió impactos de bala. Moraleja, el cuchillo, por propia naturaleza, es más letal que el arma de fuego. Las cifras no mienten: los malos fallaron sus disparos en más ocasiones que cuando lanzaron mandobles de cuchillos. Eso sí, hay que admitir que los 48 funcionaros que acabaron perdiendo la vida fueron abatidos por disparos de armas de fuego. Casi todos fueron impactados en la cabeza, y todos portaban chalecos antibalas. Ver: http://sn125w.snt125.mail.live.com/default.aspx?rru=getmsg%3fmsg%3dEE318341-4F4C-11E0-A5DC-00215AD9A386


Un último dato: la mayor parte de los agentes atacados estaban interviniendo en riñas familiares o en peleas en bares (32,6 por ciento). Un 15,4 por cierto de los agentes trataban de hacer otro tipo de detenciones, y un 12,7 por cierto estaban realizando tareas de transporte de presos. Efectivamente, cuando actuamos en riñas o reyertas, siempre estamos muy cerca de los sujetos que protagonizan el acto violento. Estaremos, casi siempre, a distancia de contacto físico.

lunes, 4 de abril de 2011

El siguiente nivel, parte II (última)

Continuando con el trabajo realizado por Pedro Pablo Domínguez Prieto, y cuya primera parte se publicó el día 5 de marzo de este año, os participo la segunda y última parte del artículo: El siguiente nivel. Ernesto.

Por: Pedro P. Domínguez Prieto

En la primera parte de “El siguiente nivel”, os propuse analizar la teoría de la estrategia de John Boyd para desarrollar técnicas y tácticas de tiro que se apartasen de lo universalmente conocido y aceptado. Este importantísimo autor estaba convencido de que la cantidad y calidad de las acciones que realizamos en un enfrentamiento tienen un enorme efecto en las reacciones del enemigo. Si le son conocidas, simplemente responderá con la técnica que le hayan enseñado con ese fin. Si no las conoce, o van más allá de su capacidad de respuesta, es muy improbable que pueda sobrevivir. Para comprender las implicaciones y posibilidades de esta teoría, estamos analizando las fases del giro OODA, y proponiendo enfoques y acciones que nos den ventaja en cada fase, y en conjunto, a través de todo el proceso o “giro”. En este artículo estudiaremos las fases de Orientación, Decisión y Acción.

-Orientación: Esta fase, como ya comentó Ernesto, es aquella en la que nuestro cerebro hace “la foto”, la imagen mental de lo que sucede. Esto es, interpreta todos los estímulos sensoriales que ha recibido, en función del aprendizaje previo y de una serie de mecanismos psicológicos, fisiológicos, morales y culturales. En esta fase, el tirador obtendrá una conclusión lógica de lo que sucede a su alrededor, al compararlo con la información previa (aprendizaje y experiencia) de que disponga, no solo la relacionada con el tiro, sino en un sentido mucho más amplio. La fase de orientación se produce siempre, ya que neurológicamente, el cerebro no puede procesar la información a la vez que la capta, precisa detenerse un instante para organizar esos datos que recibe.

También necesita compararla con la información que ya posee, de forma que pueda identificar el suceso, clasificarlo, y producir una respuesta (la siguiente fase, o de “decisión”). Esto posee varias implicaciones referentes al tema que nos interesa (el tiro de combate). Desde el punto de vista del defensor (quien recibe los disparos, o quien conscientemente se ha colocado en esa posición –o actitud-), la orientación la entenderemos como “adaptación”. Si el entrenamiento de este sujeto es muy completo, identificará las tácticas y técnicas del adversario como “conocidas”, y pasará automáticamente a aplicar la técnica que conozca para anularla. Pero si no la conoce, ocurrirán dos cosas: o bien su cerebro negará lo que ocurre, o directamente admitirá que no posee capacidad para afrontar la situación.

Cuando nuestro cerebro es consciente de que no puede hacer frente a una amenaza (y recordemos que se trata de una amenaza muy seria –nos están atacando con armas de fuego-), el siguiente paso es el pánico. Esto ocurrirá en 3 fases:

Amenaza: Basada en las impresiones de peligro propio. Sabemos que podemos sufrir un daño grave.

● Falta de certeza: Impresiones o atmósfera generada por eventos ambiguos, erráticos, contradictorios, no familiares, caóticos, etc.

Falta de fé: Situación en la que perdemos los vínculos con organizaciones o creencias que pensábamos inalterables (mi entrenamiento no sirve, me han mentido, todo lo que he practicado no me sirve, no puedo confiar en mis compañeros).

Al hilo de este punto, viene a mi mente un ejemplo claro: en ocasiones he visto instructores de defensa personal “dejándose” vencer por personas débiles durante seminarios de defensa personal. Cuando esa persona (el alumno) intente aplicar esa técnica en la realidad y no “funcione”, muy probablemente sufra este proceso que estamos estudiando (consecuencia de un entrenamiento NO realista). Este proceso produce según Boyd miedo, ansiedad, alienación, y finalmente caos.

Mediante el uso de técnicas que desorienten y alteren sus imágenes mentales (acciones violentas, rápidas, dirigidas e innovadoras) y la impresión de qué ocurre realmente, afectaremos a su capacidad mental y física para enfrentarse a nuestra amenaza, sobrecargaremos su capacidad mental y física para adaptarse y sobrevivir, y finalmente colapsaremos su habilidad para seguir en la lucha. La orientación es la fase más importante de las 4, ya que modela la forma en que nos relacionamos con el ambiente, es decir, la forma en que observamos, decidimos y actuamos, en los aspectos moral, mental y físico. Desde la posición del atacante (nosotros), queda claro que debemos generar ambigüedad, aplicar el engaño, explotar una técnica superior y desplegar una violencia focalizada como la base para crear y explotar oportunidades. Para ser capaces de hacer esto, la clave es el ENTRENAMIENTO.

Cuanto más completo y realista sea, mayor será nuestra capacidad de orientación (o adaptación). Cuánto más rica sea nuestra técnica, mayor será el efecto en el malo. La llamada Ley de Hick establece que pasar de una opción a dos aumenta el tiempo de respuesta del receptor un 58%. Básicamente, una acción decidida, rápida, violenta y técnica llevará al adversario más allá de su capacidad moral, mental y física, impidiéndole no solo tomar la iniciativa, sino incluso adaptarse o sobrevivir. La iniciativa y adaptabilidad fruto de nuestro entrenamiento nos permitirá orientar correctamente y pasar a la siguiente fase.

-Decisión: Boyd da muy poca importancia a la fase de decisión, al menos en sus presentaciones le dedica muy poco tiempo. En esencia, si hemos atravesado correctamente la fase de orientación, se tratará de elegir entre las diferentes opciones que hayamos identificado en nuestra memoria (siempre y cuando, claro está, hayamos interpretado correctamente los estímulos observados). Si uno de los tiradores es incapaz de entender qué sucede en su entorno, bien por desconocerlo, por ser erróneo (un engaño), o por producirse tantos estímulos que no tiene capacidad de asimilarlos (sobrecarga), en teoría no será capaz de decidir.

Lo más probable es que, como vimos con anterioridad, entre en la fase de desorientación-alienación-pánico y caos, y únicamente le reste esperar a que le alcancen nuestros disparos. Todos hemos presenciado este tipo de escenas en el cine (y algunos en la realidad): el tirador que pierde la iniciativa al no sentirse (o verse a sí mismo) como “preparado” para enfrentarse a lo que se le viene encima, se abandona al pánico, y como apuntaría el Dr. Cannon, huiría o se bloquearía. La decisión en el tirador entrenado será instintiva, y en el tirador concienciado, voluntaria. Pero para ello este debe poseer la información (formación) y experiencia (formación o experiencia real en la calle), de modo que su cerebro sepa “qué” debe hacer, que esta acción es la correcta, y que es “eficaz” para adaptarse y sobrevivir (los términos favoritos de Boyd). Lógicamente, en un enfrentamiento letal, la decisión será LUCHAR.

Como comenté en las primeras líneas, algunos sistemas de entrenamiento (MARINES, Israelíes) se orientan a desarrollar la agresividad / iniciativa del alumno. Incluso algunos causan daño intencionado a este. Se entiende que la agresividad / ira es el único sentimiento que es capaz de sobreponerse al miedo, por tanto el tirador DEBE entrenar ejercicios en los que, no solo practique la puntería o el manejo del arma, sino la decisión de luchar hasta el final. Estos ejercicios se basan en dos fases: una primera de lucha física, que se desarrollaría en el gimnasio, y en el que el alumno debería practicar contra sus compañeros. No es necesario que sea una pelea de full contact, pero dentro de las posibilidades del aspirante, ser lo más realista posible. Medios como el Redman, o cuchillos eléctricos son cada vez más usados.



La segunda fase sería la de tiro, incluyendo variables como el uso de blancos que se asemejen lo más posible a figuras humanas (maniquíes, dianas con forma humana, rostro –muy importante-, que simulen estar armados, reactivos, etc), y el uso de sistemas que permitan feedback: idealmente simunitions. Si podemos, además de disparar a los blancos, los golpearemos, cortaremos con la navaja, etc. etc. a la vez que gritamos, insultamos, engañamos, exactamente igual a como lo haríamos en realidad. Algunos instructores incluso emplean sangre artificial para dar mayor realismo.




-Acción: Y llegamos a la acción, posiblemente la fase que el lector estaba esperando. Hasta ahora nos hemos centrado en acciones que, de una forma u otra, nos colocaban en la mejor posición posible para defendernos (o atacar), pero no habíamos afectado físicamente al blanco. Hemos teorizado acerca de actos o situaciones en las que el adversario “sufre” efectos negativos, pero…¿realmente “cómo” lo hago?. Un tiroteo es un evento caótico por definición, no puedo hacer un plan rígido para adaptarme a él. Lo que sí puedo hacer es idear técnicas y tácticas de carácter general, que luego pueda adaptar a los casos particulares. Eso es para Boyd la “Acción”, última fase del giro OODA: probar en la práctica una hipótesis que resuelva el problema identificado en la fase de Orientación. A continuación expongo diversas “acciones” que pienso se podrían catalogar de innovadoras, dentro de la filosofía de Boyd, y que podrían causar los efectos de desorientación, sobrecarga, caos y destrucción descritos en sus exposiciones.

Podríamos comenzar por afectar el componente moral del enemigo: Un compañero del GOE me dijo una vez que “lo importante no es ser bueno, sino parecerlo”. Los mongoles de Gengis Khan no siempre fueron superiores militarmente a sus enemigos, pero a través de la propaganda, combinada con una apariencia de ferocidad, anticipaban una percepción de superioridad incluso antes de empezar la batalla. Un tirador puede ofrecer tanto la apariencia “táctica” que cree en el otro una imagen de superioridad (en su fase de orientación), como una discreta que le inocule una falsa inferioridad. Algunos delincuentes han llegado a rendirse sin pegar un tiro al saber que iba a intervenir el GEO o la UEI, aún sin conocer el nivel real de técnica del agente (que puede ser un novato inexperto). Es un ejemplo de cómo afectaríamos la confianza, la moral del otro tirador.

● Ventaja táctica: El tirador Boydiano nunca reducirá su nivel de alerta, colocándose siempre en una posición de ventaja. Una de las “reglas del tiroteo” –the rules of gunfighting, las cuales son fácilmente localizables en internet,- nos dice: “Se educado, se amable, pero ten siempre un plan para matar a toda persona que conozcas”. Esto resulta exagerado, pero refleja la filosofía de no descuidar jamás nuestra situación respecto a todo aquel que pueda pretender causarnos un daño.

● Movimiento: El movimiento es una de las 4 cosas que vamos a hacer en un tiroteo (las otras 3 son disparar, recargar y comunicarnos), y es una de las escasas innovaciones que hemos observado en los cursos durante los últimos 10 años. Poco a poco vamos pasando de líneas de tiro estáticas, con tiradores que también disparan a blancos inmóviles, a ejercicios en los que el alumno se desplaza en diversas direcciones. Y no me refiero al IPSC, que efectivamente lleva ya unos cuantos años entre nosotros, sino a enseñar un tipo de movimiento enfocado a salirnos de la línea de tiro del malo, a buscar cubierta o abrigo, y a separarnos lo más rápidamente posible de los blancos que nos disparan, o incluso a escapar. El movimiento tiene una función esencial dentro de la filosofía de Boyd: evita el eje central de avance del enemigo (recordemos los conceptos de guerra de desgaste y guerra de maniobra), y obliga al otro a replantearse su estrategia. Normalmente los grandes ejércitos fracasan ante las guerrillas al no poder adaptar su eje de avance y sus líneas logísticas a las maniobras de unidades más móviles y rápidas, que no dependen de esquemas rígidos de funcionamiento, mando y control.

El tirador “Boydiano”, jamás reaccionará desde una posición estática, sino que su primera acción será moverse. Una vez se haya apartado de la línea de ataque de su adversario, desenfundará y pasará a aplicar el resto de su plan. El movimiento no solo se refiere a la “velocidad”, sino a la habilidad para “maniobrar”, esto es, cambiar rápidamente las líneas de avance o fuerza. Por ejemplo, los stacks, o grupos de tiradores avanzando en línea (típicos de los equipos SWAT), suelen tener muy buena potencia de fuego y protección, pero muy poca capacidad de maniobra, de variar sus líneas de ataque con facilidad. Otra enseñanza de Boyd que podemos aplicar, es evitar las líneas de mayor resistencia, o mejor dicho, buscar las de menor resistencia. Si atacamos dentro de las líneas de tiro de los enemigos, aquellas donde su potencia de fuego es mayor, estaremos actuando según los principios de la guerra de desgaste: causaremos daño a cambio de sufrirlos nosotros también. Siempre hay que atacar por laterales, retaguardia, desde posiciones más altas, etc. donde maximicemos el daño causado, y nosotros seamos menos vulnerables.

Tiro a larga distancia: Durante años, los tiradores han entrenado para disparar a distancias intencionadamente cortas. El fundamento de esto puede ser doble: la fe en ciertas estadísticas que nos decían que la mayoría de tiroteos ocurrían a menos de 5 metros, y la falta de confianza en la capacidad de las armas (o en nuestra propia capacidad de usarlas). Cuando los contratistas occidentales empezaron a trabajar en Irak hace 7 años, se encontraron disparando a blancos a más de 100 metros.

Lógicamente, un arma corta no es lo más adecuado para defendernos en una situación similar, pero algunos instructores como Ayoob han demostrado que con el calibre adecuado (.45 ACP +P, .357 Magnum), y técnicas específicas (básicamente la más estable posible, cuerpo a tierra, con apoyo), es posible ser eficaces a distancias de 75-100 metros contra un blanco de tamaño humano. Ejemplos de situaciones en las que podemos vernos obligados a disparar a grandes distancias (a partir de 50 metros) son: calles principales/ avenidas (tras un atraco a un banco, por ejemplo), controles de carretera, ámbito rural (SEPRONA), actos públicos en lugares abiertos (se ha dado algún caso de tiroteo en un cementerio), zonas desérticas (tiroteo de agentes del CNI en Irak)…hay muchas más opciones que los 0-5 metros de las estadísticas (centradas en identificaciones que “salen mal” y entradas dinámicas en las que el malo aparece a la vuelta de la esquina)
http://www.youtube.com/watch?v=GmMEg4y54Dk

Trabajo en equipo: Se sabe desde hace muchísimo tiempo, e incluso algunos agentes de la Ley lo han sufrido en sus carnes, que las tácticas en equipo aumentan espectacularmente la eficacia en combate. Todos hemos practicado en el servicio militar el avance o retirada en binomios, cubriendo a nuestro compañero mientras saltaba, o mientras recargaba su arma.

Lo interesante es que aún no se ha decidido nadie a incluir en los cursos de tiro este concepto, no ya en cursos dirigidos a SWATs, sino a patrulleros ordinarios, que de hecho siempre trabajan en “equipo” (la típica pareja de la Guardia Civil). En realidad, dos agentes que se coordinaran y comunicaran con eficacia, podrían hacer frente a un grupo muy superior de delincuentes combinando el movimiento y el fuego para alterar las líneas de ataque/ defensa del enemigo, poniéndolos a la defensiva y degradando su iniciativa como hemos comentado en los puntos anteriores. Algunos ejemplos serían:

-Apoyo: Mi compañero me cubre mientras avanzo, disparo, soluciono interrupciones, recargo o me retiro. Es fundamental contar con un sistema válido de comunicaciones. Este puede basarse en señales orales o manuales. http://www.youtube.com/watch?v=segtXBwglj4&feature=related

-Ataque por sorpresa: Desde un ángulo o dirección inesperada.

-Fijar y rodear: Si somos atacados desde una única línea de ataque, el tirador A devolvería el fuego, y su compañero de desplazaría por uno de los flancos del enemigo, con el objetivo de atacarle desde ese flanco o incluso desde la espalda, exactamente igual que se ha maniobrado en Caballería desde tiempo inmemorial.

-Retirada coordinada: Al igual que el trabajo en equipo ofrece buenas posibilidades mientras que avanzamos, si nos vemos obligados a huir, el hacerlo en escalón evitará que simplemente acabemos con la espalda como un colador. Una opción es la llamada emboscada progresiva, en la que dividimos el equipo en 2, adelantándose el primer elemento hasta un lugar donde esperará al enemigo. El segundo elemento se dirige a esa zona, donde naturalmente se adentrarán los perseguidores, cayendo en la emboscada. El requisito fundamental de trabajar en equipo es la práctica. Sin ella, no podremos lograr la coordinación necesaria. Cuanto mayor sea, más rápidas serán nuestras acciones (físicas, mentales y morales, nuestro giro OODA).

En el siguiente link, se muestras métodos de comunicación verbal que nos serían útiles en este caso: http://www.airsoftgent.be/dbase/hands.htm Por supuesto, ser 2 implica mayores capacidades de observación y orientación.

Violencia de acción: Ya señalé en el apartado correspondiente, que la agresividad es generalmente aceptada como el único sentimiento capaz de sobreponerse al pánico. Una actitud de este tipo no solo evitará que nos bloqueemos, sino que tendrá un gran efecto en el componente moral del enemigo. Los guerreros orientales gritan al atacar, los Maoríes tratan de tener un aspecto temible a los ojos de sus adversarios pintándose y sacando la lengua…del mismo modo, gritar, insultar, maldecir, combinados con la decisión explícita de atacar (o siendo políticamente correctos, de “defendernos”) hasta las últimas consecuencias, tendrá el mismo efecto: reducir la confianza en sí mismos de los “malos”. Nuestro “Maestro”, en su obra “A discourse on winning and loosing”, establece que “Uno debería inhibir la capacidad de los adversarios para adaptarse al entorno. El objetivo es degradar el sistema del enemigo, hasta una situación en la que una mezcla de confusión y desorden le obliguen a reducir su actividad, ante una situación que parece incierta, ambigua o caótica”.

Engaño: Cualquiera de las acciones de engaño que vimos en el apartado orientación, seguirán el principio de Boyd de “emplear fuerzas, formas, movimientos, lugares, momentos y formaciones que el otro no espera”.

-Conclusiones: Espero que el lector haya sentido la misma sensación de “revelación”, que yo experimenté al descubrir los escritos del Coronel John Boyd. También que saque sus propias conclusiones e ideas, y que desarrolle desde su punto de vista los conceptos que hemos expuesto, ya que este es el verdadero valor de su legado. La innovación, ese concepto tan de moda actualmente, ha llegado al mundo del tiro.