jueves, 28 de octubre de 2010

¿Reaccionamos ante un ataque del mismo modo que entrenamos…? ¿Quienes nos entrenan…? ¡Acaso entrenamos! RESPUESTA FISIOLÓGICA ANTE UN ATAQUE LETAL

(1ª PARTE)
Por: Ernesto Pérez Vera

Muchos son los que creen que ante una acción hostil, contra ellos, sabrán y podrán actuar de modo eficaz. Estos, suelen ser los que, ante comentarios, noticias o episodios vividos por terceras personas, apostillan que ellos, en esa misma situación, hubieran hecho “esto, aquello o lo otro” pero siempre, en cualquier caso, hubieran actuado mejor que el protagonista de la noticia comentada. La mayoría, seguramente, se deja llevar por la ignorancia y el desconocimiento de todo lo que comporta un ataque mortal y una defensa extrema.

El motivo por el que estas cosas pasen, entre otros, puede ser por la mala o nula formación táctica y técnica que, como norma general, se posee en el seno de las Fuerzas de Seguridad. Puede que el motivo sea la falta de mentalización, y conocimiento, de todo aquello que rodea al ataque y a la defensa. Tal vez solo son cosas de la televisión y de Hollywood, que tanta influencia negativa suelen tener. Lo que sí creo es que quien de ese modo se expresa, NO ha pasado jamás por una situación límite de verdad. Posiblemente, solo ha vivido momentos dulces en sus actuaciones policiales -este tipo de comentarios nace, casi siempre, en el seno de la comunidad profesional de la seguridad o la defensa-. Casi con total seguridad, los que creen que lo hubieran hecho mejor, -ellos no lo dudan- habrán vivido situaciones tensas, pero jamás muy cerca de la muerte, por suerte para ellos, y para sus familias.

En mi opinión, la culpa la tiene, principalmente, la mala mentalización profesional. Desde que una persona ingresa en la comunidad policial está oyendo frases hechas; no deja de oír siempre lo mismo: “…nunca pasa nada…” “…para las veces que voy a tener que disparar, mejor no entreno…” “…si sacas el arma de la funda, te metes en un lío…” “…esas cosas solo le pasan a los que se meten donde no les llaman: yo, no me complico la vida, paso de todo…” Ante frases como esas, -y ustedes saben que son frases mil veces oídas- los funcionarios policiales suelen reaccionar tomándolas como dogmas de fe y sobre todo aquellos -me gustaría pensar que minoría- que no están comprometidos con la profesión y con la persecución del delito.

Otros, seguramente mayoría, simplemente se han creído las cosas que han oído, pues no solo las oyen de compañeros sino que, esas leyendas urbanas, las han oído de la boca de los que, para él, son referentes, esto es: mandos, cargos políticos o instructores y profesores. Si los que deben alentar al servicio eficaz y fomentar la adecuada y continua formación, se dedican, por ignorancia, a promover lo contrario, el fiasco está servido.

En España se debería, de una vez por todas, incluir en los programas formativos policiales, no solo un mayor número de horas prácticas de tiro y armamento, sino también un aumento de horas lectivas de clases teóricas. En el área teórica, se hace necesario incluir el estudio de las condiciones fisiológicas que un ser humano alcanza cuando entra en estrés de combate, esto es: cuando se enfrenta a una situación de vida o muerte. Para incluir la Fisiología del Enfrentamiento en los programas formativos de las Escuelas y Academias de Policías, habría que, a la par, cambiar los programas de formación de fuego real.

Fisiología humana: asignatura policial
Deben saber los policías que, cuando se encuentren en una situación real de enfrentamiento a vida o muerte, (aunque no lo sea, ellos pueden así percibirlo) sufrirán, de modo automático, una serie de cambios psicofísicos que les impedirán actuar del modo que están acostumbrados a hacerlo en el aula de entrenamiento. Así pues, aumentará el ritmo cardíaco, también la temperatura corporal y, con ello, llegarán el sudor y la adrenalina. Su sangre se dirigirá hacia los músculos que más lo precisen en ese momento y éstos serán, generalmente, la musculatura de las extremidades y otros grandes grupos musculares. Personalmente, he visto a profesionales acercarse a esos extremos de la fisiología, y no crean que los estaban intentado matar: simplemente, no sabían controlar una situación policial violenta y quizás delicada, pero no letal. Esto, seguramente esté ligado a la falta de experiencia real en conflictos violentos, unido, también, a ciertas dosis de alejamiento del compromiso.

Mientras se producen los cambios fisiológicos antes referidos, llegará menos sangre y oxígeno a los dedos y a los demás órganos que, directamente, no intervendrán en la acción defensiva. Por ello, se perderá la habilidad digital, o Habilidad Motora Fina. Cuando esto último ocurra, desabrochar la funda, quitar o poner el seguro del arma o cambiar de cargador, -manipulaciones digitales- serán tareas sumamente complicadas. Esto le pasará incluso al tirador experimentado. Pasará, incluso, cuando se posea pericia en el manejo de las armas. También le ocurrirá todo esto al que posea experiencia real de combate solo que, a éste, le pasará, -igual que al que está muy entrenado- más tarde. Normalmente, se llegará a esta situación cuando las pulsaciones superen las 120 por minuto. Aún así, algo positivo se obtiene de este grado de estrés: alta capacidad de atención y alerta. Es el mejor momento para atacar, o defenderse.

Se sufrirán, de modo automático, otros cambios que no serán controlados por la voluntad del que sufre la agresión letal. Quien ya haya detectado el ataque y lo esté sufriendo, alcanzará las 155 pulsaciones por minuto, e incluso más. Llegados a ese extremo, se perderá la Habilidad Motora Compleja, esto es: la capacidad cognitiva -decidir, pensar y actuar de modo acertado, coherente y súbito- Asimismo, se perderá también la capacidad de realizar varias tareas a la vez, como pudieran ser dar órdenes al agresor, pedir apoyo por el transmisor, memorizar matrículas o características del agresor, moverse, desenfundar y disparar. Acabado el encuentro, si se sigue con vida, se sufrirán lagunas temporales de memoria.

Finalmente, cuando ya el combate esté acabado y tanto si se ha sucumbido como si no, se perderá la Habilidad Motora Gruesa, que no es más que la capacidad de resistencia que el cuerpo obtiene a través del “cóctel” de hormonas y esteroides que se habrán disparado por todo el organismo. Estas hormonas, entre otras, son: adrenalina, noradrenalina y cortisol. La Adrenalina es una hormona que, en situaciones de peligro y alerta, es segregada por las glándulas suprarrenales y aporta al cuerpo glucosa, aumento de ritmo cardiaco, dilatación de las pupilas y aumento de la tensión arterial. La Adrenalina proporciona al cerebro sensación de bienestar y por ello, se dice que la adrenalina es adictiva. En esta situación será imposible hacer un uso correcto de los elementos de puntería del arma.

La Noradrenalina, junto con la Adrenalina, participa en la elevación del ritmo cardíaco y en la liberación de la glucosa. El Cortisol, entre otras acciones, libera, en situaciones de estrés, grandes cantidades de glucosa. La Glucosa aporta energía a los músculos y en general al organismo. Esta energía durante un enfrentamiento o lucha física, será de gran valor para soportar la contienda hasta el final, máxime si se está herido. También el oído se verá mermado en sus capacidades. Tanto es así que, durante un encuentro de este tipo, perderemos más del 80% de capacidad auditiva. Es, por tanto, más cercano a la realidad, el entrenamiento de tiro profesional que se efectúa con medios de protección auditiva.

Un cambio necesario
Por todo lo que anteriormente se ha dicho, es de sentido común que las técnicas de tiro tradicionales que se enseñan en la mayoría de las Academias sean renovadas, o quizás, sustituidas en su mayor parte. Esas técnicas, como por ejemplo la Weaver, -que requiere ser aprendida para saber donde hay que poner un pie, donde hay que poner el otro, en que dirección dirigir un brazo y después “colocar” el otro- no van a funcionar correctamente, casi nunca, en situaciones reales de enfrentamiento. Por ello, el cambio de filosofía en los entrenamientos hay que hacerlo a favor de técnicas sencillas, naturales y de rápida asimilación. En todo caso, las técnicas “complicadas” o que requieren de la participación de varios grupos musculares, o de la presión muscular y articular irregular y no homogénea, quizás funcionen en personas muy entrenadas; y aún así, incluso esas personas se habrán visto mermadas en sus capacidades y, por tanto, no serán tan eficaces como en los entrenamientos.

En situaciones reales de enfrentamiento, TODO ser humano verá mermadas sus capacidades psicofísicas. Cuando el Sistema Nervioso Simpático se activa -en situaciones detectadas que requieren de Alerta-, lo hace de modo automático, como ya antes se explicó someramente. Por tanto, nadie puede evitar las naturales y autónomas reacciones del organismo, ni tan siquiera con el entrenamiento se consigue evitar. Eso sí: un adecuado entrenamiento hará que el operador se sienta seguro de sí mismo y eso puede ser vital. En este caso, el agredido podrá, gracias al entrenamiento y a la autoconfianza, adelantar o retardar sus respuestas tácticas con lo que, en cualquier caso, la eficacia será siempre mayor frente al que no está entrenado y confiado de sí.

El Coronel del ejército norteamericano Rex Applegate, en su famosa conferencia de febrero de 1998, en Seattle, Washington, hizo referencia a los estudios del fisiólogo Bruce Siddle, el cual estudió el comportamiento humano ante enfrentamientos armados con armas cortas. El destacado y comprometido científico sostiene que: “…la activación el sistema nervioso simpático, (sistema autónomo) produce la dilatación de las pupilas. La reducción en el flujo de sangre a la periferia de la retina, provoca incapacidad para usar el ojo dominante. El resultado es la pérdida de la visión cercana y la capacidad de enfocar en el punto de mira del arma, enfocando la vista hacia la amenaza.

Así las cosas, se colapsa la visión periférica y se fuerza una visión binocular. Esta última respuesta de adaptación visual del sistema nervioso autónomo hace que la cabeza y el cuerpo se orienten de frente a la amenaza, fundamento de la posición Isósceles -posición de tiro a dos manos que alcanza la simetría de los brazos de modo muy natural- Cuando alguien percibe que su vida está en peligro, el sistema nervioso autónomo se activa de forma automática, y sus reacciones son incontrolables.

Tanto el militar Applegate, como el científico Bruce Siddle, son reputadísimos expertos -Applegate falleció en 1998- en estas materias. Pero sin embargo, y pese a que son seguidos y estudiados en todo el mundo, los viejos y arcaicos métodos de enseñanza de tiro de respuesta o tiro policial no son totalmente modificados. Estos dos personajes, como otros tantos que serán mencionados en este trabajo, hace años que, basándose en experiencias personales de enfrentamientos, y en el análisis de otros tantos encuentros armados, en los que no fueron protagonistas, han defendido la necesidad de instruir en el tiro defensivo y reactivo usando técnicas sencillas. Fomentan, para determinadas situaciones de reacción, técnicas tan básicas como la respuesta de tiro a una mano.

Así pues, ambos defienden el empleo de la técnica Isósceles Moderna y de la técnica Point Shooting -técnica de tiro defensivo a una mano-. Esto que muchos instructores defendemos hoy, y que en 1998 fue apostillado por el propio Applegate, fue mucho antes postulado por otros dos hombres míticos: William Fairbairn y Eric A. Sykes, ambos, británicos. Estos, hace más de 70 años ya apostaban por técnicas de fácil y natural adopción para la defensa. Asimismo, apostaban por la defensa agresiva. (Continuará...)

miércoles, 6 de octubre de 2010

Táctica versus Equipo: el tiroteo de Miami de 1986

Hoy traigo a mi blog el estudio y el análisis de un enfrentamiento policial archifamoso, puede que el tema está hasta manido. Muchos especialistas, de todo el mundo, le han dedicado tiempo al conocimiento de lo que pasó en Miami en 1986, cuando unos agentes del FBI trataron, con poco éxito, de detener a unos peligrosos delincuentes.

Como en otras ocasiones, la narración de este luctuoso episodio la lleva a término mi amigo Pedro P. Domínguez Prieto, Criminólogo y Detective Privado. Las conclusiones finales del estudio no serán reveladoras de casi nada nuevo. Estoy seguro de que todos los que se machacan con la lectura de trabajos especializados de este tipo, ya saben de qué va la cosa. Aún así, siempre es bueno repasar lo estudiado, y más aún cuando se relaciona con acciones reales de las que ya conocemos los resultados finales.

Pedro Pablo, como siempre, hará que el lector se sienta uno más en el enfrentamiento. La calidad de sus detalles, y el lenguaje y las expresiones que emplea, van a conseguir que todos nos creamos sentados en un coche patrulla de apoyo a los agentes del FBI. Disfruten, y sobre todo aprendan, desde esta butaca de primera fila, Pedro nos ha invitado y ya ha sacado las entradas…

Ernesto Pérez Vera

Táctica versus Equipo: el tiroteo de Miami de 1986

En la historia reciente de la policía norteamericana encontramos 3 grandes tiroteos, 3 ocasiones en las que un episodio violento entre agentes y delincuentes han hecho tambalearse los principios, procedimientos, tácticas y equipamiento de las fuerzas del orden, y que por ende han tenido importantes consecuencias en los mismos aspectos.

Estos son, por orden cronológico, el tiroteo de Newhall, acaecido el 6 de Abril de 1970, y ya analizado con anterioridad en este Blog : (http://tirodefensivocampodegibraltar.blogspot.com/2010/05/relato-de-la-verdad-la-masacre-en.html), el enfrentamiento de Miami/ del F.B.I. ocurrido el 11 de Abril de 1986, y el incidente de North Hollywood, mucho más reciente (28 de Febrero de 1997). En espera de realizar un análisis del tercero, en esta ocasión estudiaremos el tiroteo de Miami, ciertamente interesante como veremos.

El Miami Shootout o F.B.I. Shootout / firefight (Tiroteo de Miami o del F.B.I.), ocurrió a partir de las 09:45 horas del 11 de abril de 1986. Posiblemente, ningún otro enfrentamiento armado ha poseído tanta trascendencia y ha producido tanta controversia y ríos de tinta como éste. Massad Ayoob lo definió como el más importante desde el del O.K. Corral en el siglo XIX.

En este encuentro, 2 delincuentes bien entrenados y motivados se enfrentaron a 8 agentes del F.B.I., y aún gravemente heridos en el comienzo del enfrentamiento, mataron a 2 de ellos e hirieron a 5 más.

El caso se puede estudiar desde dos perspectivas: la táctica y la médica. Algunos instructores de tiro como Ayoob han entendido que el problema se centró en un deficiente entrenamiento de los agentes, y ciertamente fue así, pero el F.B.I. concluyó que el fracaso se debió a la munición de 9mm empleada, que no llegó a causar un daño suficiente a los asesinos en orden a incapacitarlos.
La vertiente tácticas, que en mi opinión es la más importante (contrariamente a lo que consideró el F.B.I.), se puede resumir en que una combinación de determinación, violencia de acción, excepcional alerta situacional y preparación técnica, hizo que los delincuentes se enfrentaran a una fuerza muy superior en número con éxito. Los asesinos entraron en el giro OODA de los policías y les obligaron a reaccionar a sus acciones, en última instancia los agentes se limitaron a devolver el fuego sin un objetivo definido, y a ser alcanzados uno tras otro por las balas de sus oponentes.

Respecto al dictamen forense, hemos obtenido una copia del informe del Doctor French W. Anderson. El objetivo de este documento fue “establecer los hechos concretos a partir de lo conocido sobre las heridas de Michael Platt y William Matix (los dos delincuentes), presentando una hipótesis razonable, basada en los hechos, acerca de lo sucedido a estos individuos desde el punto de vista médico forense”.

El trabajo del Dr. Anderson examina las heridas de los 2 delincuentes y los correlaciona con el tiempo, lugar y posición en que se encontraban al recibir los impactos. Asimismo, trata de relacionar los disparos con los agentes que los realizaron. Este médico forense comienza realizando una relación de los participantes, las armas empleadas y la posición de los vehículos:

Agentes del F.B.I.:
• Richard Manauzzi: herido (sin especificar).
• Gordon McNeill: gravemente herido por impactos calibre .223 en mano derecha y cuello.
• Edmundo Míreles: gravemente herido por impacto calibre .223 en antebrazo izquierdo.
• Gilbert Orrantia: herido por fragmentos producidos por un proyectil calibre .223.
• John Hanlon: gravemente herido por impactos calibre .223 en mano derecha e ingle.
• Benjamín Grogan, 53 años: muerto por impacto calibre .223 en el pecho.
• Gerald Dove, 30 años: muerto por 2 impactos calibre .223 en la cabeza.
• Ron Risner: Ileso.

Delincuentes:
• William Matix, 34 años: muerto por múltiples impactos.
• Michael Platt, 32 años: muerto por múltiples impactos.

Armas empleadas en el tiroteo:
• Matix: escopeta de corredera Smith and Wesson M3000 calibre 12 (1 disparo efectuado)

• Platt: fusil de asalto Ruger Mini-14 calibre .223 (42 disparos efectuados), revólver Smith and Wesson M586 calibre .357 Magnum (3 disparos efectuados) y revólver Dan Wesson calibre .357 Magnum (3 disparos efectuados)

• McNeill: revólver Smith and Wesson M19 calibre .357 Magnum con cañón de 2 pulgadas (6 cartuchos calibre .38 Special +P disparados)

• Míreles: escopeta Remington M870 calibre 12 (5 disparos de posta 00 efectuados) y revólver de modelo desconocido calibre .357 Magnum (6 cartuchos calibre .38 Special +P disparados)

• Grogan: pistola semiautomática Smith and Wesson M459 calibre 9mm Luger (9 disparos efectuados)

• Dove: pistola semiautomática Smith and Wesson M459 calibre 9mm Luger (20 disparos efectuados)

• Risner: pistola semiautomática Smith and Wesson M-459 calibre 9mm Parabellum (13 o 14 disparos efectuados) y revólver de modelo desconocido calibre .38 Special (1 disparo calibre .38 Special +P efectuado)

• Orrantia: revólver Smith and Wesson de modelo desconocido en calibre .357 Magnum de 4 pulgadas (12 cartuchos calibre .38 Special +P disparados)

• Hanlon: revólver Smith and Wesson modelo desconocido en calibre .38 Special de 2 pulgadas (5 disparos calibre .38 Special +P efectuados)

• Manauzzi: aparentemente perdió la posesión de su arma en los primeros momentos del enfrentamiento, y fue incapaz de localizarla y recuperarla (0 disparos efectuados)

Las pistolas semiautomáticas calibre 9mm Luger eran de dotación reglamentaria para los agentes, y serían muy similares, en cuanto a características, a las empleadas actualmente por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad españolas, y los revólveres calibre .38 Special y .357 Magnum equivaldrían a los empleados por algunas unidades del C.N.P. y en seguridad privada. Por tanto, el estudio de este enfrentamiento debería ofrecer conclusiones aprovechables en nuestro ámbito.

Desde el momento en que Grogan y Dove detectaron el vehículo ocupado por Platt y Matix, hasta que Mireles disparó el último cartucho, pasaron aproximadamente 9 minutos y medio. El intercambio de fuego duró 4 minutos, y se realizaron 119 disparos verificados, aunque posiblemente fueron 130.

Desde el punto de vista médico, los dos delincuentes recibieron 18 heridas de arma de fuego, relacionadas en la autopsia como:

1) Michael Platt: 12 heridas.

A: herida penetrante en parte derecha del cráneo.

B: herida penetrante a través del brazo derecho y tórax con laceración del pulmón derecho.

C: herida penetrante a través del brazo derecho hacia el tórax con laceración de tejidos blandos.

D: herida penetrante en antebrazo derecho.

E: herida penetrante en pie derecho.

F: herida penetrante en pie derecho.

G: herida penetrante en pie izquierdo.

H: herida penetrante en pie izquierdo.

I: herida penetrante en pie izquierdo.

J: herida penetrante en la parte superior izquierda del tórax con contusión de la espina dorsal a la altura C5.

K: herida superficial en la parte posterior del hombro derecho.

L: herida penetrante en parte posterior del muslo derecho.

2) William Matix: 6 heridas.

A: herida penetrante en lado derecho del rostro hacia el cuello.

B: herida penetrante en lado derecho del cuello hacia el tórax con contusión del pulmón derecho y hemotórax de 900 cc.

C: herida penetrante en mejilla derecha hacia el cuello con sección de la espina dorsal en T1.

D: herida penetrante en la nariz con penetración en seno maxilar izquierdo.

E: Herida perforante en antebrazo derecho.

F: Herida penetrante del lado derecho del rostro con fractura del seno maxilar, fosa craneal media, y contusión del lóbulo temporal derecho.

A continuación procedemos a realizar un relato de los hechos, basado tanto en el informe de la autopsia como en el artículo sobre el mismo incluido en la obra “The Ayoob Files: the book” de Massad F. Ayoob. La secuencia de hechos se ha confeccionado en torno a las heridas recibidas por Platt y Matix.

Los dos delincuentes habían creado una ola de crímenes en la zona de la Autopista South Dixie durante 6 meses. Aquella mañana, el Agente Especial Gordon McNeill estaba el frente de un equipo de 14 agentes a bordo de 10 coches, a la búsqueda de los 2 sospechosos, que se sabía conducían un Monte Carlo robado. Matix conducía, y Platt ocupaba el asiento del acompañante. Anteriormente describimos las armas que portaban: 1 revólver calibre .357 Magnum cada uno, una escopeta calibre 12 de 8 tiros en el caso de Matix, y un fusil de asalto Ruger Mini-14 con varios cargadores para Platt.

Los dos delincuentes eran ex militares de elite, que entrenaban frecuentemente, estaban acostumbrados a trabajar en equipo, y estaban fuertemente motivados. Este factor resultó decisivo en el desenlace del tiroteo, en el que partían de una desventaja de 4 a 1. Más aún, se cree que fue el motivo de su increíble instinto de supervivencia, lo que los mantuvo en la lucha mortalmente heridos.

Los agentes Ben Grogan y Jerry Dove fueron los primeros en localizar el Monte Carlo, y lo comunicaron al resto de unidades. En cuestión de segundos, Mc Neill (sólo en su vehículo), Manauzzi (en la misma situación), y dos patrullas dobles compuestas por Hanlon y Mireles y Risner y Orrantia, se habían unido a la persecución.

Mc Neill, que venía en dirección opuesta, realizó una maniobra para colocarse paralelo al coche de los sospechosos, justo cuando escuchó por la radio: “…estamos quemados, nos han reconocido como policías. Hay actividad en el asiento delantero…”. Pasó junto al vehículo observando la dura expresión de Matix, y como Platt introducía un cargador en el rifle.

En aquel momento, Mc Neill debía tomar una decisión: si no detenían el vehículo, entraría en la autopista repleta de civiles inocentes donde un tiroteo tendría terribles consecuencias. De modo que ordenó al resto de unidades que realizaran un cerramiento al Monte Carlo.

El vehículo de los delincuentes marcha el primero, seguido de cerca por el de Grogan y Dove, siendo el tercero el ocupado por Hanlon y Mireles. Grogan adelanta al Monte Carlo para intentar bloquearlo, y Hanlon se coloca a su lado para evitar que escapen hacia el carril contiguo. Manauzzi, que en ese momento estaba en la zona posterior, pensó que sus compañeros podían ser tiroteados desde esa posición, así que sacó su revólver, lo colocó en sus rodillas, y golpeó al coche de Matix desde atrás.

El golpe fue tan violento que el vehículo salió despedido de la caja formada por los coches policiales, derrapando el de Hanlon hacia la cuneta, y abriendo la puerta del vehículo de Manauzzi, volando por la fuerza centrífuga el revólver que se encontraba en su regazo.

Pero antes de poder preocuparse por el arma, el agente presencia como Matix arranca el coche y busca un hueco en el bloqueo para escapar. Su única opción es pisar el acelerador y cerrar el hueco, forzando al Monte Carlo a colisionar contra un árbol, y chocando a su vez él contra una señal de tráfico próxima.

PARTE 1: El encuentro inicial. Platt y Matix en el interior del Monte Carlo.

Duración aproximada 1 minuto.

Matix recibe las heridas E, F y B.

En este momento, Manauzzi se encuentra aparcado paralelo al coche de los delincuentes, y a una distancia de apenas 1 metro ve los cañones de sus armas elevarse hacia él. Tiene el tiempo justo de agacharse cuando los proyectiles le alcanzan en el pecho y el hombro, pero consigue salir del vehículo y alejarse.

Mc Neill se convierte en el único que no está bloqueado, y mueve su coche para impedir una posible huida a pie de Matix y Platt, pero al hacerlo cae en una lluvia de proyectiles. Mc Neill era un veterano tras 23 años en el Departamento, y tuvo el acierto de colocarse el chaleco balístico que portaba en el coche antes de abandonarlo, pero el intenso fuego que dirigen hacia él le impide coger la escopeta de corredera de dotación. Esto ocasiona que su arma principal se limite a un revólver de cañón corto y del calibre .38 Special. Con este arma, se desplazó hacia el coche de Manauzzi para usarlo como cubierta.

Mientras tanto, varias cosas estaban sucediendo: el patrulla de Hanlon y Míreles había chocado contra un muro de hormigón al otro lado de la calle, y ambos agentes lo habían abandonado. Mireles carga un cartucho en la recámara de su Remington 870, y corre hacia la posición de su jefe. Hanlon había desenfundado su .357 en previsión de tener que usarlo, colocándolo en su regazo. Pero la fuerza del impacto lo había lanzado lejos de su alcance, de modo que tiene que desenfundar el revólver de back up que porta en una funda tobillera. Observó a un compañero solo, cubriéndose en la parte trasera derecha del Buick blanco, y corrió en su ayuda. Sin embargo, no ve a Jerry Dove en la parte delantera derecha del mismo vehículo, disparando con su 9mm hacia el Monte Carlo. Sin duda sufrió el fenómeno conocido como “visión túnel”, al que tantas veces nos hemos referido los instructores.

Detrás de ellos el quinto coche ocupado por Gil Arrantia y Ron Risner trató de colocarse en una posición a cubierto.

Mc Neill se encontraba ahora en la parte delantera izquierda del coche de Manauzzi, que estaba puerta con puerta con el Monte Carlo. Los dos pistoleros están bloqueados en sus asientos, sin poder abrir las puertas del vehículo para escapar. Desde una distancia de 3 ó 4 metros, y a través del habitáculo del coche, Mc Neill disparó 4 cartuchos. Mireles también estaba en posición de tiro, pero al ver que el cuerpo de su compañero estaba entre su arma y los blancos, eleva el cañón del arma y saca el dedo del disparador, tal y como había practicado en los entrenamientos. Esto salvaría su vida un segundo después.

Y es que en ese momento Platt abre fuego con su fusil de asalto, justo frente al rostro de su compañero. Un proyectil dirigido hacia el pecho de Mireles impacta en su antebrazo, que protegía el tórax al haber elevado el cañón del arma .El impacto es devastador, con fractura de huesos y desgarro de tejidos, dejando el brazo fuerte del agente inutilizado, y haciendo que cayera de bruces hacia atrás. Ya sabemos el efecto que causan los proyectiles de rifle a corta distancia, prácticamente deshizo los tejidos de la extremidad.

Casi al mismo tiempo, otro impacto alcanza la mano fuerte de Mc Neill, lanzándola hacia arriba y causándole graves destrozos, con fracturas abiertas. Sin embargo, debido a la excitación, no siente dolor y sigue disparando hasta agotar la munición. Matix se revuelve en su asiento: uno de los impactos le ha alcanzado. Con el arma vacía, Mc Neill se vuelve hacia su coche para recargar.

Han transcurrido unos 45 segundos desde el primer disparo, y hay dos agentes gravemente heridos, uno leve y un criminal leve.

PARTE II: Los impactos iniciales en Platt.Platt sale del Monte Carlo.

Duración aproximada unos segundos.

Platt recibe las heridas B, L e I (Dove) y K (Orrantia).

A unos 10 metros de distancia, Grogan y Dove habían disparado con sus pistolas de 9mm, pero sin efecto. Platt trata de salir del Monte Carlo por la ventana, y es impactado casi simultáneamente por dos proyectiles de 9mm Winchester Silvertip. Uno alcanza la zona de la axila (Risner).El otro penetra en el pulmón, se expande y corta una arteria. La sangre comienza a brotar de su pecho mientras sale arrastrándose por la ventana del coche.

Matix por su parte, salió por el lado del conductor, disparando un cartucho de escopeta para mantener agachados a Grogan y a Dove. Arrantia disparó los 6 cartuchos del revólver y retrocedió para recargar.

Platt se movía ahora entre los coches, disparando y recargando según vacía los cargadores.

Consciente de la situación, Mc Neill trató desesperadamente de recargar el revólver, pero los fragmentos de hueso y sangre de su mano herida penetraron en las recámaras obstruyéndolas. Tras conseguir introducir 2 cartuchos en el cilindro, piensa que su única opción es alcanzar la escopeta calibre 12 del coche patrulla. Pero al levantarse sobre el capó, se encuentra a Platt apuntándole desde el hombro, desde una distancia de unos 2 metros.

El primer disparo pasó cerca de su brazo, el segundo rozó su oreja, y finalmente el tercero impactó en su cuello. Mc Neill cayó hacia atrás paralizado de cuello para abajo, ya que el proyectil calibre .223 le había seccionado la espina dorsal. Prácticamente quedó indefenso ante los acontecimientos que continuaban a su alrededor.

Mc Neill y Mireles han caído, mientras Manauzzi está buscando desesperadamente un arma para continuar en la lucha, y cada vez está más debilitado por las hemorragias. Risner y Arrantia disparaban desde el otro lado de la calle. Grogan, Dove y Hanlon estaban parapetados tras el Buick blanco, el primero de pie disparando casi a ciegas, y los otros dos arrodillados, todos concentrados en Matix, que cubre a su compañero con su escopeta.

Han pasado 1 minuto y 15 segundos desde el inicio, y lo peor aún estaba por llegar.

PARTE III: El ataque devastador de Platt: Platt fuera del Monte Carlo.

Duración 1 a 1,5 minutos.

Platt recibe las heridas D,C,E,F,G, y H.

Jerry Dove había agotado el cargador de su pistola M-459, habiendo conseguido al menos un impacto. Tras recargar con su único cargador de repuesto, comenzó a moverse hacia la derecha para cubrirse mejor del fuego de Matix.

Ben Grogan siguió disparando desde el otro lado del coche. Este agente era el mejor tirador de la oficina de Miami del F.B.I., pero también era miope. En los momentos iniciales, perdió sus gafas que fueron a parar debajo del pedal del freno del coche patrulla, dejándole prácticamente ciego. Incluso llegó a gritar ¿dónde está todo el mundo? No podía ver a 10 metros sin sus gafas.

Hanlon, armado sólo con su revólver de back up, ve a Platt avanzar hacia él. Dispara 3 veces, se agacha, y dispara dos veces más. Entonces debe agacharse para recargar, y mientras lo hace, Platt se acerca disparando hasta que un proyectil penetra en su mano, recorre el antebrazo y se aloja en el bíceps. Hanlon rueda por el suelo gritando de dolor, con el brazo inservible y el revólver a medio recargar tras él. Arrantia también es alcanzado, pero sigue disparando, agota el cilindro del revólver por segunda vez y se agacha para buscar una caja de 50 cartuchos que portaban en el coche.

Risner disparó los 15 cartuchos de su cargador, alcanzando a Platt una o dos veces pero sin resultados aparentes. Con la corredera de la pistola abierta, decidió ir a por el arma cargada más accesible, el revólver calibre .38 que portaba en la funda de tobillo (una recarga New York). Desenfunda y dispara un cartucho, pero piensa que la distancia es demasiada para un arma de cañón corto, por lo que lo desecha y recarga la pistola de 9mm. Quizás esta apreciación fue psicológica, ya que a la distancia de tiro que se encontraba podría utilizar perfectamente este tipo de arma.

Mientras hacía esto, advirtió horrorizado que Hanlon era alcanzado, y que Platt estaba rodeando a Grogan y Dove por detrás del coche, sin que éstos se diesen cuenta. Peor aún, sus compañeros estaban entre él y la amenaza, por lo que no podía disparar. No pudo hacer otra cosa que gritar con todas sus fuerzas: ¡…Os viene por detrás…os viene por detrás…!

Pero los otros agentes no pudieron oírlo. Otro fenómeno común en los tiroteos es la pérdida de capacidad auditiva, y de repente era demasiado tarde. Platt apareció tras ellos disparando. Alcanzó a Hanlon en el abdomen. Grogan gritó: ¡…Oh Dios mío…!, y fue alcanzado varias veces en el torso. Murió antes de tocar el suelo.

Dove trató de girarse pero no fue suficientemente rápido: recibió un impacto en la espalda y cayó desplomado. Seguidamente, Platt le remató de 2 disparos en la cabeza.

PARTE IV: El tiroteo final. Platt y Matix en el coche de Dove.

Duración 1,5 a 2 minutos.

Platt recibe las heridas A y J, y Matix recibe las heridas D, C y A (todas debidas a Mireles).

Mientras tanto, Mireles se había refugiado tras el coche de Mc Neill, sufriendo el terrible dolor de su brazo destrozado. Al igual que Risner, no podía disparar por el riesgo de alcanzar a sus compañeros, pero en ese preciso instante observó a Platt subiendo al puesto del conductor del Buick. Mireles disparó un cartucho, alcanzando con varias postas calibre .33 el pié del asesino. Una vez más sin efecto.

Sentado en el suelo, Mireles debía recargar la escopeta con una sola mano. La colocó entre sus rodillas para accionar la corredera, y apoyando el cañón en el capó del coche disparó una vez más, pero las postas alcanzaron el parachoques del vehículo.

De nuevo recarga y apunta cuidadosamente al pecho de Platt. Tras disparar, ve al delincuente saltar en su asiento al recibir el impacto. Le había alcanzado, pero ocasionando únicamente heridas superficiales. El cuarto y quinto disparo de Mireles alcanzaron a Matix, que se revolvía en agonía, pero que aún no había recibido ningún impacto mortal.

La escopeta estaba ahora vacía, y Platt, con una gran hemorragia en su pecho, finalmente localiza al adversario que le está disparando. Desenfunda el revólver calibre .357 de la sobaquera y sale del coche. Debido a que su antebrazo derecho estaba dañado por un proyectil de 9mm de Risner, se vio obligado a cambiar el arma de mano. Evidentemente, el delincuente había entrenado el tiro con la mano débil, algo que muchos no consideran importante pero que puede ser decisivo en un tiroteo.

Arrantia no le ve, ya que aún está tratando de recargar el revólver con la munición de repuesto del coche. Risner tampoco lo ve, porque está moviéndose tras su coche buscando un ángulo para disparar sin alcanzar a Mireles.

Platt, aún gravemente herido, se mueve silenciosamente hacia la posición de Mireles y dispara 3 veces, fallando milagrosamente. El tirador, sin embargo, cree que ha impactado y vuelve hacia el coche. Una enseñanza que podemos extraer de este hecho es la costumbre de algunos tiradores de bajar la guardia una vez que creen finalizado el enfrentamiento. Nunca hay que descuidar el nivel de alerta hasta estar absolutamente seguros de que acabó.

Mireles se levantó y desenfundó su revólver, dirigiéndose directamente hacia los dos asesinos, y desde una distancia de un par de metros, disparó 6 cartuchos de .38 Special +P: 1 y 2 hacia Platt, 3, 4 y 5 hacia Matix, y 6 desde distancia de contacto hacia Platt.

Con proyectiles alojados en el cráneo y la médula espinal, todo había acabado para Matix y Platt.

A pesar de que muchos autores (incluido el que firma este artículo) indican que el mayor fallo de los agentes se debió al aspecto táctico, no se puede pasar por alto la habilidad de varios de los participantes para funcionar física y psíquicamente tras recibir graves daños físicos. Mc Neill alcanzó a Matix con su mano fuerte destrozada por un proyectil calibre .223. Mireles estaba gravemente herido, pero finalizó el tiroteo con 5 disparos de precisión. Matix se desplazó desde su vehículo hasta el de Grogan/Dove después de recibir una herida muy grave en la cabeza. Platt recibió varios impactos importantes, incluido uno mortal en el pecho tras 1 minuto en el tiroteo, pero tras esto hirió a Orrantia, mató a Grogan y Dove, e hirió gravemente a Hanlon. Platt se mantuvo en la lucha con una herida que hubiera detenido a un delincuente ordinario gracias a su increíble determinación.

Además del apartado táctico, la conclusión oficial del F.B.I. (en boca del SSA John Hall, jefe del Firearms Training Unit de la Academia de Quántico), fue que el problema del tiroteo fue un fallo de la munición.

Lo cierto es que en el momento inicial, Platt recibió un impacto mortal, en el que el proyectil se detuvo a menos de 1 pulgada del corazón, y aún así luchó durante 4 minutos. Si ese proyectil hubiera penetrado un par de centímetros más, se hubieran salvado las vidas de varios policías.

Como resultado, el F.B.I. creó el Wound Ballistics Seminar, con el objetivo de estudiar los diferentes tipos de municiones y adoptar una que mejorase el comportamiento del 9mm Luger. Finalmente, se adoptaron armas del calibre 10mm Auto, y posteriormente del .40 Smith and Wesson, que es el calibre más extendido actualmente en las agencias policiales en EEUU. Más recientemente, algunas unidades como las SWAT han vuelto al viejo .45 ACP, ya que manteniendo una penetración mínima de 12 pulgadas, produce una cavidad permanente mayor.

A modo de conclusión, señalaremos los siguientes puntos:

- Ningún proyectil causa la incapacitación inmediata si no alcanza zonas vitales concretas. Platt y Matix se mantuvieron en la lucha tras sufrir múltiples impactos.

- Los disparos en la cabeza son inútiles si no penetran la bóveda craneal y dañan el cerebro.

- No hay un número determinado de cartuchos que detendrán al blanco. El poder de parada al primer disparo es un mito, debemos disparar hasta que el adversario deje de ser una amenaza.

- La selección de munición es importante, pero es un factor marginal comparado con las tácticas. Platt y Matix actuaron como un equipo, cubriéndose y comunicándose. Tenían un plan, y agentes carecían de él.

- Platt y Matix no estaban drogados, pero si altamente motivados, lo que tuvo el mismo efecto de hacerles ignorar el dolor y mantenerse en la lucha.

Por: Pedro Pablo Domínguez Prieto